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Caribou: “He sido afortunado al tener una vida estable, a mi alrededor han pasado cataclismos”

Dan Snaith es matemático, como su padre, y doctorado en filosofía por el Imperial College de Londres, pero los giros de la vida le llevaron a convertirse en una gran estrella de la música electrónica

No, Dan Snaith, alias ‘Caribou’, ni tiene jaqueca ni busca a Dios. Solo es que le daba el sol de Madrid en los ojos mientras posaba para ICON.
No, Dan Snaith, alias ‘Caribou’, ni tiene jaqueca ni busca a Dios. Solo es que le daba el sol de Madrid en los ojos mientras posaba para ICON.GIANFRANCO TRIPODO

La mujer de Dan Snaith, alias Caribou, dio a luz en un coche en pleno Londres. “Era nuestro segundo hijo. Con el primero, el parto fue muy largo, así que pensamos esperar en casa e ir al paritorio en el último momento. No tenemos coche y contratamos una comadrona que estaría pendiente y nos llevaría en el suyo pitando al hospital en cuanto mi mujer lo dijera. Pero esperó demasiado. Son solo 20 minutos conduciendo y cuando faltaban cinco mi esposa gritó: “¡Sale ya!”. Recuerdo a la coma- drona dejando el coche en la acera. Abrió la puerta de atrás y el niño ya había salido. Y allí estaba yo, en Caledonian Road, viendo el tráfico pasar y a la gente discutiendo o tomando un café con un bebé llorando en mis brazos. Fue surreal”.

Lo cuenta con naturalidad. Casado con la mujer a la que se dirigía en una de sus canciones más populares, Can’t do without you (No podría sin ti), tiene 42 años y parece cualquier cosa menos una estrella de la música electrónica. Pasaría por profesor universitario, que es a lo que estaba destinado. Snaith es matemático, como su padre, y doctorado en filosofía por el Imperial College de Londres con una tesis titulada Overconvergent siegel modular symbols. “Si la leyera ahora mismo no la entendería”, bromea.

“Allí estaba yo, en Caledonian Road, viendo el tráfico pasar y a la gente discutiendo o tomando un café con un bebé llorando en mis brazos. Fue surreal”

Eso fue mientras se convertía en Caribou, vocalista, productor y músico, parte de esa escena londinense formada por Jon Hopkins, Joy Orbison o Floating Points. Son amigos, reunidos por Four Tet, el más popular y el que ejerce de catalizador de un grupo que hace música con un pie en el house y otro en el ambient, bailable, luminosa y psicodélica. “Lo conocí en 2000. Estaba en Bristol becado y fui solo a un festival. Me flipó lo que hacía y me acerqué a hablar con él. Estaba jugando a un juego de mesa mate-mático con sus músicos. Me uní y ya no nos separamos. Cuando volví a Canadá él me consiguió el primer contrato. Antes de que me mudara a Londres pasé años en los que era conocido en Inglaterra pero nadie en Canadá sabía que era músico”. Caribou cada vez está más cerca del pop excéntrico. “Todos nosotros tenemos cosas en común, pero no sé cómo definir lo que hacemos porque siempre fuimos los raritos que no encajaban”.

Chico estudioso, obsesionado con la música, nacido y criado en las afueras de una pequeña ciudad canadiense, su existencia, reconoce, ha sido cómoda hasta hace no tanto. “Me di cuenta hace poco de lo afortunado que he sido teniendo una vida estable, sin sobresaltos. En estos últimos cinco años han pasado cataclismos a mi alrededor. Algunos buenos, la mayoría, trágicos. Dos muertes, entre ellas un infarto de alguien que era poco más mayor que yo. Un divorcio cercano muy traumático y una crisis de salud importante de mi padre. Pero, en realidad, nada me pasó a mí, y sería egocéntrico decir otra cosa. Solo fui el testigo que intentaba ser fuerte y apoyar. Muchas canciones del disco son en realidad mensajes directos que les dirijo a esas personas”.

Ese disco es Suddenly, que rompe un silencio de seis años, aunque no lo es tanto porque ha grabado con otros sobrenombres, como Daphni. “Lo uso para mis sonidos más de baile. En realidad, cómo te llames no es tan importante. Eso lo descubrí cuando me pasó lo de Manitoba”. Manitoba fue su primer alias, aquel con el que despegó hasta que le denunció Dick Manitoba, de The Dictators. “Fue alucinante, una persecución. Estaba obsesionado con que nos iban a confundir, cuando él es un punk de 60 años. Hubiera peleado, pero el sistema legal americano es tan complicado y, sobre todo, tan caro, que mira, que se lo quede él. Al principio pensé que me afectaría. Y más en aquel momento, que empezaba a poder dedicarme a esto. Pero al final no pasó nada. Soy un tío con suerte y soy consciente de ello”.

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