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RELEVO PRESIDENCIAL EN COLOMBIA

Colombia blinda a su nuevo presidente

Bogotá se convierte en una fortaleza protegida por aviones de combate y 14.000 soldados

El político que ganó la presidencia de Colombia ofreciendo diálogo y plomo a las guerrillas será investido hoy a puerta cerrada en el Congreso, protegido por el Ejército y por un avión espía norteamericano. Álvaro Uribe anunciará un referéndum que propone eliminar las prebendas de los desprestigiados diputados, instalar un Congreso unicameral y ofrecer escaños a los rebeldes que se desarmen. La reforma estructural prometida no aparece detallada en los documentos disponibles hasta el momento.

Arranca un gobernante que ampliará el margen de maniobra de la policía, autorizará las escuchas telefónicas sin orden judicial y tratará de convertir a la sociedad en una quinta columna de los cuerpos de seguridad del Estado.

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La capital colombiana es una fortaleza vigilada por 14.000 soldados, escuadrillas de cazas y dotaciones policiales que cachean a los transeúntes sospechosos y montan guardia en cada uno de los pisos de los hoteles donde se hospedan los invitados a la ceremonia de transmisión de mando. En algunos pueblos se ha prohibido el tránsito de perros, vacas y burros temiendo su conversión en bombas de cuatro patas.

Los invitados viajaron a un país con 3.000 secuestros anuales, cerca de 30.000 alzados en armas, una deuda externa de 40.000 millones de dólares -pasando del 32% al 50% del PIB- y un paro superior al 50% en el campo.

El príncipe de Asturias, don Felipe; los presidentes de Argentina, Ecuador, Honduras, Panamá, Perú y Venezuela confirmaron su asistencia al acto. La representación de Estados Unidos será de segundo rango, y Fidel Castro delegó en su ministro de Relaciones Exteriores.

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El economista Álvaro Uribe, cuyo autoritario discurso sustituye a los cuatro años de bienintencionadas y baldías cesiones de Andrés Pastrana, no sale a la calle hace meses y deberá gobernar desde una sede acorazada. No sólo la guerrilla le quiere muerto. Probablemente también le desean bajo tierra aquellos políticos amenazados por sus intenciones contra la corrupción y la transformación del hemiciclo.

Mayoría absoluta

Uribe ha sufrido 15 atentados desde que irrumpió en la carrera hacia la presidencia, ganada en las elecciones del 26 de mayo con el 53% de los votos, con un discurso contrario a la conciliación, sin contraprestaciones sustanciales y con las guerrillas, especialmente las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), la más poderosa, con un arsenal de armas y dólares para aguantar cualquier embestida castrense. Una victoria militar de una parte sobre la otra es altamente improbable, según los analistas, y volverá a imponerse la negociación, que ahora se intenta con la mediación de la ONU.

Trabajador hasta la extenuación, implacable, dicen, con quien no cumple sus instrucciones, Álvaro Uribe hereda la administración de una nación de 42 millones de habitantes, la mitad en la pobreza, y casi en su totalidad expectante y escéptica respecto a las posibilidades de éxito de sus cuatro años de gestión. No en vano se suceden en Colombia desde hace 38 años los fracasos gubernamentales en la construcción de una nación en paz y justa.

'El presidente no prometió chorros de leche y miel', ni milagros, ni soluciones a corto plazo, señala Fabio Echeverry, miembro del equipo de la transición de mando. 'Este país no tiene problemas por el Gobierno que termina, sino que vienen de tiempo atrás'.

Los más agobiantes, entre ellos el paro y la inseguridad ciudadana, obligarán a medidas drásticas e inciertas, a dinero para hacerlas posible. La defensa de la vida es prioritaria. El vicepresidente, Francisco Santos, anticipa que probablemente sea necesario recortar algunos derechos en su consecución. 'Haremos lo que se necesita para proteger los derechos de los colombianos sin violar los derechos humanos, de los que se habla tanto hoy', declaró. 'Pero con 30.000 muertos y con 4.000 secuestros, ¿de qué derechos estamos hablando?'.

Manos a la obra, el senador oficialista Rafel Pardo preparó un proyecto que amplía las competencias policiales en la práctica de detenciones y las escuchas telefónicas de particulares sin previo aviso a la justicia. Esas restricciones no parecen asustar a la mayoría de los colombianos, curados de espanto.

Abandonar la apatía

Un grupo de alcaldes, delegados sindicales y ganaderos de la región del Magdalena Medio expresaron su respaldo a la propuesta más polémica del nuevo jefe de Gobierno: organizar a un millón de civiles para colaborar con la fuerza pública. Esa agrupación pidió a sus compatriotas que abandonen su neutralidad o apatía y 'tomen posición como lo han hecho los pobladores de las más apartadas regiones, quienes sin ninguna vacilación han salido a defender sus patrimonios y respaldar a las autoridades'.

El paso adelante pedido a la ciudadanía no será fácil de sostener cuando el terrorismo insurgente asesine a los más diligentes y exhiba sus cadáveres como escarmiento, según anticipan los análisis más sombríos. Activistas de derechos humanos advierten, por su parte, que esas falanges civiles de ayuda al Ejército podrán desbordarse y causar más daños que beneficios. De acertar las premoniciones, se agravaría la violencia de una nación, cuyo nuevo esfuerzo bélico contra la subversión exigirá 1.600 millones de dólares, según el ministro de Hacienda designado, Roberto Junguito, que se financiarán con bonos de guerra y nuevos impuestos.

Piedad, de 22 años, colaboradora en las oficinas de Uribe en Bogotá, no lo duda: '¿Vamos a seguir como hasta ahora? ¿Vamos a seguir aceptando pasivamente que nos sigan matando?'.

El presidente electo de Colombia, Álvaro Uribe, saluda a sus partidarios, ayer, en Medellín.
El presidente electo de Colombia, Álvaro Uribe, saluda a sus partidarios, ayer, en Medellín.REUTERS

El triste adiós de Pastrana

El presidente saliente de Colombia, Andrés Pastrana, de 47 años, deja la máxima jefatura del Estado con bajos índices de popularidad, al no haber podido cumplir sus promesas de campaña contra la corrupción, la reactivación económica y la paz. Haber demostrado la naturaleza terrorista de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) ha sido considerado un magro éxito por la mayoría de sus compatriotas, que se sienten, según las encuestas, con el agua al cuello.

Pastrana apostó por una política de concesiones con la guerrilla más poderosa de América Latina, entre ellas, una zona desmilitarizada de 42.000 kilómetros cuadrados, que debió abandonar a comienzos de año porque sólo recibió de las FARC desprecios y dinamita. Agotó tres años en un diálogo infructuoso con la principal amenaza para el Estado, y entrega el mando de una nación con numerosos alcaldes, jueces y fiscales amenazados de muerte, con sus municipios y despachos paralizados. Tampoco resultaron los contactos con el Ejército de Liberación Nacional (ELN), guevarista.

'La lógica en los últimos 30 años ha sido que cada Gobierno es más malo que el anterior. Éste sigue la misma lógica y la supera de manera impresionante', según el ex guerrillero y analista político León Valencia. En su opinión, las improvisaciones fueron muchas, y se perdió el rumbo de las conversaciones de paz. De hecho, nunca hubo acercamientos sustanciales sobre los problemas primordiales de Colombia, la injusticia social, la reforma agraria o el paro.

El Gobierno saliente, no obstante, controló el déficit fiscal, en torno al 2,6% del PIB, y modernizó las Fuerzas Armadas, con 140.000 soldados en filas frente a los menos de 80.000 de 1998; la flotilla de helicópteros pasó de 80 a 190. Las relaciones internacionales florecieron, con algún acuerdo comercial sustantivo, y se forjaron estrechos vínculos con Estados Unidos, muy deteriorados durante el Gobierno de Ernesto Samper, que abandonó la presidencia sumido en el descrédito, acusado de haber aceptado dinero del narcotráfico en la campaña electoral.

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