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EL DEBATE SOBRE LOS ALIMENTOS MODIFICADOS

La industria de EE UU se enfrenta al Tercer Mundo en la cumbre de Colombia

La industria biotecnológica ha decidido contraatacar. Después de cuatro días de negociaciones, la redacción del Protocolo de Bioseguridad en el que se trabaja esta semana en Cartagena de Indias, en el Caribe colombiano, para regular el tráfico de alimentos transgénicos, parece acercarse poco a poco a las posiciones de las ONG y los países del llamado Tercer Mundo. Y la industria (con mayoría de empresas estadounidenses) está dispuesta a impedirlo.La Global Industry Coalition (GIC) emitió ayer un comunicado y ofreció una rueda de prensa en las que denunció a sus rivales por "obedecer a intereses creados" y amenazó con abandonar las negociaciones, que finalizarán el viernes. La tesis de la GIC es que las ONG "se están extralimitando en sus propuestas, desviándose demasiado hacia la política".

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La GIC (integrada por 2.200 empresas de Estados Unidos, Argentina, México, Canadá y Australia) aceptaría redactar un protocolo en el que se regule la proliferación de alimentos transgénicos, siempre y cuando pueda comprobarse científicamente que afecta negativamente a la biodiversidad y el medio ambiente, "pero nunca en estos términos". "Un acuerdo inefectivo, basado sólo en compromisos políticos, puede deteriorar el comercio internacional", aseguran.

La ONG Greenpeace, la más inquieta en Cartagena y una de las que más ha denunciado el aumento de productos transgénicos en los últimos años, pretende que el protocolo incluya una moratoria de cinco años para el desarrollo de esta industria. Algunos de sus activistas pusieron ayer el detalle de color, disfrazándose de Maíz-Escorpión y Pez-Fresa, protestando por la modificación del maíz con genes de escorpión, que consideran peligroso para la salud, y la inclusión de genes de pez en un nuevo tipo de fresa.

Dos posiciones

Las diferencias en la redacción del protocolo ha enfrentado dos posiciones muy divergentes desde el domingo pasado, cuando comenzó la reunión de los casi 500 delegados de 170 países que llegaron a Cartagena. EE UU abandera el grupo de los defensores de la tecnología transgénica. Hasta un 25% del maíz, y un 30% de la soja que exportan sus empresas, tiene este origen, del que aseguran que puede solucionar el hambre en el mundo. La Unión Europea, mientras tanto, mantiene una posición más cautelosa: defiende un acuerdo que tenga en cuenta los aspectos medioambientales, pero también los económicos. Un tercer grupo, cercano a las posiciones de las ONG, lo conforman los países del Tercer Mundo, que ven cómo sus cultivos naturales pierden competividad frente a los avances tecnológicos estadounidenses. Según las organizaciones ecologistas, la pelea no es más que "otra manifestación de la lucha entre el Norte rico y el Sur pobre".

El acuerdo, por lo tanto, parece estar lejos de conseguirse. El texto consta de 46 artículos y dos anexos: sólo sobre nueve de ellos hay acuerdo. Los delegados deberán entregar el protocolo antes del viernes, ya que el lunes será firmado por los delegados de los ministerios de Medio Ambiente de los 174 integrantes de la Convención sobre Biodiversidad de la ONU. El protocolo está pendiente desde la Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro, en 1992.

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