_
_
_
_
_
Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

De 'Dolly' a 'Polly'

LA CREACIÓN -nunca mejor empleada la expresión- de Polly, una oveja clónica que es portadora de genes humanos, remite de nuevo al viejo sueno científico de granjas de animales que suministren, de forma limpia y eficiente, las medicinas que el hombre siempre ha necesitado para combatir sus enfermedades más terribles. La biotecnología europea está consiguiendo en este caso éxitos importantes -tan sólo hay que recordar la creación de Dolly, la primera oveja clónica-. En esta ocasión, a la idea de clonar o repetir exactamente un animal el número de veces que sea necesario se añade la integración de un gen humano, que permite la producción de una sustancia farmacéutica que se obtendrá en la leche. Ése es el Objetivo de los científicos, que hasta ahora ha sido un éxito y que parece salido de las páginas de un relato de ciencia-ficción.Pero la biotecnología tiene también un lado inquietante y potencialmente peligroso para los seres humanos. El Parlamento Europeo acaba de aprobar un proyecto de directiva sobre el complejo asunto de las patentes de productos obtenidos mediante ingeniería genétical, tanto en animales y plantas como en genes, secuencias genéticas e incluso material biólogico de humanos con especiales aplicaciones médicas. Nada menos que nueve años han tardado los parlamentarios en aprobar un texto que ha contado con la oposición de una importante fracción de la Cámara y que sin duda despertará reticencias inevitables en algunos sectores de la sociedad. Un texto, por otra parte, que no es definitivo todavía y que deberá ser ratificado o modificado por el Consejo de Ministros de la Unión Europea.

La tesitura en la que se ha producido el debate era complicada. Estados Unidos y Japón tenían ya una normativa más permisiva, de modo que la indeterminación europea sobre estas cuestiones influía negativamente sobre la industria farmacéutica de nuestro continente. Al mismo tiempo, los requerimientos de índole moral y de protección de la intimidad y dignidad de las personas han estado muy presentes a la hora de legislar sobre la materia.

El resultado de esa larga etapa de reflexión ha sido una norma que incorpora muchas de esas cautelas, pero crea al mismo tiempo un marco legal que permite patentar secuencias genéticas humanas, siempre que esté demostrada su utilidad terapéutica y vaya acompañada del correspondiente protocolo médico. Por otra parte, se prohíbe taxativamente la clonación reproductiva en humanos, la alteración genética germinal del ser humano, la experimentación con embriones y también la práctica -inaugurada hace unos años en Estados Unidos- de patentar trozos del genoma humano sin tener la menor idea de la función de los genes en cuestión, ni mucho menos su posible influencia en el desarrollo de enfermedades.

Cuando un tema da mucho que hablar, lee todo lo que haya que decir.
Suscríbete aquí

Aun con todas esas precauciones, sería deseable que los Gobiernos europeos estudiasen con la máxima atención una norma tan delicada como ésta e introdujeran las modificaciones oportunas para impedir de manera efectiva cualquier práctica que pueda rozar siquiera los usos perversos atentatorios a la dignidad humana de la ingeniería genética. Por otra parte, esa nueva rama del conocimiento humano está ahí y tiene aplicaciones indudablemente beneficiosas en agricultura, alimentación, medicina y protección del medio ambiente. Y como tal debe ser regulada, sus posibles beneficios garantizados y la sociedad protegida de sus potenciales efectos negativos.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_