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Reportaje:

Y después de Fidel, ¿qué?

El 70º cumpleaños de Castro resucita la incógnita sobre el futuro de la revolución cubana sin su líder

Nadie sabe muy bien por qué a Fidel Castro le llaman en Cuba el caballo. En la charada o lotería china, uno de los juegos de azar más populares en la isla, el caballo corresponde al número uno. De un hombre decidido y valiente se dice también: "Es un caballo". Indiscutiblemente, desde que en enero de 1959 entró en La Habana subido en un carro de combate después de derrotar a un Ejército apoyado por Estados Unidos, Castro se ganó su título. Entonces era un guerrillero de 33 años, tenía todo el ímpetu del mundo y también el apoyo de la mayoría de los cubanos. Ahora las cosas han cambiado. Castro cumple hoy 70 años, de los que 37 ha estado al frente del poder en Cuba.Desde luego, Castro sigue siendo el número uno de su país. Muestra de ello son sus títulos: comandante en jefe, primer secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y presidente de los Consejos de Estado y de Ministros. También continúa vistiendo el uniforme de campaña, símbolo del coraje verde oliva del tiempo de la guerrilla. Pero el cumpleaños del líder cubano ha abierto de pronto una gran incógnita en la isla: ¿y después de Fidel, qué?

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Tanto los partidarios como los detractores de la revolución castrista se preguntan estos días: ¿sobrevivirá la revolución al hombre que la concibió en los años cincuenta y que la condujo hasta las puertas del año 2000? ¿Es posible la revolución cubana sin Fidel Castro? Hace poco mas de un mes, durante la clausura del II Congreso de los Pioneros, Castro pareció preguntarse lo mismo al pronunciar un discurso ante cientos de niños y adolescentes.

"Jamás imaginé que iba a vivir 70 años", confesó Castro, "ahora, de repente, uno descubre que casi todo quedó por detrás y que la vida tiene sus límites". El presidente cubano afirmó sentirse contento por la "multititud de gente joven preparada, inteligente con que cuenta la revolución", y aseguró: "Me siento feliz de que un gran número de nuevos cuadros hayan ido ocupando el lugar de la primera generación de esta etapa de la revolución. Nos sentimos felices porque están en manos sólidas y firmes la dirección del partido y la dirección del Estado, que tienen la responsabilidad fundamental en los destinos del país".

De momento, la salud del presidente cubano no parece ser un grave problema. Castro sigue haciendo la misma vida de siempre. Se acuesta de madrugada, trabaja de noche en su despacho hace deporte diariamente, puede estar hasta altas horas con un amigo charlando y bebiendo buen vino español, y es capaz de hacer un recorrido maratoniano por una plantación de azúcar. En una reciente recepción en el palacio de la Revolución, a la que asistió este corresponsal, Castro bebió tantos mojitos como el que más, estuvo dos horas de pie y se paseó entre los invitados saludando a todo el que quiso con fuertes apretones de manos.

Desde hace algún tiempo, el comandante se ha ido rodeando de jóvenes colaboradores, a quienes cada vez ha dado mayor protagonismo. El caso más conocido es el de Carlos Lage, un médico pediatra de 46 años que desde hace varios años se ocupa, desde su puesto de vicepresidente del Consejo de Estado y secretario del Consejo Ministros, de los asuntos económicos del país. Es el principal ideólogo y ejecutor del proceso de reforma económica. Funcionarios cubanos aseguran que, de hecho, las atribuciones de Lage equivalen a las de un primer ministro, y que, si, en Cuba se decidiese reinstaurar ese cargo gubernamental, probable mente sería él el designado.

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Sin duda, Raúl Castro, Ricardo Alarcón, el Ejército, el Partido Comunista, junto con otras personalidades siguen siendo insoslayables en cualquier hipótesis de futuro. Pero la gran incógnita gira en torno a la supervivencia de una Cuba revolucionaria sin Fidel Castro. O si el actual régimen cubano se mantendrá sin violencia en un mundo del que ya ha desaparecido la Unión Soviética y en el que la hostilidad norteamericana se recrudece día a día, excitada por un exilio intolerante.

"Fidel es la principal fuerza de la revolución, pero también su principal debilidad", ha llegado a alertar un analista. Pero lo seguro es que nadie se atreve a poner a prueba el acierto de esta predicción. Ni siquiera el caballo que desde hace 37 años tira de la revolución cubana.

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