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EL ESPAÑOL, ÚNICO IDIOMA OFICIAL

Cela, el vellón y el enfado de Roosevelt

ENVIADO ESPECIAL, En el Estado Asociado Libre de Puerto Rico, el idioma español está vivo, goza de buena salud e incluso conserva en el lenguaje Cotidiano, callejero y campesino, algunas voces que desaparecieron hace tiempo del vocabulario peninsular. En las comunidades rurales próximas a Mayagüez, al oeste de la isla, o en la cordillera central, los campesinos -a quienes en San Juan apodan givaros- aun llaman "vuesamerced" a los extranjeros, todavía usan "faltriqueras" y "calzones" en lugar de pantalones y bolsillos y, lo que es más, denominan "pesos" a los dólares, "vellón" a las monedas de cinco centavos y, pura y simplemente "chavos" a los centavos de la todopoderosa divisa norteamericana.

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Por lo demás, en las calles del viejo San Juan -un bellísimo conjunto arquitectónico en el que el viajero se siente, alternativamente, transportado a Cádiz, La Mancha, Levante o las islas Baleares- se detectan las huellas, las voces, los nombres y los olores, de una herencia que casi un siglo de masiva penetración norteamericana no ha sido capaz de borrar.

El español que se habla en Puerto, Rico, tal vez por los Imperativos de una resistencia cultural que parece haber obedecido más al sentimiento que a una consigna política, conserva una sorprendente pureza, con todas las salvedades que se quieran en cuanto a prosodia, cadencia, modulación y tono.

El español que se habla en la isla no es, desde luego, castellano de Ávila o de Valladolid. pero sí reverbera en el oído peninsular con una familiaridad de la que carece en otras tierras latinoamericanas.

Elogios

No es de extrañar que el premio Nobel Camilo José Cela, en una reciente visita a la isla, elogiara el español de Puerto Rico y lo hizo con un calor tal que todavía reconforta a los defensores locales del idioma.

Tampoco es de extrañar que el liberal y renovador presidente norteamericano Franklin Delano Roosevelt se indignara, a mediados de los años cuarenta, ante la incapacidad de las autoridades norteamericanas en su empeño por imponer el inglés como lengua única. "El inglés es la lengua de nuestra nación y debe ser la de Puerto Rico", escribía Franklin Delano Roosevelt con palpable irritación al gobernador y al comisionado de educación de la isla de Puerto Rico en cartas autógrafas que hoy conservan todavía los puertorriqueños y que se exhiben, no sin cierto orgullo mal disimulado, en la biblioteca del Instituto de Cultura de Puerto Rico.

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