Vivir con lo inevitable
En el siglo XIX, el ministro de Asuntos Exteriores austriaco Metternïch dijo: "La política es como una obra de teatro en muchos actos que se van desplegando inexorablemente en el momento que se alza el telón. Declarar entonces que la función no puede continuar es absurdo. La obra la terminarán, o bien los actores o bien los espectadores, que se subirán al escenario".En las últimas semanas, una nueva obra ha levantado el telón en Europa. Muchos de los actores todavía están dudosos, a la espera de ver qué papeles asumen los otros. No obstante, al final sólo quedará una elección: terminar la obra o ser devorado por ella.
Aunque el peso del pasado -y la inquietud ante el resurgimiento de una Alemania unida- haga que algunos no quieran reconocerlo, estamos presenciando el final de la etapa de la posguerra. El mundo político familiar durante más de una generación se está desintegrando ante nuestros ojos.
Las nuevas realidades son:
- La unificación alemana, de algún modo, se ha hecho inevitable.
- La OTAN tendrá que cambiar sustancialmente.
- El Pacto de Varsovia no sobrevivirá durante mucho tiempo en la próxima década en su forma actual.
- La integración de la Comunidad Europea tendrá que acelerarse para tener en cuenta las nuevas oportunidades en Europa oriental, más recientemente en Checoslovaquia.
- Estas tendencias requerirán una nueva perspectiva de las relaciones Este-Oeste, lo que incluye (y quizá de modo especial) las negociaciones sobre control de armamento.
Aunque llevará meses, y quizá años, completarlo, este proceso debe comenzar ahora, en la cumbre de Malta entre el presidente Bush y el secretario general Gorbachov.
Unificar Alemania
En las últimas semanas, la unificación de Alemania, que durante tanto tiempo ha sido el tema de una retórica ambivalente, se ha convertido en una posibilidad real. Ahora que se está desintegrando, ha surgido una nostalgia repentina por el statu quo. Los atlantistas insisten en que la Alianza puede continuar sin cambios y que la unificación de Alemania sigue siendo responsabilidad de los vencedores de la Segunda Guerra Mundial. Los que creen en la relajación de la tensión advierten en contra de promover la unificación alemana por temor a intranquilizar a la Unión Soviética.
Con seguridad, el Oeste no tiene motivo para adelantarse a los deseos alemanes de reunificación. Quizá 40 años de Gobierno comunista hayan producido el resultado irónico de estimular el nacionalismo de Alemania Oriental. Pero si éste no fuera el caso, resultaría extremadamente peligroso para las democracias occidentales -cualesquiera que sean sus anhelos secretos o sus teóricos derechos legales- intentar mantener una Alemania dividida en contra de los deseos del pueblo alemán. Porque, más pronto o más tarde, esa postura encendería un nuevo nacionalismo alemán.
Hasta hace poco, la unidad alemana, en tanto en cuanto tuviera un significado operativo, se igualaba a la unificación de Europa. Se esperaba que extender algunos de los beneficios de la Comunidad Europea a Europa Oriental ayudaría a enmendar algunas directrices europeas defectuosas. Aunque ese programa sigue siendo esencial, los recientes acontecimientos no dejan lugar a dudas de que la unificación de Europa tiene un ritmo distinto al de la unificación de Alemania.
Cuando hace un mes se nombró al nuevo dirigente de Alemania Oriental, Egon Krenz, declaró que la así llamada República Democrática Alemana tenía que ser un Estado comunista o no era nada. Tenía razón.
¿Qué forma adoptará finalmente la nueva Alemania? Es concebible que las dos Alemanias puedan formar algún tipo de confederación, con Gobiernos democráticos separados y unidas por algunas instituciones comunes. Existe un precedente histórico: la Alemania del siglo XIX estaba organizada como una confederación de Estados separados enlazados por una unión aduanera, aunque resultó ser la precursora de un Estado nacional. Una confederación puede facilitar satisfacer la preocupación soviética por la seguridad al mantener a Alemania Oriental como una zona de seguridad especial con armamento limitado.
La sincronización de la política y la economía planteará, inevitablemente, el tema del papel militar de la República Democrática Alemana. Incluso en una confederación, su pertenencia al Pacto de Varsovia resultaría cuestionable. Es difícil imaginar cómo una confederación alemana cuya porción oriental estuviera dominada más o menos por los mismos partidos políticos que la porción occidental, pudiera estar aliada tanto con el Pacto de Varsovia como con la OTAN. Y es inconcebible en el caso de un Estado federal.
¿Cómo se puede persuadir a Moscú para que permita a Alemania Oriental abandonar el Pacto de Varsovia? Por una parte, la Unión Soviética no tiene elección, porque después de unas elecciones libres, la pertenencia de la República Democrática Alemana al Pacto de Varsovia se hará insostenible. Ciertamente, la Unión Soviética tiene derecho a recibir garantías contra su pesadilla de una agresión militar procedente de Occidente. Es deseable algún tipo de condición militar especial para Alemania Oriental, y es concebible la presencia de tropas soviéticas durante un período de tiempo pactado. Estados Unidos y sus aliados deberían prepararse para tratar estos temas con generosidad. Pero, al final, la preocupación soviética por la seguridad deberá calmarse mediante nuevos pactos de control de armamento o mediante un tratado de paz europeo más que por la pertenencia de Alemania Oriental al Pacto de Varsovia.
Si la República Democrática Alemana no puede permanecer indefinidamente en el Pacto de Varsovia, ¿qué pasa con la pertenencia de Alemania Occidental a la OTAN? El portavoz soviético, Gennady Gerasimov, ha afirmado que la unificación es imposible en tanto que las dos Alemanias formen parte cada una de ellas de bloques militares opuestos. ¿Significa esto que Gorbachov ha decidido jugar la carta alemana? ¿Ofrecerá el Kremlin la unificación a cambio de la neutralidad militar puesto, en su discurso de octubre en Alemania Oriental, Gorbachov se refirió favorablemente a una propuesta hecha por Stalin en esos términos en 1953.
Simetría
Es de desear que el dirigente soviético no se vea tentado por una simetría total entre la pertenencia de Alemania Oriental al Pacto de Varsovia y la alianza de Alemania Occidental con la OTAN. Si Alemania Oriental abandona el Pacto de Varsovia, no significa que la Unión Soviética salga más favorecida si la República Federal abandona la OTAN. De hecho, yo diría que estaría peor. Ningún dirigente ruso debería despreciar las lecciones de la historia: que las dos guerras mundiales de este siglo fueron provocadas por el intento alemán de obtener una política puramente nacional en el centro del continente. Intentando apropiarse de cualquier combinación posible de los países vecinos, Alemania amenazó a cada uno de ellos de forma individual y los incitó a crear rígidas estructuras militares, que contribuyeron a la guerra. Por tanto, el resultado más seguro sería el de una Alemania unida (o confederada) que siguiera integrada en la OTAN, pero restringida por nuevas limitaciones de armamento en toda Europa.
El problema de la unificación alemana es conceptual por encima de todo. Exige, una idea de proceso, de cómo se puede unificar a Alemania y en qué período de tiempo. ¿Se convertirá en un solo país con instituciones federales, en un Estado confederal o en Algo intermedio? ¿Qué limitaciones de armamento son necesarias o deseables? ¿Cuál es la estructura europea y atlántica adecuada en la que estos cambios deberían tener lugar?
Mientras buscan respuesta a estas preguntas, es imperativo que la Alemania Occidental y sus aliados occidentales trabajen estrechamente unidos. Pero, al hacer eso, deben mantener presente una realidad primordial: el prerrequisito para la adhesión continuada de la RFA al campo occidental consistirá en conceder algún tipo de unificación. El reto consiste en asegurarse de que ocurre en circunstancias tales que todas y cada una de las naciones se sientan seguras, incluso la Unión Soviética.
Relaciones Este-Oeste
Desde la llegada de Gorbachov, Occidente ha estado obsesionado por su personalidad versátil y valiente. Pero confiar en una sola personalidad es un consejo desesperado. Porque si la política exterior de Gorbachov es un tour de force personal, a la larga no se sostendrá. Por supuesto, no se puede excluir la posibilidad de que Gorbachov no sobreviva, dado el reto que ha planteado a tantos intereses constituidos dentro de la Unión Soviética.
No obstante, y por el momento, la posición de Gorbachov parece fuerte todavía. Sin embargo, si uno cree que existe un consenso relativamente amplio entre el mando soviético, se vuelve especialmente importante analizar los elementos de tal consenso.
Existen tres posibilidades:
1. Los dirigentes soviéticos pueden creer que aflojando su control de Europa oriental podrán mantener la situación existente a menor coste.
2. Pueden estar jugando la carta alemana, utilizando la perspectiva de una Alemania unida neutral para echar al poder militar norteamericano de Europa.
3. Los soviéticos pueden desear verdaderamente llevar a cabo una negociación seria sobre un nuevo equilibrio Este-Oeste. Tanto la Unión Soviética como Estados Unidos tendrán que romper con esquemas tradicionales. La URSS tendrá que abandonar su estrategia de debilitar los centros de poder euroasiáticos. EEUU tendrá que abandonar sus desafíos a la Unión Soviética dentro de sus fronteras nacionales. En la práctica, el nuevo equilibrio debería incluir los siguientes elementos:
1. Un concepto de la unificación alemana basada en la autodeterminación.
2. Un status de seguridad especial para el territorio de Alemania Oriental.
3. Un equilibrio pactado de fuerzas a ambos lados de la actual línea divisoria de Europa.
4. Reducción sustancial de fuerzas terrestres soviéticas y retirada de la mayoría al interior de la Unión Soviética, a la par que importante retirada de tropas terrestres americanas.
5. Alguna disposición para mantener las armas nucleares y fuerzas aéreas norteamericanas como parte de la estrategia común de defensa occidental.
6. Una Europa occidental integrada con lazos fortalecidos con las democracias emergentes en Europa oriental.
7. Un acuerdo comprobable de armas estratégicas.
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