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Las deficiencias comerciales, riesgo principal de la horticultura almeriense

Almería, desértica hace años, es hoy un foco de riqueza hortofrutícola. El cultivo de primor o frutos extratempranos proporciona trabajo a 17.000 familias y una facturación anual próxima a los 30.000 millones de pesetas. Tres amenazas pesan, no obstante, sobre este floreciente sector: la deficiente comercialización de los productos, la dependencia del exterior en la compra de semillas y la limitación de las existencias de aguas para riegos. Tres sombras que pueden frenar el rápido proceso de desarrollo de esta pequeña parcela de la huerta de Europa.

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La técnica del enarenado

Hace un cuarto de siglo, la llanura del Campo de Dalías, situada entre la sierra de Gador y el mar Mediterráneo, era una zona estéril que daba cobijo a 17.000 habitantes, la mayor parte de los cuales se dedicaban a la pesca, la industria salinera, el pastoreo y una débil y angustiada agricultura.Hoy el Campo de Dalías es un emporio agrícola que cobija miles de invernaderos -en toda la provincia hay contabilizados 12.000-, que ocupan 5.864 hectáreas. A finales del pasado año la población que se asentaba en la zona rondaba las 70.000 personas, aproximada mente. Almería es por esta razón la única excepción a la corriente emigratoria rural desarrollada en España en las últimas décadas.

La actividad de los invernaderos ocupa a 17.000 familias y su producción ha llevado a la provincia de Almería a escalar en los ingresos per cápita desde el lugar 49 -la penúltima de España en 1955- al 34 en el año 1977, y al 25, a finales de 1979, según datos del Banco de Bilbao, pioneros en la financiación de los invernaderos de la provincia.

Respecto al total en pesetas de producciones agrícolas, el cultivo de primor ha supuesto para la provincia una facturación a finales del pasado año, de 30.000 millones de pesetas, aproximadamente, lo que la sitúa en el cuarto lugar de las provincias agrícolas españolas, detrás de Valencia, Sevilla y Lérida.

La riqueza hortofrutícola que atesora lo que hace veinticinco años era un páramo se debe fundamentalmente a cuatro causas: el alumbramiento de aguas subterráneas (hay 1.200 pozos en la provincia), la aplicación de la técnica del cultivo de enarenado, el descubrimiento de los plásticos industriales y la práctica del riego por goteo, y el privilegio de un clima que ofrece al año 3.000 horas de sol y dieciocho grados centígrados de temperatura media (12,9 grados centígrados de media en invierno).

En relación con otros países de la órbita del Mercado Común Europeo, las 7.000 hectáreas de invernadero implantadas se acercan a la superficie ocupada por este sistema en Holanda (8.500 hectáreas), líder europeo en el ramo, y en Francia. La ventaja inicial con que parte la producción almeriense es la benignidad del clima. En los citados países, calentar los invernaderos supone un fuerte desembolso en productos energéticos.

Los invernaderos almerienses facilitan dos cosechas anuales de productos hortícolas. De la producción total -cerca de 500.000 toneladas de tomate, 43.000 de judía verde, 95.000 de pimiento y 160.000 de sandía, entre otros-, un 20%, aproximadamente, se dedica a la exportación. Pero el sector, desarrollado en el campo técnico, no tiene el mismo nivel en el terreno comercial.

La espada de Damocles que pende sobre la riqueza que producen los invernaderos es la dificil y desequilibrada comercialización de que se dispone. La venta directa del agricultor a los mercados no es la moneda de uso más corriente por una razón fundamental: la superficie media por explotación no sobrepasa, en general, la media hectárea, lo que obliga al agricultor durante todo el tiempo de la cosecha a acudir al mercado con reducido volumen de frutos.

Las ventas de los productos se realiza en las alhóndigas o en los almacenes de cooperativas, asociaciones estas que aún no han remontado decididamente el vuelo, a pesar del impulso que están recibiendo en los últimos años y el importante éxito que algunas han logrado. En las alhóndigas, las ventas se hacen por el método de subasta a la baja, y en ellas los compradores adquieren los lotes adecuados a sus necesidades. En la operación de compraventa, la alhóndiga cobra una comisión al agricultor del 6%.

Por lo que se refiere a la competencia en el mercado exterior, el problema se plantea al ofrecer productos que, aun dentro de la misma gama, no presentan uniformidad de tamaños, colores y características.

Otro tema con que se enfrenta el cultivo de primor almeriense es la limitación de las existencias de agua para riegos y el acelerado crecimiento del número de hectáreas cubiertas por plástico.

El tercer flanco a cubrir por la agricultura almeriense se deriva de la dependencia del extranjero en el terreno concreto de las semillas. Esta dependencia costó a los agricultores de la provincia en el año 1979 alrededor de quinientos millones de pesetas. En España no existe aún un desarrollo armónico de la investigación genética de las seinillas que se utilizan en los invernaderos. En la actualidad es Tailandia el país productor por excelencia de las semillas que consumen los invernaderos, aunque la comercialización de las mismas se realice a través de Europa, por canales que en la actualidad dominan Holanda y Francia.

La floricultura tiene en Almería un porvenir aún mucho más claro que la horticultura. El precio de los productos energéticos para el desarrollo del sector es la causa fundamental de esas óptimas perspectivas.

Las condiciones climáticas almerienses suponen un considerable ahorro de energía y, por tanto, una mayor competitividad en precios frente a los productos que ofrecen países tradicionalmente líderes en este campo, como puede ser Holanda, donde el invernadero tiene que calentarse con fuel.

Al tiempo, una circunstancia marginal incide en que empresas de la órbita comunitaria europea traten de instalarse en Almería. Colombia, importante exportadora de flores, ya no es una oferta rentable por la carestía del transporte de los productos, transporte que se hace en vuelos charter. Nigeria, con una política gubernamental de fuertes impuestos, comienza también a perder terreno y presencia en el mercado mundial de la flor en favor del cultivo español.

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