Cinecittà vuelve a ser el plató de Hollywood en Europa
Tras sortear el riesgo de su desaparición, los estudios romanos funcionan a pleno rendimiento gracias a una serie de cuantiosas ayudas públicas y a la llegada de plataformas como Netflix y Amazon. Roland Emmerich, Angelina Jolie, Luca Guadagnino y Nanni Moretti han rodado allí sus nuevos proyectos
El estudio 5 de Cinecittà está a pleno rendimiento. En su día, fue el favorito de Federico Fellini, que rodó en él La dolce vita, Amarcord u Ocho y medio, antes de escenificar su propia defunción en su descomunal perímetro: la capilla ardiente del director se instaló dentro de este plató a su muerte en 1993. Este verano, un cineasta de distinto signo, Roland Emmerich, ha dejado atrás sus películas de catástrofes para rodar en el mismo lugar una serie de romanos, Those About to Die, con Anthony Hopkins haciendo de emperador. El decorado está presidido por un palco imperial cubierto de tela púrpura, el color de los gobernantes romanos, junto a unas gradas en sólido mármol —en realidad, están hechas de convincente cartón piedra— y una arena en la que lucharán los gladiadores que se preparan para morir.
La serie, que podrá verse en Amazon Prime en toda Europa, no es el único proyecto rodado en Cinecittà en los últimos meses. Tras enfrentarse a su desaparición hace solo una década, los famosos estudios romanos parecen vivir una segunda juventud. Angelina Jolie ha concluido el rodaje de Sin sangre, una adaptación del libro de Alessandro Baricco del mismo título. Luca Guadagnino también escogió Cinecittà para sus dos nuevos proyectos: Queer, con Daniel Craig, y Challengers, con Zendaya. El alemán Edward Berger, la revelación de Sin novedad en el frente, acaba de dirigir Conclave, una intriga pontificia con Ralph Fiennes, y el británico Joe Wright ha puesto el broche a su adaptación televisiva de M, el hijo del siglo, la novela de Antonio Scurati sobre la juventud de Mussolini. Una versión moderna del Decamerón para Netflix y un Ripley de nuevo cuño protagonizado por Andrew Scott, el tentador cura de Fleabag, completan una agenda de rodajes a toda máquina.
A finales de agosto, con Roma todavía desierta, el mayor estudio de Europa, que se extiende a lo largo de 60 hectáreas en la frontera sureste de la capital italiana, volvía a estar lleno. Cinecittà es una ciudad en miniatura, con un sinfín de espacios de rodaje, oficinas, salas de maquillaje, departamentos de atrezo y laboratorios digitales repartidos por edificios racionalistas cubiertos por la sombra de los pinos y pintados de un naranja amable, no estridente, con objetos decorativos de épocas remotas y otros descartes de viejos rodajes esparcidos por las esquinas. Los estudios fueron creados por Mussolini en 1937, cuando el Duce quiso poner la producción cinematográfica al servicio de la propaganda fascista: según rezaba el eslogan de la época, las películas eran “el arma más fuerte”.
“Roma nunca ha dejado de estar de moda. Lo que no siempre lo estuvo eran sus servicios”, dice el administrador delegado de Cinecittà, Nicola Maccanico, responsable de los estudios desde 2021
La historia de Cinecittà, como la de la Italia del siglo XX, es un contraste de luces y sombras. En sus mejores tiempos, se rodaron Ben-Hur, Quo Vadis o Cleopatra, pero también innumerables péplums baratos, los llamados sandaloni. Abundantes clásicos de autores como Visconti y Da Sica, pero también cintas patrióticas sobre la campaña bélica de Etiopía. En Cinecittà, los extremos se tocan: Nanni Moretti filmó aquí parte de la recién estrenada El sol del futuro, años después de reconstruir la Capilla Sixtina para Habemus papam, a escasa distancia del estudio que el Gran Hermano italiano ocupa de forma permanente.
En poco más de dos años, Cinecittà ha pasado de registrar una tasa del 30% de ocupación de sus platós en marzo de 2021 a acercarse al 80%. Desde 2021 ha acogido 50 producciones, superando a los estudios Pinewood, en Londres, los favoritos de gigantes de la producción como Disney, o Babelsberg, en las afueras de Berlín, que, tras unos años de gloria, durante los que acogieron rodajes de Quentin Tarantino y Wes Anderson, se enfrentan a un futuro incierto tras su compra por un fondo de inversión estadounidense.
No es la primera vez que Cinecittà renace de sus cenizas. En 1943, los estudios fueron bombardeados por el ejército aliado, antes de convertirse en el lugar de rodaje predilecto del neorrealismo italiano en la primera posguerra. Y luego en el llamado “Hollywood sobre el Tíber”, cuando las mayores estrellas del planeta, de Ava Gardner a Kirk Douglas, paseaban por la Via Veneto para mayor deleite de los paparazis (un oficio que seguramente no existiría sin Cinecittà). En los ochenta, en plena transformación de la industria del cine, ya estuvo a punto de echar el cierre.
Volvería a suceder en 2012, cuando se planteó despedir a parte de su plantilla y construir un hotel junto al estudio, además de un parque de atracciones al sur de Roma (Cinecittà World, inaugurado en 2014 con decorados de Dante Ferretti, colaborador de Pasolini, Fellini o Scorsese). Los responsables del estudio dan por enterrada su reconversión en resort de lujo. “A Cinecittà se viene a trabajar y no a dormir”, señalan. La única concesión al turismo ha sido la creación de un museo, inaugurado en 2011, que recorre la apasionante historia de estos estudios, a los que Fellini comparó una vez con “el vacío cósmico antes del Big Bang”. Es decir, el lugar donde todo se volvía posible, casi por arte de magia, a partir de la nada.
Cinecittà ha pilotado una mejora de los 19 estudios existentes y planea la creación de cinco más en los próximos años. En 2026, su capacidad de producción habrá aumentado un 60%
Roma vuelve a obtener ahora el favor de Hollywood. “La ciudad nunca ha dejado de estar de moda. Lo que no siempre lo estuvo eran sus servicios”, argumenta el administrador delegado de Cinecittà, Nicola Maccanico, procedente de la Warner italiana y nombrado en 2021 por el Gobierno del país para reflotar este lugar (parcialmente privatizados durante los noventa, los estudios vuelven a ser de titularidad pública desde 2017). “La fascinación por la historia de Cinecittà y por Roma son valores añadidos, pero solo si uno sabe ofrecer las condiciones de trabajo adecuadas”, añade Maccanico, que admite la importancia adquirida por nuevos clientes como Netflix, Amazon o la filial televisiva de Sky, aunque niegue cualquier dependencia respecto a la economía de las series. “Si en 2022 supusieron un 70% de nuestros rodajes, frente al 30% de las películas, este año esos porcentajes se han invertido”, asegura.
Hay otras explicaciones válidas para explicar este renacimiento. En 2021, el Gobierno italiano aprobó una deducción fiscal del 40% para las producciones extranjeras y decidió invertir parte de los fondos europeos de recuperación, unos 300 millones de euros, en modernizar los equipamientos y construir otros nuevos. Desde entonces, Cinecittà ha pilotado una mejora de los 19 estudios existentes y planea la creación de cinco más en los próximos años. En 2026, su capacidad de producción habrá aumentado un 60%. Tres de esos platós son exteriores, como uno que recrea la Roma antigua, construido para una serie de HBO en 2006, un trampantojo que cuesta no confundir con las ruinas del centro de la ciudad. Fremantle, gigante de los contenidos audiovisuales en Europa, ha firmado un acuerdo para ocupar seis de los estudios de Cinecittà de forma permanente durante cinco años. “Pinewood y Babelsberg tienen instalaciones excelentes y trabajamos mucho con ellos, pero Cinecittà cuenta con la ventaja adicional del crédito fiscal italiano, que es uno de los mejores del continente”, declara Andrea Scrosati, director general de Fremantle en Europa. “Además, Italia ofrece una variedad única de localizaciones si hay que rodar en exteriores”.
La luz que baña el recinto de Cinecittà también beneficia a los estudios. “Muchos cineastas me han dicho que quisieron rodar aquí para reencontrar esa luz intensa y cálida de las películas de otro tiempo”, confirma Maccanico. Las fotos de rodaje de la miniserie de Joe Wright sobre Mussolini recuerdan al claroscuro de Érase una vez en América o de Gangs of New York, por citar solo dos de los cientos de películas filmadas en el lugar, que abarcan desde Vacaciones en Roma hasta Gladiator.
Hace unos meses, el director Saverio Costanzo —responsable de la adaptación televisiva de La amiga estupenda, de Elena Ferrante— quiso rodar en el estudio su nueva película, Finalmente l’alba, presentada en la Mostra de Venecia, donde Lily James interpreta a una actriz de Hollywood que rueda en el lugar durante los cincuenta. “Cinecittà no es solo un estudio cinematográfico, tiene una atmósfera única e intransferible”, responde Costanzo por correo electrónico. “La diferencia es cómo cae la luz, la historia que uno respira en estos platós. La diferencia, respecto a un estudio más impersonal, son los rostros y la forma de ser. Cinecittà somos nosotros”.
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