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La rebelión imparable y libre de ‘Pobres criaturas’, de Yorgos Lanthimos, conquista el León de Oro del festival de Venecia

El filme sobre una mujer sedienta de placer y conocimiento, encarnada por Emma Stone, encumbra al creador griego. Peter Sarsgaard y Cailee Spaeny, mejores intérpretes en un palmarés que reconoce los trabajos más políticos de Garrone y Holland sobre la crisis de los migrantes

Tommaso Koch
Yorgos Lanthimos con el León de Oro del festival de Venecia por 'Pobres criaturas'.
Yorgos Lanthimos con el León de Oro del festival de Venecia por 'Pobres criaturas'.TIZIANA FABI (AFP)

No hay quien pueda con la protagonista de Pobres criaturas. En su camino hacia la libertad deja galanes en lágrimas, ideologías desmontadas y convenciones quebradas. Ni tampoco ha habido películas capaces de aguantar tanta firmeza y valentía: el filme de Yorgos Lanthimos se ha llevado el León de Oro del 80º festival de cine de Venecia. Al director griego ya se le reconocían una imaginación y un talento desbordantes. Y, además, el atrevimiento de no conformarse y jugársela en cada nuevo proyecto. Obras como Canino o La favorita hablan por sí solas. Pero, ahora, la imparable Bella Baxter y su disparatada sed de deseo y conocimiento le han arrastrado hasta la consagración. Un mérito compartido con Emma Stone, que insufla al personaje quizás la mejor interpretación de su carrera. Tanto como para merecer a su vez un premio. La tradición de la Mostra, sin embargo, opta por no entregar dos reconocimientos a una misma obra.

La película sigue a Baxter desde que resucita. Vida nueva, cerebro también distinto. Pero, ya que debe aprenderlo todo de cero otra vez, la criatura no renuncia a cuestionar las certezas más absurdas de la sociedad. Patriarcado, represión sexual, desigualdad. La lógica simple de la joven no los entiende. Una mente más formada, en realidad, tampoco. Tan fascinante idea —basada en la novela homónima de Alasdair Gray—, aterriza en el cine entre mundos oníricos, versiones alucinantes de Lisboa o París, osadías de la cámara y una prueba dificilísima de Stone. Presente en cada fotograma. Y, a menudo, desnuda. Tanto que el director le dedicó el galardón: “Sin ella, esta película no existiría”.

Ryûsuke Hamaguchi, con el Gran Premio del Jurado por 'Evil Does Not Exist'.
Ryûsuke Hamaguchi, con el Gran Premio del Jurado por 'Evil Does Not Exist'.GUGLIELMO MANGIAPANE (REUTERS)

En un mundo cada vez más frenético, el festival otorgó el segundo reconocimiento más importante a su filme más lento. Evil Does Not Exist, de Ryûsuke Hamaguchi, se ha llevado el Gran Premio del Jurado con una receta tan plácida como fascinante. La lucha de una sencilla comunidad rural, invadida por la extraña modernez llamada glamping —un camping de toda la vida, pero glamuroso—, ofrece infinitas lecciones, de vida y de cine. Sucede en el Japón remoto, pero suena familiar en cualquier rincón del planeta. Se habla de capitalismo, calentamiento global, decrecimiento, cercanía. Y se constata que el autor oscarizado por Drive My Car pasa de revelación a certeza absoluta del nuevo cine japonés.

Matteo Garrone, con el León de Plata a la mejor dirección por 'Io Capitano'.
Matteo Garrone, con el León de Plata a la mejor dirección por 'Io Capitano'. GUGLIELMO MANGIAPANE (REUTERS)

La odisea de los migrantes de Io Capitano también ha llegado hasta un puerto más que deseado. La película de Matteo Garrone se ha llevado el León de Plata a la mejor dirección. Su joven protagonista dejó atrás su Senegal natal y su familia; cruzó el desierto y la tortura, encontró monstruos y ángeles, dejó dinero y traumas en su periplo hacia Europa. El cineasta quiso mostrar “el contracampo” del viaje que desde hace décadas protagoniza titulares y debates políticos. Se adentró en el continente africano: preguntó, escuchó, filmó. Y volvió con una visión previsible, pero nada estereotipada ni condescendiente. Méritos, sin duda, notables. Junto con la Copa Mastroianni al mejor intérprete revelación para Seydou Sarr. La sala ovacionó al muchacho y le quitó el aliento. Solo pudo decir que no tenía siquiera “palabras”. Aunque su silencio emocionado lo contó todo.

Agnieszka Holland
Agnieszka Holland, con el Premio Especial del Jurado por 'Green Border'.GUGLIELMO MANGIAPANE (REUTERS)

Un ministro de Justicia no tiene por qué entender de cine. Pero el polaco Zbigniew Ziobro tampoco ha manejado bien los tiempos. La misma película que comparó hace dos días con la “propaganda nazi” hoy se ha alzado con el Premio Especial del jurado. A saber si el reconocimiento para Green Border, de Agniezska Holland, también quiso responder a tamaño ataque. Lo cierto es que no puede ser más oportuno, tanto en lo fílmico como en lo político. “Fue una película muy difícil de hacer por varias razones. Algunas os las imagináis. Otras, no”, dijo Holland. Igual que pocos debían de conocer el drama que sufren —todavía, recordó la creadora— miles de migrantes en la frontera entre Bielorrusia y Polonia. Holland la reconstruye con una poderosa obra coral. Y, de paso, cuestiona tanto al Ejecutivo conservador de su país como al continente entero: tal vez no sorprenda que el dictador Lukashenko deje pasar a los refugiados hacia el otro lado. Otra cosa, sin embargo, es que la acogedora UE los devuelva al punto de partida. Y así, una y otra vez, en un limbo eterno con sabor a infierno. “No es que Europa no puede ayudarlos, no quiere”, agregó.

Cailee Spaeny con la Copa Volpi a la mejor actriz del festival de Venecia por 'Priscilla', de Sofia Coppola.
Cailee Spaeny con la Copa Volpi a la mejor actriz del festival de Venecia por 'Priscilla', de Sofia Coppola. ETTORE FERRARI (EFE)

Algún seguidor de Elvis Presley no apreciará Priscilla, de Sofia Coppola. La película pone el foco sobre su esposa —hasta el divorcio entre ambos, en 1973— y ve al rey del rock solo a través de los ojos de ella. De ahí que sea Cailee Spaeny, en la piel de la protagonista, quien se lleve los focos, casi todos los planos y, ahora, la Copa Volpi a la mejor actriz. He aquí tal vez la única elección cuestionable del palmarés. Su Priscilla desborda inocencia, pero sabe resistir. Lidia con el desmadre de vivir con el mito, mientras mantiene unidos los pedazos de su mundo interior. A saber si la imposibilidad de premiar a Emma Stone obligó al jurado a debatir más de la cuenta. Queda, sin embargo, la sensación de un premio desproporcionado.

Peter Sarsgaard, con su Copa Volpi.
Peter Sarsgaard, con su Copa Volpi.GUGLIELMO MANGIAPANE (REUTERS)

Puede que la delicadeza sea la mayor fuerza de Memory, del mexicano Michel Franco. Y, desde luego, contribuye la finura de sus dos intérpretes principales: Jessica Chastain y Peter Sarsgaard. El segundo se llevó la Copa Volpi al mejor actor. El filme se centra en dos almas que la vida ha golpeado, pero no consigue hundir. Entre otras cosas, gracias a que se encuentran. Sarsgaard llena de dignidad, a la vez que dolor, a un hombre que empieza a padecer demencia. También la sufría su tío “Baba”, apicultor fallecido por el covid, que el actor quiso recordar. Por más que la memoria le falle a Saul, su personaje se obstina en no olvidar la hermosura que puede habitar el día a día. Cualquier herida, si compartida, cicatriza algo más rápido. O, al menos, sangra más despacio. Así que el intérprete celebró la importancia de las experiencias colectivas entre seres humanos. Y apuntó a los peligros de la inteligencia artificial, una batalla que también pelea la huelga de guionistas y actores contra los grandes estudios de Hollywood, que ha marcado todo el festival. Incluida, así, su ultimísima noche.

Pablo Larraín, con el premio al mejor guion por 'El conde'.
Pablo Larraín, con el premio al mejor guion por 'El conde'. ETTORE FERRARI (EFE)

Dos filmes de América Latina había en el concurso y ambos resultaron galardonados. El chileno Pablo Larraín repitió premio: mejor guion por El conde, junto con Guillermo Calderón, igual que en 2016 por Jackie. Justo, pero probablemente reductivo. He aquí uno de los pocos largos capaces de maravillar al certamen. Al creador no le bastó con sacar al dictador Augusto Pinochet en una película por primera vez en la historia: lo convirtió en vampiro, centro de una hilarante sátira sobre la sangre que sigue chupando a la sociedad chilena. No por nada el país llega al 50 aniversario del golpe de Estado, en dos días, con la Constitución que aprobó el tirano aún en vigor; con un reciente intento fracasado de reformarla y un segundo que se tambalea. Queda evidente, pues, el coraje de Larraín. Su maestría ya estaba clara, pero se reafirma en esta inteligentísima parodia en blanco y negro que ya está en algunas salas y llegará al catálogo de Netflix en unos días. Desde el escenario, el cineasta afirmó: “No a la impunidad”. Hubo aplausos. De la sala. Del cine. De todos.

Palmarés seleccionado

León de Oro: Pobres criaturas, de Yorgos Lanthimos.

Gran Premio del Jurado: Evil Does Not Exist, de Ryûsuke Hamaguchi. 

León de Plata a la mejor dirección: Matteo Garrone por Io Capitano.

Premio Especial del Jurado: Green Border, de Agniezska Holland.

Copa Volpi a la mejor actriz: Cailee Spaeny, por Priscilla, de Sofia Coppola.

Copa Volpi al mejor actor: Peter Sarsgaard, por Memory, de Michel Franco. 

Mejor guion: Pablo Larraín y Guillermo Calderón por El conde. 

Copa Mastroianni al mejor intérprete revelación: Seydou Sarr, por Io Capitano.

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Sobre la firma

Tommaso Koch
Redactor de Cultura. Se dedica a temas de cine, cómics, derechos de autor, política cultural, literatura y videojuegos, además de casos judiciales que tengan que ver con el sector artístico. Es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Roma Tre y Máster de periodismo de El País. Nació en Roma, pero hace tiempo que se considera itañol.

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