El libro que los soldados republicanos hicieron en Montserrat con vendajes, banderas y trapos
La Universidad de Valencia muestra una selección de los tesoros de la biblioteca de Juan Negrín
En Noviembre de 1938, en condiciones penosas, un grupo de soldados republicanos imprimió en el Monasterio de Montserrat, en Barcelona, España en el corazón. Himno a las glorias del pueblo en la guerra, el poemario que Pablo Neruda escribió un año antes posicionándose con el bando que perdería la Guerra Civil Española.
La situación del ejército republicano era desesperada. Para conseguir imprimir una tirada de 500 ejemplares, los soldados, dirigidos por el poeta y editor de la generación del 27 Manuel Altolaguirre, utilizaron el taller que los frailes tenían en el monasterio, una vieja fábrica de papel situada en Orpí, cerca de la línea del frente, y la materia prima que encontraron. Además de algodón y trapos facilitados por el comisariado, para hacer la pasta de papel usaron "ropa y vendajes, trofeos de guerra, una bandera enemiga y la camisa de un prisionero moro", contó Altolaguirre en una carta en 1941.
Algunos soldados llevaban ejemplares en la mochila cuando meses más tarde cruzaron la frontera francesa, pero la mayor parte de los libros quedó en Cataluña. Hoy solo se conservan cinco, ha afirmado este martes ante uno de ellos Salvador Albiñana, comisario de la exposición La biblioteca errante. Juan Negrín y los libros, abierta hasta el 30 de noviembre en La Nau, el edificio histórico de la Universidad de Valencia.
El noveno de los 500 libros impresos en Montserrat del Nobel de Literatura es una de las joyas de la exposición, que reúne 120 ejemplares de la inmensa biblioteca que atesoró el último presidente del Gobierno de la II República Española, "un lector y bibliófilo compulsivo", según Albiñana.
La exposición muestra las diferentes identidades lectoras del dirigente socialista: la literaria, la científica, la artística y la política. Entre otros libros, puede verse una primera edición de la adaptación que Albert Camus hizo de La devoción de la cruz, de Calderón de la Barca, en un ejemplar dedicado a Negrín. La primera obra de divulgación publicada en España sobre el principio de la relatividad de Einstein, escrita por Blas Cabrera en 1923. Ligeramente desenfocado, la biografía del fotógrafo Robert Capa. Y la traducción que André Malraux hizo al francés de sus célebres 13 puntos, la oferta que hizo el jefe de Gobierno para pactar la paz en España.
La selección de la biblioteca de Negrín, que leía en francés, inglés y alemán, ha servido a la Universidad de Valencia para inaugurar el nuevo uso de su impresionante sala Duc de Calàbria, que hasta el verano ha albergado su colección de incunables —400 libros impresos entre 1450 y 1500—, un millar de manuscritos de los siglos XIV y XV y otras valiosas ediciones.
Las obras más antiguas han sido trasladadas a cámaras de seguridad del propio edificio, ha explicado Antonio Ariño, vicerrector de Cultura. Y en la sala Duc de Calàbria, recubierta hasta el techo de estanterías de madera, han quedado solo obras del siglo XIX, cuya conservación es compatible con la luz y la humedad que tiene ahora el espacio.
Leipzig, Madrid, Nàquera, París
Como indica el título de la exposición, la biblioteca de Negrín vagó al paso que marcaron algunos de los episodios más terribles del siglo XX. Nacido en Las Palmas de Gran Canaria en 1892, Negrín se formó como médico en Leipzig, pero su carrera en Alemania se vio interrumpida por la Primera Guerra Mundial. Se instaló en Madrid, donde donó a la Residencia de Estudiantes buena parte de su vasta colección de fisiología. A partir de 1936, la Guerra Civil le hizo trasladarse con su biblioteca primero a la urbanización La Carrasca de Nàquera, en Valencia, y después a Pedralbes, en Barcelona. El exilio lo llevó más tarde a París y a Surrey, al sur de Londres.
La nieta del expresidente del Gobierno socialista, Carmen Negrín, ha recordado que su abuelo fue hasta el final un fijo de las subastas de libros. Y que en París caminaron juntos muchos kilómetros visitando los bouquinistes, los puestos de libros usados junto al Sena, donde tras la Segunda Guerra Mundial "podían encontrarse libros extraordinarios".
Después de su muerte, en 1956, los hijos del expresidente del Gobierno subastaron en Sotheby's 550 lotes de la biblioteca que Negrín tenía en su casa de Inglaterra, donde guardaba los ejemplares más valiosos. Carmen Negrín no puede precisar el número total de obras de su abuelo que conserva todavía en su casa de París —en el sótano tiene cajas por abrir—, pero cree que superan los 10.000.
Babelia
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