“Son unos estafadores de categoría”
La mujer que apoyó a los padres de Nadia de manera incondicional revela ante el juez su estrategia
Mercè M. es una víctima destacada del caso Nadia. La mujer, vecina de Fígols (Lleida) trabó una íntima amistad con los padres de Nadia y se volcó en ayudarles. Incluso se prestó a hacer de intermediaria con la prensa y con los vecinos interesados en ayudar a la pequeña. Tras descubrir que Fernando Blanco y Margarita Garau se habían embolsado el dinero que entre todos recaudaban para Nadia, Mercè se sintió “engañada y utilizada”. “Fernando llevaba la voz cantante, tiene un poder de hablar y manipular a la gente brutal. Pero Marga ha mentido igual que él. Son unos estafadores de categoría”, reflexiona ahora en su declaración como testigo en el juicio por estafa que estos días se sigue en la Audiencia de Lleida.
Los padres de Nadia se instalaron en Fígols en 2013 y matricularon a la niña en una escuela de Organyà. En una reunión al inicio de curso, Blanco explicó que su hija sufría una enfermedad rara, tricotiodistrofia. “Nos pidió ayuda y comprensión. No recuerdo si pidió dinero, pero en el díptico estaba el número de cuenta de la asociación que crearon para recaudar fondos", ha rememorado Mercè.
Con el tiempo, los padres de Nadia se convirtieron para Mercè y su pareja en “una familia”. Y la mujer les ayudó. Sobre todo, cuando Blanco les contó que sufría un cáncer de páncreas terminal y que necesitaba dinero para operar a Nadia. “Dijo que tenía que ser en Estados Unidos porque aquí no es legal, que costaba 120.000 euros. Y que no los tenían porque habían usado el dinero de la asociación para ayudar a otros niños”. Los padres habían creado la asociación en 2009 y, según la investigación, entre sus recorridos por los platós de televisión y colectas benéficas lograron estafar 1,1 millones de euros.
Mercè empatizó con Blanco. Los padres organizaron una obra de teatro para recaudar fondos en la que Nadia haría de ángel. “Él me dijo que estaba muy contento de que le diesen ese papel, pero no estaba seguro de que llegase a Navidad”, ha declarado la testigo. La mujer nunca sospechó, a pesar de que en los primeros tiempos la familia “tenía un nivel alto de vida” y había “alquilado un chalé grande”. “Decía que la mitad lo pagaba él y la otra la empresa, y que eso lo había obtenido con el dinero que había ganado como enólogo”, una profesión a la que, según la investigación, jamás se dedicó.
La estrategia de la pena funcionó. Mercè ha relatado con dolor la ristra de mentiras que entonces dio por buenas. Blanco le explicó, por ejemplo, que Nadia era “la única niña” en España que había logrado autorización judicial para que una cuenta corriente -la de la asociación- fuera a su nombre. También le mencionaba los viajes a Houston para operar a la niña, unas salidas que según el fiscal y los Mossos no fueron reales. “Nos traía regalos, como camisetas de rugby, supuestamente de Estados Unidos. Ahora pienso que seguramente los compró en Amazon”, reflexiona. Incluso le ofrecía detalles de esas operaciones de mutación de genes que los forenses ven imposibles. “Decía que él se colocaba debajo de la camilla, tumbado, mirándola para que no sufriera”.
El desengaño comenzó a fraguarse la noche en que detuvieron a Blanco, en diciembre de 2016. Mercè se quedó en su casa de Fígols con Nadia. La madre nunca había querido dejársela alegando que sufría insomnio y no se acordaba de ellos al despertar. Para sorpresa de Mercè, Nadia durmió largo y tendido esa noche y al despertar la llamó sin problemas. Ya con muchas dudas en su cabeza, la mujer preguntó a la pequeña si alguna vez había viajado en avión a Estados Unidos. La niña le dijo que solo a Mallorca y a París. “Miras a Nadia y ves realmente que algo le pasa... Jugaron con las emociones de la gente”.
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