Un “hola” valorado en 13.000 euros: los famosos que cobran por mandar mensajes a sus admiradores
La plataforma Cameo aloja a miles de celebridades que envían vídeos personalizados a quien se los pague y ha multiplicado por siete su valor desde 2020
A cambio de precios entre los cinco y 13.000 euros, cualquiera puede conseguir que un famoso le envíe un vídeo-mensaje personalizado. Tras cinco años de crecimiento internacional, la plataforma Cameo acaba de llegar a España con fichajes como Alaska, Chenoa o Pau Gasol. La idea se le ocurrió en 2016 a Steve Galanis, un excorredor de bolsa de Chicago. Su amigo Martin Blencowe trabajaba como representante de jugadores de la NFL y le enseñó el vídeo que había grabado de uno de sus clientes, el defensa de los Seattle Seahawks Cassius Marsh, felicitando a unos amigos suyos por su reciente paternidad.
Dos hechos llamaron la atención de Galanis: la emoción de los amigos al recibir el vídeo y la estadística de que la mayoría de deportistas profesionales se queda sin dinero dos años después de su retirada. “La fama no equivale a riqueza”, explicó Galanis a NPR. “La gente es más famosa que rica, especialmente en la era de las redes sociales”. Desde la llegada de la telerrealidad y de internet, con sus redes sociales y sus vídeos virales, la fabricación de famosos se ha ido acelerando hasta generar un nuevo ecosistema de la celebridad: hoy hay más famosos que nunca y son más famosos que nunca.
El criterio para entrar en Cameo es tener un mínimo de 20.000 seguidores en Instagram. Se estima que existen cinco millones celebridades en el mundo. Muchas de ellas son tan conocidas que no pueden tener un trabajo normal o caminar por la calle sin que las aborden. A todos los demás Cameo les ofrece la posibilidad de rentabilizar esa fama. Allí la notoriedad no significa lo mismo que en el mundo real. Se trata de un sistema neoliberal: un video-mensaje vale tanto como la gente esté dispuesta a pagar por él. Una cara tan popular como Elijah Wood (Frodo en El señor de los anillos) cobra lo mismo que la estrella de TikTok Jason Coffee. Haber participado en una película o serie de culto garantiza una fuente de ingresos estable en Cameo. La aparición de Oliver y James Phelps, que interpretaban a los gemelos Wesley en la saga Harry Potter, colapsó la plataforma el pasado diciembre. James Marsters (Spike en Buffy, cazavampiros) siempre encabeza la lista de los más solicitados, Tom Felton (Draco Malfoy en Harry Potter) está entre los más caros al cobrar 551 euros por vídeo y, por un pequeño extra, Ernie Hudson se pone el traje de Cazafantasmas y Larry Thomas el uniforme de chef del sopero Nazi en Seinfeld.
El actor Richard Dreyfuss se pone una camiseta de Tiburón aunque no se lo pidan (cobra 636 euros). Lance Bass, integrante de la banda NSYNC, figura entre los más populares porque tiene su propia frase estrella: despide todos sus vídeos con “Bye Bye Bye”, el estribillo del hit de su banda de 1999. Por el contrario, Kristian Nairn, Hodor en Juego de tronos, dirá lo que ponga en el guion, pero rechaza las peticiones que solo le piden que mire a cámara y grite “Hodor”.
Jaime De Wenetz, director de Cameo en España, señala que el famoso decide cuánto cobrar, aunque la plataforma se ofrece a orientarles. “Si eres conocido a nivel local, recomendamos que adaptes tu precio al mercado local. Pau Gasol ha jugado en tres equipos de la NBA, de manera que su tarifa [273 euros] está pensada para Estados Unidos. Los fans de Chenoa están más localizados en España [su precio es de 86 euros]”. De Wenetz pone como ejemplo a Rober Dragos (Oslo en La casa de papel), que después de las navidades decidió reducir su precio a la mitad “y la demanda se disparó, porque para la gente no es lo mismo pagar casi 100 euros que menos de 50″. Cameo se queda con el 25% de lo que ganen.
Afinar hasta encontrar la cifra exacta es un arte. El actor Brian Baumgartner, conocido por interpretar al contable Kevin en The Office, fue la estrella más exitosa de Cameo en 2020. Ganó un millón de euros. Y eso que en sus vídeos no puede emular su personaje porque sus rasgos más definitorios pertenecen legalmente a la cadena NBC. Fernando Cayo, que interpreta al Coronel Tamayo en La casa de papel, aclara que en cualquier caso él no imita a sus personajes en sus vídeos. “Interpretar es mi trabajo, no me gusta sacarlo fuera. Yo envío mis vídeos como Fernando Cayo. Y me lo paso genial haciéndolo”, indica el actor.
La plataforma tuvo que insistirle, pero al final se animó por la recomendación de un compañero. “Me daba curiosidad y, aparte, muchísima gente me pedía cosas por redes sociales, por la calle o a la salida del teatro [actualmente protagoniza El peligro de las buenas compañías en Madrid]. Ya no piden autógrafos, sino que mande saludos a sus familiares, a sus amigos o a sus parejas”. Cayo apenas ha rechazado peticiones, solo alguna procedente de marcas, porque la mayoría consisten en “mensajes de apoyo, de ánimo, de cariño, para gente que se va a presentar a un examen, que tiene problemas de salud. O grupos de amigos, deportes, peñas que se reúnen y quieren celebrarse a sí mismos”.
Al igual que Cayo, muchas celebridades españolas se mostraron reticentes, según cuenta Jaime De Wenetz. Ahora hay más de 300. “No se creían que iba a haber gente dispuesta a pagar por un video-mensaje suyo, pero todo el que lo prueba continúa. No hemos tenido ni una sola baja en España. Lo prueban, ven que tienen solicitudes, y como les van bien las cosas deciden destinar una parte a organizaciones benéficas”, explica. Algunas celebridades indican en su perfil de Cameo que colaboran con alguna organización benéfica, aunque no explicitan qué porcentaje destinan y, tal y como reconoce De Wenetz, la plataforma no comprueba si el famoso realmente envía el dinero a la ONG. Una celebridad puede activar la pestaña solidaria y luego quedarse con todo el dinero que le llega. De Wenetz promete, eso sí, que desde hace unas semanas Cameo destina el 80% de sus beneficios a asociaciones de ayuda a los refugiados ucranianos y que han animado a sus celebridades a hacer lo mismo.
Fernando Cayo está entre los españoles más solicitados, junto con Gasol, Enrique Arce (Arturito en La casa de papel) y Alaska. Las figuras internacionales predilectas por los clientes españoles son el cantante Bon Jovi, el actor de la telecomedia The inBetweeners James Buckley o Jordan Belfort, el excorredor de bolsa al que interpretó Leonardo DiCaprio en El lobo de Wall Street y que varios usuarios de Cameo definen como “el puto amo”. El último fichaje de Cameo España es Inmagic, una maga de Córdoba de 19 años que tiene más de 11 millones de seguidores en TikTok.
Además de influencers, exestrellas de Hollywood (Lindsay Lohan) o artistas veteranos (José Feliciano, Gloria Estefan), Cameo incluye celebridades accidentales como Zoe Roth, conocida por un meme en el que, de niña, sonreía mirando a cámara con una casa en llamas de fondo. Cobra 27 euros. También está en la plataforma Hide the Pain Harold, un modelo de la tercera edad cuyas fotos de banco de imágenes sonriendo aunque visiblemente dolorido son casi un dialecto visual en Twitter. O Charles McDowell, cuya foto de arresto se viralizó por el gran tamaño de su cuello y que graba sus vídeos desde prisión con un amigo sujetando el móvil a través de una vitrina. Hay hasta políticos, como el expresidente de México Vicente Fox o la candidata a la vicepresidencia republicana de la Casa Blanca en 2008 Sarah Palin, que promete enviar el vídeo en menos de 24 horas.
La telerrealidad es una fuente inagotable de celebridades. Una de las que está más de moda es Simon Leviev, conocido como El timador de Tinder que estafaba miles de euros a sus novias. Leviev, cuyo nombre real es Shimon Hayut, criticó a Netflix por hacer una serie documental sobre él, pero ahora ha abrazado su fama y por 91 euros envía video-mensajes parodiando su modus operandi: “Jessica, Charlie está huyendo porque sus enemigos lo persiguen, ¡necesita que le envíes dinero! Y también quiere desearte un feliz día de San Valentín”. Las víctimas de la estafa de Leviev, Pernilla Sjoholm y Cecilie Fjellhøy, consideraron “devastador” que Cameo “colabore con un estafador”. Ellas han fichado por Memmo, la plataforma sueca que hace competencia a Cameo en Europa.
De Wenetz indica que Leviev no incumple ninguna de las tres reglas de Cameo: ni desnudos, ni violencia, ni discursos de odio. “Es un asunto delicado”, admite. “Cuando se planteó Cameo fueron apareciendo figuras que hacen cosas que no están bien, pero se tuvo que poner unos límites que nos sirven en estos casos para tomar las decisiones de sí o no. Seguro que hay formas de interpretarlo. Hay que poner unas bases y seguirlas”. Dos celebridades han sido expulsadas de Cameo, pero sus responsables no quieren revelar de quiénes se trata.
La quinta celebridad más exitosa de 2020 en Cameo fue Carole Baskin, la activista texana por los derechos de los felinos que se hizo famosa en contra de su voluntad gracias a la serie documental de Netflix Tiger King, donde se insinuaba que había asesinado a su marido y se lo había dado de comer a sus tigres. Baskin intentó denunciar a la productora de la serie, pero días después tiró la toalla, se abrió un perfil en Cameo y escribió en su bio “Joe Exotic intentó matarme”. Recaudó 90.000 euros en una semana, una cifra récord para la plataforma, en marzo de 2020.
Para entonces, la covid-19 estaba apunto de revolucionar Cameo. Muchos artistas se quedaron sin su principal fuente de ingresos de repente (convenciones de fans, conciertos en bares, eventos de empresa) y Cameo ofrecía una manera fácil, rápida y sin intermediarios de ganar dinero desde sus casas. Para los clientes, resultaba una manera sencilla de hacer un regalo o mandar ánimos a un ser querido a través de la distancia. Durante el primer mes del confinamiento el catálogo de famosos aumentó en un 77% y el de peticiones en un 176%. En julio de 2020, Cameo había multiplicado por siete su valor respecto al año anterior. A lo largo de 2020 los beneficios se multiplicaron por cuatro, gracias a los 1.3 millones de video-mensajes enviados.
La creciente popularidad de Cameo ha ido atrayendo a figuras de mayor relevancia como Caitlyn Jenner (2.300 euros por vídeo), el exboxeador invicto Floyd Mayweather Jr (el más caro de la plataforma: 13.650) o Brian Cox, el protagonista de Succession ganador del Emmy, quien promete en su vídeo de presentación que por 634 euros estará “encantado de mandarte a tomar por culo” como su personaje Logan Roy.
Cameo tiene un bot de inteligencia artificial que revisa todas las peticiones y “detecta construcciones de frases o imágenes”, según su creador, que pueden infringir las normas y la bloquea hasta que una persona la revisa. “Pero claro, el bot no detecta si se trata de una broma o si el recipiente del vídeo está en la cárcel”, indica refiriéndose al vídeo en que Carole Baskin cantanba el cumpleaños feliz a un hombre condenado por pedofilia.
El abogado Rudolph Giuliani hizo, sin darse cuenta, campaña contra uno de sus clientes. Brett Favre, Andy Dick y Soulja Boy recitaron mensajes antisemitas. El cómico Nick Ciarelli le pidió a varios culturistas que le echasen la bronca a un niño por comer demasiados dulces y el vídeo recopilatorio tuvo 1000 retuits y 167000 reproducciones. El youtuber Jack Massey hizo peticiones cada vez más extravagantes para comprobar hasta dónde estaba dispuesta a llegar la gente por dinero y publicó el resultado en un vídeo de 17 minutos.
Estas bromas llevaron a John Egan, CEO de la agencia de análisis de mercados tecnológicos L’Atelier, a comparar a las celebridades de Cameo con “bufones de la corte”. El periodista de GQ Thomas Barrie coincide en que “hay algo indudablemente indigno en la imagen de un cantante saltando al capricho de sus fans, ver a un famoso grabando un vídeo-mensaje en su habitación por 50 euros erosiona rápidamente cualquier aura de misterio que pueda tener”.
El cliente de Cameo puede dejar una reseña en la que puntúa de cero a 5 estrellas su satisfacción con el video-mensaje. En cierto modo, la plataforma invierte las dinámicas de poder tradicionales de la celebridad: por unos cuantos euros y durante un par de minutos, es ahora el anónimo quien tiene el poder sobre el famoso, supuestamente la parte privilegiada.
El nombre de la plataforma es el término que describe la intervención breve de una persona famosa en una película. En este caso, el famoso aparece en tu vida interpretando el papel de “persona que sabe quién eres”. Ese vídeo, en el que la celebridad mira a los ojos de su admirador, lo llama por su nombre y le dice exactamente lo que quiere oír, genera durante unos segundos una ilusión de igualdad, de reciprocidad y de intimidad. “Es prostitución del talento”, señala Nico Cary, director de la agencia de creadores de contenido Influentially. “Es vulgar y es cutre”. Según él, los vídeos resultan incómodos de ver y hasta grimosos porque “sabemos que todo es falso, sabemos que el famoso no quiere hacerlo”.
Fernando Cayo discrepa. A él le encanta relacionarse con las personas que admiran su trabajo y considera que eso del misterio es “una cosa de otra época″ y que ahora el público valora la cercanía. “Yo me curro los vídeos, quiero que sean profesionales, divertidos y humanos. Ahora se celebra la cercanía, desde Rosalía hasta los actores de Marvel. Dwayne Johnson sale en su cocina comiéndose unas tortitas hablando sobre algo que le preocupa de manera cercana y prosaica. Hay que cambiar la mentalidad”, asegura.
Cameo está introduciendo nuevas prestaciones como que el cliente, por un dinero extra, se asegure de que el famoso vea su foto o su vídeo de petición. “La misión de Cameo es crear las conexiones [entre famoso y admirador] más personalizadas y más auténticas del planeta”, asegura Steve Galanis. Paradójico, teniendo en cuenta que no puede haber nada menos personal o auténtico que pagar a alguien para que haga algo que de otra manera no haría.
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