Siempre se conoció como “el Prado oculto” al conjunto de obras no expuestas que duermen en los depósitos del edificio Villanueva. Pero hay otro museo escondido. Kilómetros de conductos, pasadizos, cables, pasarelas, escalinatas, calderas…, un paisaje entre la ciencia-ficción y la arqueología desde donde se controlan la seguridad y el mantenimiento del museo.
La misión encomendada al escritor Juan José Millás era bien sencilla: “Vete al Prado un día cualquiera y piérdete en la multitud”. También complicadísima: “Establece una topografía del lugar y una sociología del visitante”. El resultado de aquel deambular, de aquel contemplar y de aquel pensar es este texto: un intento de desentrañar algunas de las claves de por qué y cómo la gente de cualquier edad y de cualquier latitud entra en un museo como El Prado. Y lo que hace ahí.
Inauguramos el mes de junio con una selección de propuestas culturales que nos invitan a pensar, descubrir, aprender y contemplar la ciudad con otros ojos
El colegio público Manuel Núñez de Arenas, en El Pozo del Tío Raimundo, organiza las clases por proyectos, suprime los libros de texto y no manda deberes. Esta innovación pedagógica está evitando el absentismo
El pueblo embelesado por los desplantes del presidente López Obrador comprenderá, ojalá sea más pronto que tarde, que la era de los caudillos debe quedar atrás y para siempre en América Latina
A algunos compañeros de Verónica no les funcionaron los sentimientos correctores de la crueldad. No estaría de más que antes de sacudirse la culpa, la sintieran
Cinco años después de su abdicación, el rey Juan Carlos I cesa su actividad institucional tras comunicar la decisión en una carta remitida a su hijo, el actual rey Felipe VI
Los grandes jugadores como Federer o Rafael buscan soluciones constantemente, y eso es lo que más admiro en un deportista: el juego inteligente. Y esto es lo que, normalmente, nos brinda Roland Garros
La idea era invitar a 10 personajes de distinto y distinguido pedigrí, colarlos en el Prado y dejarlos solos con su obra favorita —de noche y con el museo desierto— y que luego contaran la experiencia. La intención final: contrastar esa forma inhabitual de contemplar el arte, solitaria y serena, con el ruido y la furia del tumulto contemporáneo en los museos. Unos lloraron, otras se extasiaron, todos disfrutaron. En un tiempo de prisa y multitud, este es el resultado de una de aquellas noches tranquilas con Lluís Pasqual.