Hariri, capturado
AFP|
LLUÍS FLAQUER Y SALVADOR GINEREl discurso político actual sobre la cultura en Cataluña oscila entre entenderla como espíritu o usarla como recurso. Se mueve entre la esencia y la gerencia, escriben los autores de este artículo y señalan que sectores sociales y partidos políticos catalanes han saludado sin aspavientos ni reticencias la llegada de la gerencia cultural. Y la gerencia cultural, afirman, representa sectarismo. Si la situación se prolongara, concluyen, significaría el fin de la creatividad cultural de Cataluña como comunidad identificable.
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