Narrar para vivir: unidas ante la verdad y la justicia
Cientos de mujeres víctimas de violencia sexual rompen su silencio para buscar y crear paz.
El duelo compartido y la denuncia colectiva las ha hecho más fuertes. En Colombia, más de 900 mujeres indígenas, afrodescendientes, refugiadas, exiliadas y migradas, víctimas y defensoras se unieron para tejer un relato integral sobre la violencia sexual que sufrieron durante el conflicto armado y el impacto devastador que tuvo en sus vidas y sus familias. Exigen mecanismos de reparación y restauración que reconstruyan todo lo que el conflicto les quitó y buscan garantías de que esta violencia no volverá a repetirse.
Después de 50 años de conflicto no quieren seguir silenciadas: ha llegado el momento de que la justicia las escuche y su verdad no sea cuestionada. Sus historias han quedado recogidas en seis informes entregados por la Red Nacional de Mujeres Defensoras de Colombia y la ONG Sisma Mujer ante la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Jurisdicción Especial para la Paz, la Unidad para la Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas y a la Corte Constitucional de Colombia.
Por ese motivo, en el Día Internacional para la Eliminación de Violencia Sexual en Conflictos Armados (19 de junio), tanto la Unión Europea, ONU mujeres y la Embajada de Suecia en el país, quisieron apoyar a estas mujeres, destacando su valentía y sus valiosos testimonios para seguir avanzando en la construcción de paz.
#EscogenEntregarSuVerdadParaLaPaz
Dar a conocer la verdad es el primer paso para construir un futuro esperanzador donde las mujeres puedan liberarse de los horrores de la violencia sexual. Hasta el momento, el registro oficial de víctimas en Colombia ha contabilizado casi 20.000 casos de violencia sexual contra mujeres. Sin embargo, la mayoría de los casos de violencia sexual no son denunciados y cuando hay denuncia suele imperar la impunidad…
Las historias recopiladas en estos informes, que no se harán públicas para proteger a las víctimas, señalan como responsables de la violencia sufrida a las FARC-EP, los grupos paramilitares, los agentes estatales y otros grupos armados. Los testimonios hablan también de desplazamientos forzados con efectos desproporcionados en las mujeres indígenas y afrodescendientes, que pierden sus prácticas y tradiciones ancestrales al ser expulsadas de sus lugares de origen. A pesar de que sus cuerpos han sido utilizados como arma de guerra, también han sabido crear procesos de resistencia colectiva y liderazgos.
Hasta el momento, el registro oficial de víctimas en Colombia ha contabilizado casi 20.000 casos de violencia sexual contra mujeres.
“Estos informes son muy importantes ya que son un paso fundamental para los derechos a la verdad, la justicia, la reparación y la garantía de no-repetición para las mujeres víctimas de la violencia sexual, el desplazamiento y otros delitos.” insiste Thomas Mortensen, responsable de InspirAction en Colombia, que ha apoyado el trabajo de Sisma Mujer en este proceso. Además, destaca que los informes no solo cuentan la verdad de estas mujeres valientes, sino que también su proceso de lucha y sanación. Asimismo, para las instancias judiciales, constituyen pruebas valiosas y en este sentido “representan un aporte para la construcción de paz basado en la verdad y la justicia”.
Aumento de las agresiones a mujeres defensoras
Angélica Ortiz, integrante de Fuerza de Mujeres Wayuu y de la Red Nacional de Mujeres Defensoras, ha explicado que durante el trabajo realizado encontraron un factor común: el miedo. “Las mujeres no quieren repetir lo que han vivido años atrás y algunas prefieren retirarse del trabajo que vienen haciendo”.
Desde 2013 las agresiones a las defensoras no han dejado de aumentar, al igual que el miedo entre las organizaciones que las apoyan. Aunque desde InspirAction apoyamos a muchas de ellas con medidas de protección especiales, es fundamental que el Estado investigue, juzgue y sancione a los que están detrás de estas amenazas y asesinatos.
Tanto las mujeres defensoras como el resto de los colectivos de mujeres que se han unido para contar sus historias han decidido ir más allá del dolor privado y buscar procesos sanadores en los cuidados colectivos. Ahora esperan que la justicia por fin abra paso a la reparación y la no repetición tan anheladas. Por una vida libre de violencias sexuales, para ellas y para todas las mujeres.
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