À Table avec Léandre, llueven frambuesas y cerezas

Los Pignier viven desde el siglo XVIII sobre las bases de una bodega cartujana del XIII en Montaigu (Francia). Los nietos del siglo XXI proponen con À Table avec Léandre que bebamos y disfrutemos su tradición: plantas que han evolucionado en esa tierra y clima, las unas mezcladas con las otras; mostos que han fermentado espontáneos; vinos que han madurado en austera oscuridad. Transmiten esencia y autenticidad, cariño y pasión por una tierra que tenía ya cepas (fósiles de vid) en tiempo de dinosaurios. Fresas y frambuesas silvestres. Acidez y humedad, lumbre y calidez. Tras el trago, fragante y envolvente, el aire se llena de brioche de mantequilla (qué textura tiene este vino) con cremoso de mirto rojo; la masa de coca, a punto de hornear, recibe el impacto de las cerezas. La fruta y el mosto mantienen con viveza su presencia. Seda en el tacto, flor de camelia, placer sin dilación. Dinosaurios coronados de pámpanos y zarzas cárdenas: qué sensación.