El arte de los otros
Las primeras pinturas rupestres no fueron obra de nuestra especie, sino de los neandertales. Esto da mucho que pensar
Arte. No se puede decir más con cuatro letras. Hay toda una disciplina académica –la estética— dedicada a racionalizarlo, o a reducirlo a un estudio filosófico de la belleza y el buen gusto, a una teoría de la interpretación y la evaluación de una obra. Y todo eso, sin embargo, se nos escurre entre los dedos como arena de pensamiento triturado, como vapor inasible para la cara racional de nuestra mente. Y sin embargo todos nos sentimos arrobados ante una obra de arte. Yo creo sinceramente que, más allá de las hachas de piedra y las flechas de hueso, de las moradas cavernarias y la estructura social a la que puede aspirar un cazador-recolector, las pinturas rupestres de Lascaux y Altamira son la evidencia más deslumbrante de que los artistas paleolíticos que las trazaron sobre la piedra pertenecían a una estirpe que ya éramos nosotros, con la creatividad y la inteligencia, con el pensamiento simbólico y el lenguaje, también con una capacidad para hacer daño sin precedentes en la prehistoria, que nos sigue caracterizando ahora mismo. Hasta lo escribí en un libro de 2002. Me equivoqué, y por dos razones interesantes.
La primera y principal es, como puedes leer en Materia (1 y 2), que el arte es anterior a nuestra especie, que los neandertales de la península ibérica ya lo practicaban hace 65.000 años. Eso es 20.000 años antes de que los Homo sapiens apareciéramos por ahí. Las muestras de arte incluyen una especie de "escalera", que tal vez contiene dibujos figurativos de animales, unas series de puntos en filas de a cuatro, unos estarcidos de manos (hechos apoyando la izquierda en la pared y soplando con la derecha un pigmento sobre ella) y unas conchas decoradas con lo que parece una finalidad simbólica. Puede parecer poca cosa, pero cualquier arte semejante que hayamos encontrado hasta ahora ha sido adjudicado al Homo sapiens sin la menor duda. De hecho, se suponía que estas impresiones rupestres eran obra de nuestra especie. La novedad no es nuestra interpretación de ellas, sino su datación solvente. Eso que obviamente era de nuestra especie, resulta que es de otra especie, de los neandertales. El arte de los otros.
Hay dos interpretaciones posibles de estos hechos. Una es que el arte sea un caso de evolución convergente, es decir, que haya emergido de forma independiente en dos linajes humanos distintos, neandertales y sapiens. La otra es que sea un patrimonio que neandertales y sapiens heredamos de nuestro último ancestro común, un homínido que vivió hace medio millón de años. Al menos en el segundo caso, cabría esperar el descubrimiento de arte rupestre aún más antiguo que este. Los neandertales vivieron en Europa y el oeste asiático durante cientos de miles de años. Si fueron artistas en la Iberia de hace 65.000 años, tendrían que haberlo sido en la Europa de hace 200.000.
Ah sí, mi segunda equivocación interesante de 2002 fue creer, junto a la ortodoxia evolutiva de entonces y de ahora, que la evolución se había parado con la aparición de nuestra especie. Ahora sé que no fue así. Un proceso que lleva funcionando 4.000 millones de años en la Tierra no va a detenerse porque hayamos aparecido nosotros. Eso es una religión, y me arrepiento de haberla profesado.
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