Una fuerza expansiva
La ciudad de Rosario celebra la fiesta de la lengua
"La lengua es como un gran armario donde tienes de todo -trajes, camisas, zapatos muy variados...-, pero los argentinos nos empeñamos en ponernos siempre la misma camiseta". No utilizamos de la gran variedad de palabras más que unas cuantas, sobadas, y repetidas una y otra vez". Sea la hora que sea, y en cualquiera de los diferentes canales que emiten en Argentina, tarde o temprano sale el Congreso de la Lengua. Debates, conversaciones, viejas y simpáticas rivalidades, grandes sentencias y chascarrillos. El que hablaba era uno de los diferentes expertos que intervienen en una de las muchas mesas redondas que se celebran estos días en Rosario, pero lo interesante era su punto de vista: del Congreso, los argentinos tenían que aprender a cuidar su lengua.
El miércoles, en un programa musical donde iba a ser entrevistado el dúo Pimpinella, el presentador le dedicó un largo trecho al Congreso y dio cuenta del retraso del presidente argentino en la jornada de inauguración echando mano de múltiples sonidos guturales. Le fueron necesarios porque el problema con los aviones de Kirchner viene de lejos. "Se subió al Tango 01 y aquello no funcionaba", ahí empezaban los ruidos, "y es que le pasó lo mismo que cuando meses atrás se retrasó con el Tango 1º, donde subió...", y ahí volvía a utilizar un variado repertorio de sonidos.
Programas musicales, debates, telediarios. El Congreso está en todas partes. Los rosarinos se han puesto de largo para celebrar su lengua y, más allá de las disputas inevitables y de los prolongados retrasos, la cosa va. La ciudad, dicen, ha cambiado de aspecto. Ha recuperado viejos edificios y acondicionado otros nuevos, ha levantado marquesinas para esperar los autobuses, sale a la calle a través de numerosas terrazas. Y el clima, afortunadamente, no ha torcido las cosas.
Babelia
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