La variedad del español se destapa en Rosario
El Rey destaca el mestizaje del idioma al abrir el congreso, al que Kirchner llegó hora y media tarde
La defensa de la unidad de la lengua española y la obligación de conservar, al mismo tiempo, su infinita variedad. Su arrolladora fuerza actual y su riqueza, pero también la necesidad de prestarle atención en un mundo cada vez más globalizado, capaz de arrasar la diversidad y la pluralidad de las culturas. Ésas fueron las líneas maestras de todas las intervenciones con las que se inauguró ayer el III Congreso Internacional de la Lengua Española en Rosario. Eso, y la urgencia de cuidar la convivencia del español con otras lenguas y la obligación de no olvidar que, junto al desarrollo cultural (donde la lengua es el gran motor), hay mucha pobreza en las zonas de habla hispana y, por tanto, otros desafíos de gran envergadura. De todo ello se habló en una ceremonia que empezó torcida.
"La palabra actual del mundo hispano es democrática o no es", sentenció Fuentes
Francisco Ayala insistió en la fuerza creadora de las palabras
Todo un clásico de Kirchner. Así se refieren los argentinos a la costumbre de su presidente de llegar tarde a todas partes. Ayer, a las once de la mañana, y con el teatro El Círculo de Rosario lleno a rebosar, se supo que cuando debía presidir la inauguración del congreso en realidad estaba saliendo de Buenos Aires. Poco después llegaba la noticia de que el avión que lo trasladaba, un Tango 10, se había averiado. Tuvo que cambiar a otro. La ceremonia se aplazaba un poco más. La gente se levantaba a dar una vuelta.
El rey Juan Carlos, que por la mañana inauguró el Museo de Arte Contemporáneo de Rosario, tuvo que cambiar de camino cuando se dirigía al teatro, volver a su alojamiento, esperar la llegada de Kirchner. No era la primera vez que el presidente argentino le hacía esperar. Hace un año, durante un encuentro en el Palacio San Martín de Buenos Aires, el presidente argentino llegó 20 minutos tarde y también se demoró al asistir a una comida que le ofreció al Rey en el hotel El Calafate, cuando fueron a visitar el Perito Moreno, un glaciar situado en la provincia de Santa Cruz, en el sur de Argentina.
Alta tensión en el teatro El Círculo. Escritores y académicos, gobernadores de municipios, provincias y estados, ministros y miembros del cuerpo diplomático, especialistas de todos los campos y empresarios, todos puestos en pie, reclamaban que se levantara la alfombra roja para que sus pateos cuando finalmente llegara Kirchner pudieran oírse mejor. Otros, más pragmáticos, sugerían que les invitaran a alfajores y café para aliviar la espera.
Words, words, words. Francisco Ayala se refirió a "la mera vacuidad" de las palabras "a que parece aludir la famosa queja de Hamlet" una vez que, una hora y media más tarde, por fin llegaba a través de una pantalla al teatro El Círculo de Rosario su intervención grabada en Madrid, y que ponía en marcha la ceremonia de inauguración.
Y de palabras trató el discurso de un escritor que "se acerca ya al centenario", por haber sido ellas la ocupación de su vida entera. Unas palabras que "sirven no sólo para ayudarnos a indagar en los misterios del universo, sino también, lamentablemente, para intentar engañarnos los unos a los otros".
Ayala aludió al español, que tuvo "la suerte de poder conocer y practicar en toda la rica variedad de sus modulaciones", pero sobre todo insistió en la fuerza creadora de las palabras. "Cuando el hombre empezó a poner nombres a las cosas, las sacó así de ese fondo común insensible de la naturaleza", dijo. "Ponerle nombre a las cosas es transformar su condición, darles una consistencia nueva, o sea, en definitiva, inventarlas, crearlas".
La palabra como punto de encuentro y fuente de democracia centró buena parte de la intervención de Carlos Fuentes. "Que la lengua española ocupe el segundo lugar entre las de Occidente da crédito no de una amenaza, sino de una oportunidad. No de una maldición, sino de una bendición", dijo. "El español ofrece al mundo globalizado el espejo de hospitalidades lingüísticas creativas, jamás excluyentes, nunca desdeñosas". "La lengua nos permite pensar y actuar fuera de los espacios cerrados de las ideologías políticas o de los gobiernos despóticos. La palabra actual del mundo hispano es democrática o no es", sentenció el autor mexicano.
La vieja historia de Babel y de la confusión de lenguas y el afán de los hombres por superar aquel viejo desorden sirvieron a Héctor Tizón para iniciar su discurso, en el que señaló que la lengua es fundamental para resistir las tropelías de las globalizaciones. La lengua, pero sobre todo la lengua literaria. No se puede "sacralizar a las palabras por las palabras mismas", dijo, y recordó que también el mal -Auschwitz, los desaparecidos, los daños colaterales...- "se expresa con palabras". Quiso terminar con un homenaje a los pueblos que sufren, y recordó la inscripción de la tumba de un maestro sufí: "Ven embriagado cuando vengas a mi tumba", empezaba aquel texto, que hablaba de "la alegría de este mundo", que contaba que estamos condenados a perecer y que terminaba con esta indicación: "Lo importante es lo que al final quedará de esta embriaguez que llevas en tu alma".
El rey Juan Carlos pidió a los congresistas que reflexionen sobre el gran reto que plantea esta cita: la identidad lingüística y la globalización. "Todas las lenguas son, en mayor o menor grado, mestizas, y el castellano, que lo fue desde su configuración inicial, se hizo español ensanchando precisamente su mestizaje. Primero, en la Península y, más tarde y de modo decisivo, al desarrollarse en América", dijo.
"Una voz, en suma, plural y polifónica, compuesta de muchas voces. En correspondencia con ello, nuestra identidad lingüística es la suma convergente de muchas identidades". "No se puede olvidar que la comunidad hispanohablante", señaló también, "añade al patrimonio de la lengua común la riqueza del plurilingüismo".
En la calle, las fuerzas policiales cerraron el paso a una manifestación de unas 1.500 personas que, bajo la consigna "para que no nos saquen más la lengua", habían convocado las organizaciones sociales, sindicales y de derechos humanos. Querían entregarle al Rey espejos de colores para recordarle lo que pasó hace más de quinientos años, pero sobre todo reclamaban ayuda para obtener empleo, alimentos, mejores condiciones de vida.
Le tocó cerrar al presidente argentino, que sólo hizo una leve alusión (y ya casi al final de su intervención) a su retraso. Es importante que todos sean conscientes de la promoción y el mantenimiento de la "unidad esencial de nuestra lengua", empezó diciendo, y reivindicó la identidad que afirma una lengua común, al atesorar "una tradición y una memoria". Pero insistió en que esa identidad no podía ser "una cerrazón que impidiera el diálogo intercultural".
Cuando hacia las cinco de la tarde Claudio Guillén empezó a leer su brillante discurso, con el que se abría la primera de las secciones del III Congreso Internacional de la Lengua Española, la pesadilla de sus primeros pasos parecía cerrarse, por lo menos eventualmente.
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