La UE saluda el proyecto de Constitución
Los 25 califican de "una buena base de partida" el texto presentado por Giscard en Grecia
El proyecto de Constitución europea superó ayer con aprobado alto su primera prueba de fuego en el complejo turístico de Porto Carras, a 120 kilómetros de la ciudad griega de Salónica. Los 25 jefes de Estado y de Gobierno europeos (los Quince más los 10 que se incorporarán el año que viene a la Unión) acogieron "con satisfacción" el texto que les presentó el presidente de la Convención, Valéry Giscard d'Estaing. "Marca la culminación" de las tareas encomendadas a esa asamblea, se afirma en las conclusiones de la cumbre. El presidente del Gobierno español, José María Aznar, fue el más crítico al hablar de "resultado insatisfactorio" en varios aspectos, sobre todo en la nueva forma de toma de decisiones en el Consejo.
Francia y Alemania, como era previsible, destacaron en el grupo de los optimistas
Los Gobiernos socialdemócratas exigieron mantener el veto en seguridad social
Los líderes europeos señalan en sus conclusiones de la cita en la ciudad griega que el proyecto "es una buena base de partida" para los debates que a partir de octubre mantendrá la Conferencia Intergubernamental (CIG), donde los representantes de los gobiernos tendrán la última palabra. Esa Conferencia "deberá completar sus trabajos y llegar a un acuerdo sobre el Tratado Constitucional lo antes posible". Varios primeros ministros apoyaron ayer a su homólogo italiano, Silvio Berlusconi, para que el texto final quede cerrado antes de concluir el año y, por tanto, bajo la presidencia semestral italiana de la Unión Europea, que comienza el próximo 1 de julio.
En esa CIG "participarán plenamente, en pie de igualdad", los representantes de los 10 países que se incorporarán a la Unión en mayo del próximo año (Letonia, Lituania, Estonia, Polonia, Hungría, República Checa, Eslovaquia, Eslovenia, Malta y Chipre), toda vez que la Constitución tiene precisamente entre sus principales objetivos la adaptación del club europeo a una Unión compuesta ya por 25 Estados o más. Como observadores, sin derecho a voto, también estarán representados en la CIG Rumania y Bulgaria (está prevista su adhesión en 2007) y Turquía.
Giscard hizo ayer por la mañana ante los líderes un amplio resumen del proyecto y, después, cada líder dio su opinión. Francia y Alemania, como era previsible, destacaron en el grupo de los optimistas. Según personas que escucharon los discursos, el canciller alemán, Gerhard Schröder, afirmó que el texto recoge "un buen equilibrio". El presidente francés, Jacques Chirac, aseguró que "el texto es bueno y ambicioso".
Incluso Tony Blair, el primer ministro británico, calificó el proyecto de "base excelente" para trabajar en la CIG porque incluye "un equilibrio correcto", aunque debe mejorarse en esa conferencia. Hasta reconoció Blair que se había equivocado hace meses al no valorar adecuadamente las cualidades de Giscard.
Los dirigentes de los países candidatos prefirieron hacer más hincapié en el porvenir de la Unión. El proyecto recoge "una visión de futuro", según el presidente de Lituania, Rolandas Paksas. "Representa un buen punto de partida", agregó el líder húngaro, Péter Medgyessy.
En el otro frente, no dejó pasar la ocasión para exponer su crítica de fondo el presidente del Gobierno español, José María Aznar, quien rechaza frontalmente la nueva fórmula para tomar decisiones en el Consejo propuesta en el proyecto constitucional a partir de 2009: por una mayoría de Estados que represente al menos al 60% de la población de la UE, mientras el presidente español desea que siga en vigor, sin fecha de caducidad, el Tratado de Niza, porque el reparto de votos facilita a España establecer minorías de bloqueo frente a los grandes.
España confía ahora en la CIG para rectificar un texto que en ese terreno le parece "desequilibrado". En esa misma línea se expresó el primer ministro polaco, Leszek Miller, y el primer ministro de Portugal, José Manuel Durão Barroso.
Pero Giscard aconsejó y pidió que la CIG no empiece a introducir muchos cambios para evitar romper el consenso logrado en la Convención. Tras su reunión con los líderes, se presentó ante los periodistas para asegurar que "sólo los euroescépticos", representados en la Convención por cinco de sus miembros, rechazan de plano el proyecto.
"El proyecto no es sólo un compromiso, sino una síntesis", repitió para señalar que el foro que ha presidido ha elaborado un documento que, aunque no agrade en un cien por cien a nadie, resumen la posición asumible por todos. Por eso, recomendó a la CIG "que no se aleje de este texto".
Sentado junto al presidente de la Comisión, Romano Prodi, su más encarnizado enemigo en este proceso, el ex presidente francés demostró una vez más sus tablas al citar en griego la frase del filósofo Tucídides con la que se abre el preámbulo del proyecto: "Nuestra Constitución se llama democracia porque el poder no está en manos de unos pocos, sino de la mayoría". El gesto agradó en extremo al primer ministro griego, Costas Simitis, quien posó ante los fotógrafos con el primer ejemplar en griego del proyecto constitucional.
Pese al ambiente festivo de la cumbre celebrada en Grecia, Giscard y Prodi protagonizaron un nuevo pulso en público. El presidente de la Comisión quiso dejar claras sus quejas al señalar que la permanencia del derecho al veto en política exterior o fiscalidad supone "un serio problema". Giscard le contestó tanto a él como a los líderes de España, Portugal y Polonia, que ayer insistieron en que el preámbulo debe recoger la referencia a la "herencia cristiana" en Europa.
El que fuera presidente francés aseguró que son los gobiernos socialdemócratas los que han exigido mantener el derecho al veto en seguridad social, mientras los países del norte -sobre todo el Reino Unido- lo han querido en política exterior. Pero se mostró comprensivo con estos últimos al precisar que, si se hubiera decidido por mayoría una posición común sobre el conflicto de Irak, en Europa "se hubiera abierto una crisis". "Francamente, no creo que la CIG vaya más lejos en ese terreno", declaró. "No hubo consenso", se limitó a decir al comentar el contencioso sobre la religión.
"Europa es una obra de los ciudadanos, y no de técnicos y expertos", señaló después Giscard para argumentar frente a los más críticos y euroescépticos: "La mayoría de los ciudadanos, según los sondeos, quiere una Constitución".
Al término de la cumbre, el presidente francés, Jacques Chirac insistió en que el proyecto es "conforme" al concepto que Francia tiene de Europa. "Se ha escrito un nuevo capítulo de la historia de Europa", dijo como conclusión de la jornada Costas Simitis, el primer ministro de Grecia, que cierra de este modo el semestre de presidencia de la UE.
Superada la primera prueba de la Carta Magna
"Deseamos que este texto constituya el fundamento del futuro Tratado que instituya una Constitución para Europa". Con esa frase concluyó Valéry Giscard D´Estaing su intervención ante los 25 jefes de Estado y Gobierno europeos.
Terminaba así una labor que comenzó el 27 de febrero del año pasado en la sede bruselense del Parlamento Europeo, con el español José María Aznar en el hemiciclo como presidente de turno de la UE. Nadie confiaba entonces que de aquella asamblea de 105 personas procedentes de 28 países (los 25 más Rumania, Bulgaria y Turquía) saliera el primer proyecto de una Constitución europea que ayer superó el examen impuesto por los líderes.
La creación de un presidente estable del Consejo Europeo para poner fin a las presidencias semestrales, la figura del ministro europeo de Exteriores, la cláusula de solidaridad y asistencia mutua en caso de ataques terroristas graves o la desaparición del derecho al veto en todas las materias relacionadas con la seguridad y la justicia son algunos de los aspectos más destacados del proyecto. Entre las críticas más contundentes, el nuevo sistema de voto en el Consejo, el mantenimiento del derecho a veto en política exterior o fiscalidad y la inclusión en el preámbulo de la "herencia cristiana".
Queda mucho recorrido por delante. El 15 de julio es el plazo último para que la Convención introduzca retoques técnicos. La Conferencia Intergubernamental que se reúne en octubre concluirá en diciembre o comienzos del año 2004.
Después, los 25 países tendrán que ratificar el nuevo Tratado constitucional de la Unión en un proceso que se prolongará durante más de año y medio. Si el calendario se cumple, entrará en vigor en 2006, aunque el capítulo institucional, que recoge el nuevo reparto del poder, no se aplicará hasta noviembre de 2009.
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