El desbarajuste de una cumbre pasada por agua
Los dirigentes del Partido Popular Europeo se quejan de que el Gobierno socialista griego intentó arrebatarles en el último minuto el hotel en el que celebraron su reunión previa al Consejo. El motivo es que el asignado a los líderes acaba de ser construido, y falla. A Aznar, por ejemplo, se le coló en su habitación buena parte de la fuerte lluvia caída el jueves a través de la terraza, y el viernes se le filtraron en el baño aguas del piso de arriba. Tony Blair tuvo que ducharse con agua fría.
Los fuertes chaparrones del jueves y viernes en Porto Carras, la playa del mar de Mármara en que se ha celebrado el Consejo Europeo, a más de 100 kilómetros de Salónica, desbarataron, además, los transportes por helicóptero, y así Schröder o Aznar hubieron de hacer más de una hora de coche para llegar a su destino, a través de un circuito de más de 200 kilómetros de carreteras cerradas al tráfico y protegidas por cientos de policías plantados en la cuneta. Ni estos excesos del aparato de seguridad, incómodos para los ciudadanos y los periodistas, ni los buques de guerra y hasta misiles Patriot que lo completan impidieron que ayer hubiera manifestaciones violentas.
Pero la lluvia ha sido sólo la gota que ha colmado el vaso de la paciencia hacia este semestre de presidencia griega, jalonado por frecuentes cambios del lugar -generalmente remoto- y fecha de las reuniones europeas, con los centenares de cancelaciones de billetes de avión y reservas de hotel que conllevan. El semestre quedará como un buen argumento para cuantos quieren poner fin a la presidencia rotatoria.
Cuando se levantaron a desayunar con sus colaboradores, como hacen habitualmente, los líderes se encontraron con que la pitanza no estaba preparada. Varios miembros de delegaciones tuvieron que compartir estancia, porque no había habitaciones para todos, aunque las tenían confirmadas. Las cuentas les fueron escritas a mano, aparentemente porque el sistema informático no funcionaba.
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