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AMENAZA DE GUERRA | Los preparativos

Washington advierte de que no habrá ayuda económica si Ankara no colabora

EE UU y Reino Unido incrementan sus ataques contra objetivos militares de Irak

Enric González

Estados Unidos acumula una cantidad de traspiés diplomáticos que resultaría excesiva incluso en una situación menos crítica que la actual. El no del Parlamento de Turquía al despliegue de tropas estadounidenses en su país, que Washington considera provisional, obliga a los responsables del Pentágono a rediseñar los planes para la invasión de Irak y demuestra las dificultades de la Casa Blanca para organizar la coalición internacional que piden los generales. Pero los preparativos bélicos continúan. Los bombardeos en la zona de exclusión aérea del sur de Irak se han incrementado en los últimos días, con el objetivo de eliminar las plataformas lanzamisiles que podrían amenazar Kuwait.

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Fuentes anónimas del Pentágono y del Gobierno británico indicaron ayer que los vuelos sobre las zonas de exclusión, creadas por Washington y Londres tras la guerra del Golfo para proteger a los kurdos del norte y a los shiíes del sur de las represalias de Sadam Husein, se habían hecho más "agresivos". La versión oficial mantenía que nada había cambiado sustancialmente y que los intercambios de fuego no eran distintos a los registrados periódicamente durante los últimos años. "Los pilotos responden a las amenazas que detectan", señaló un portavoz de Downing Street.

Pero altos cargos militares informaron a distintos medios de que, además de atacar centros de comunicación como el de An Numinayah y radares como el de An Nasiriyah, ambos en el sureste de Irak, los cazabombarderos estadounidenses y británicos habían bombardeado en los últimos días los sistemas de lanzamiento de misiles capaces de alcanzar Kuwait o de oponerse a un avance de la masiva fuerza acumulada por Estados Unidos en el pequeño emirato. Según informó ayer la agencia de noticias oficial iraquí, INA, seis civiles resultaron muertos, y quince, heridos, en un bombardeo de aviones estadounidenses y británicos en la provincia de Basora, en el sur del país.

Último traspiés

La negativa del Parlamento de Ankara a permitir el despliegue de unos 60.000 soldados estadounidenses en territorio turco, un fallo grave para una diplomacia dirigida directamente desde la Casa Blanca, fue el último traspiés de una política exterior tambaleante, cuyos resultados (como el enfrentamiento con gran parte de los gobiernos europeos, los titubeos ante la crisis nuclear norcoreana y la alta impopularidad en Latinoamérica) resultaban muy insatisfactorios.

El no de Ankara, por otra parte, incrementó el valor estratégico de Kuwait. El plan del Pentágono para la invasión consistía, básicamente, en una pinza: avance hacia el sur desde Turquía y hacia el norte desde Kuwait.

En el Pentágono y en el cuartel general del Mando Central, en Qatar, se buscaban ayer alternativas a esa idea. Una de ellas podría consistir, según el analista militar Anthony Cordesman, del Centro de Estudios Estratégicos Internacionales, en dirigir la Cuarta División de Infantería, que debía situarse en Turquía, hacia Kuwait, y preparar el envío de la División Aerotransportada 101, más ligera, a la zona kurda del norte de Irak en cuanto estallara el conflicto. Esa opción podría complementarse con bombardeos lanzados desde el Mediterráneo. En cualquier caso, sería una vía mucho más arriesgada que el avance blindado desde bases estables turcas.

Por el momento, más de 20 buques con equipamiento militar seguían esperando frente a los puertos turcos, y decenas de miles de soldados, además de 200 aviones de combate, necesitaban un nuevo lugar de destino. Para la Casa Blanca, la posición turca podía aún variar. "Ellos están considerando la situación, nosotros estamos considerando la situación", declaró el portavoz presidencial, Ari Fleischer. El Departamento de Estado fue más allá: "La mayor parte (de la ayuda) no llegará si no hay una implicación directa de Turquía en las operaciones", dijo el portavoz de la diplomacia estadounidense, Richard Boucher.

No se produjo en Washington la menor insinuación de que las dificultades diplomáticas fueran a retrasar, y mucho menos a impedir, la invasión prevista. Fleischer insistió en que, un mes atrás, George W. Bush había hablado de "semanas, no meses", y mantuvo una absoluta incredulidad sobre el paulatino desarme iraquí. "Sadam Husein tenía que haber destruido sus misiles ilegales en noviembre, cuando lo exigió el Consejo de Seguridad, y no ahora", declaró el portavoz de la Casa Blanca.

La decisión turca podría incluso acelerar el inicio de la guerra. Bush y sus generales temen que la acumulación de tropas estadounidenses en una zona reducida como Kuwait y la certeza de que el conflicto es inevitable empujen al gobierno de Bagdad a lanzar un ataque preventivo con armas químicas o bacteriológicas, lo que causaría daños graves a la fuerza expedicionaria.

Las dificultades diplomáticas de Washington también respaldan la hipótesis de una invasión inminente: después del informe de los inspectores, esperado el viernes, se votará con rapidez una nueva resolución si Estados Unidos dispone de los nueve votos necesarios para aprobarla, o se dejará de lado a la ONU.

Dos militares encargados del mantenimiento de un bombardero B-52 estadounidense pasan sobre el avión.
Dos militares encargados del mantenimiento de un bombardero B-52 estadounidense pasan sobre el avión.REUTERS

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