El FMI se resiste a ayudar a Argentina
Rato asegura que la institución no dará fondos hasta que no se garantice el control del gasto público
La economía global mejora, Rusia mantiene un buen ritmo de crecimiento y los precios del petróleo, pese al repunte, no parecen amenazar la recuperación general. Los ministros de Finanzas de los siete países más desarrollados (G-7), con la adición de Rusia, se mostraron optimistas respecto a casi todo, salvo Argentina. El ministro argentino de Finanzas, Jorge Remes Lenicov, trataba ayer en Washington de arrancar al Fondo Monetario Internacional (FMI) un compromiso que parecía improbable. El ministro español Rodrigo Rato, presidente de turno del Ecofin, reafirmó que el FMI no reanudaría su ayuda financiera hasta que el Gobierno central de Argentina alcance un acuerdo sobre control del gasto público con cada una de las provincias.
'Corremos el peligro de que el sistema financiero explote', advierte Duhalde
'Argentina debe controlar su gasto público. Ése es un requisito imprescindible para alcanzar la estabilidad financiera, y pasa por un acuerdo entre el Gobierno central y las provincias. No se trata de una imposición del FMI', indicó Rato, 'sino de una parte esencial del programa del Gobierno argentino'. El ministro español dijo que las tres reformas (fiscal, legal y monetaria) acordadas en marzo entre el Gobierno y el FMI debían aplicarse lo antes posible. Rato comentó el viernes que el acuerdo con Argentina era 'posible' y que faltaba cerrar 'los detalles'.
Mutismo de Rato
Rodrigo Rato se negó a hacer comentarios sobre las 'vacaciones indefinidas' del sector bancario, anunciadas el viernes en Buenos Aires con un comunicado oficial de una sola línea. Jorge Remes Lenicov y el presidente del Banco Central argentino, Mario Blejer, no quisieron tampoco hacer ningún tipo de declaración pública en Washington. Remes se entrevistó con el secretario del Tesoro de EE UU, Paul O'Neill, y los ministros de Finanzas de Alemania, Francia, Brasil y España, además de con el director del Fondo, Horst Köhler. Al cierre de esta edición, el ministro argentino permanecía reunido en la sede del FMI. Remes esperaba conseguir un crédito urgente de 9.000 millones de dólares.
Desde que el FMI suspendió en diciembre la entrega de 22.000 millones ya pactados y, poco después, Argentina suspendió pagos con una deuda pública de 141.000 millones de dólares, otras instituciones multilaterales como el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo suspendieron también sus ayudas financieras al país. Un acuerdo entre el Fondo y el Gobierno de Buenos Aires permitiría desbloquear la situación.
Uno de los asuntos que discute el FMI este fin de semana, rodeado de un extraordinario despliegue policial en prevención de protestas violentas, es el llamado Plan Krüger. Se trata de una propuesta presentada por la subdirectora de la institución, Ann Krüger, para establecer un sistema de normas internacionales que permitirían regular las suspensiones de pagos de países en dificultades, y hacerlas menos traumáticas que hasta ahora.
El presidente argentino, Eduardo Duhalde, justificó ayer la medida de cerrar los bancos para evitar la fuga masiva de depósitos con el argumento de que se corría el riesgo de que el sistema financiero explotara en los próximos días.
Duhalde, que consideró al llamado corralito levantado el pasado 3 de diciembre por el ex ministro de Economía Domingo Cavallo para limitar el retiro de fondos de los bancos como una 'bomba de tiempo activada', aludió ayer a su metáfora para advertir de que se llegó nuevamente a un punto límite: 'Corremos el riesgo de que el sistema explote si los jueces siguen autorizando que se devuelva el dinero depositado ante la sola presentación del recurso de amparo'.
El cierre de los bancos paralizó al país. Entre la noche del viernes y la madrugada del sábado los ciudadanos desfondaron los cajeros automáticos en las grandes ciudades y acabaron con las reservas de dinero. Nadie sabe cuántos días se extenderá la medida ordenada por el banco central. El Gobierno carga las consecuencias de su drástica decisión a la mochila de los jueces, que concedían automáticamente los recursos de amparo y obligaban a los bancos a devolver los depósitos, y traspasa ahora al Congreso la responsabilidad de la reapertura de la actividad bancaria y cambiaría. La presión sobre los legisladores es manifiesta para que aprueben el proyecto, que será presentado el lunes por la tarde. El trámite parlamentario no se puede demorar menos de tres días, de tal modo que los bancos no podrían abrir antes del jueves.
Cambio a dólares
El dinero retirado en pesos se reconvertía inmediatamente a dólares y la cotización aumentó en la última semana de 2,85 pesos, el valor al que las agencias y los bancos vendían 'por cuenta y orden del banco central', hasta los 3,30 de cierre el pasado viernes, pero ayer los vendedores ambulantes pedían ya 3,50 pesos por cada dólar. Desde que se devaluó el peso a comienzos de enero, el banco central liquidó 2.500 millones de sus 14.500 millones de dólares de reservas para evitar que se dispare la cotización y se inicie la carrera que llevaría nuevamente a la hiperinflación.
La supervivencia del Gobierno depende del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, y éste, a su vez, de las reuniones con el secretario del Tesoro de Estados Unidos y los representantes del G-7, que el ministro de Economía argentino, Jorge Remes Lenicov, y el presidente del banco central, Mario Blejer, mantienen este fin de semana en Washington.
El objetivo máximo del presidente Duhalde era el de cumplir el mandato constitucional y llegar a las elecciones generales convocadas para septiembre de 2003. Pero hoy, la mayoría de los funcionarios y el propio Duhalde se darían por satisfechos si se alcanza un acuerdo mínimo con el FMI que permita llegar con cierta calma social a unas elecciones anticipadas.
Además de los debates sobre Argentina en la asamblea del FMI, el G-7 debatió el viernes por la tarde la idea estadounidense de que el Banco Mundial reduzca sus préstamos y aumente sus donaciones a fondo perdido. La representación europea mostró muy poco entusiasmo ante la propuesta de O'Neill, e indicó que ésa era una buena vía para arruinar al Banco Mundial si no se establecía un nuevo mecanismo para reponer sus fondos.
O'Neill y el presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan, invitaron después a sus colegas del G-7 a una cena, a la que se unieron representantes de los Gobiernos de India, Dubai, Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos y Suiza, con el fin de discutir fórmulas para evitar la financiación del terrorismo y el blanqueo de dinero.
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