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Rumsfeld asegura a Karzai que EE UU no tiene ambición territorial en Afganistán

El jefe de la fuerza internacional reconoce dificultades en las negociaciones con los afganos

Guillermo Altares

El secretario de Defensa de EE UU, Donald Rumsfeld, realizó ayer una visita sorpresa de unas horas al aeropuerto de Bagram, situado a 50 kilómetros de Kabul, donde se entrevistó por separado con los futuros presidente, Ahmid Karzai, y ministro de Defensa de Afganistán, Mohamed Fahim. También visitó a los marines destacados en esta antigua base soviética, desde donde se realizan muchos de los vuelos militares para bombardear la zona de Tora Bora. 'Estados Unidos no tiene ambiciones territoriales en la región', dijo Rumsfeld a Karzai.

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La presencia de tropas extranjeras en Afganistán es un punto especialmente sensible para el futuro Ejecutivo, y por eso está siendo tan complicado llegar a un acuerdo definitivo para la llegada de una fuerza internacional a Kabul, como reconoció ayer el general de división británico John McColl, encargado de supervisar el despliegue.

La visita de Rumsfeld, por muy breve que haya sido, tiene un gran valor simbólico: se trata del primer viaje a este país del hombre que dirige los bombardeos de la coalición internacional contra el terrorismo, que comenzaron el pasado 7 de octubre y que todavía continúan. Ante Karzai y Fahim, que el sábado será nombrado, siguiendo los acuerdos de Bonn, presidente provisional del país durante los próximos seis meses, el secretario de Defensa dejó muy claro que las tropas estadounidenses desplegadas en varios puntos de Afganistán (Bagram, Kandahar, Mazar-i-Sharif y en la provincia de Jalalabad, donde están combatiendo en tierra) no tienen la intención de quedarse.

Según Rumsfeld, el único objetivo de los marines estadounidenses y de los bombardeos, que en los últimos días se han centrado exclusivamente en Tora Bora, donde se esconden cientos de militantes de Al Qaeda y quizás el propio Osama Bin Laden, es 'expulsar a los terroristas' y a aquellos que les protegían, los talibanes, que ya han perdido totalmente el control del país. 'Hemos hablado de lo que hemos hecho y de lo queda por hacer. Quería asegurarme de que estamos en la misma longitud de onda', aseguró Rumsfeld.

La buena voluntad que han mostrado Karzai y otros líderes afganos hacia el despliegue de una fuerza de paz en Afganistán, decidida durante la Conferencia de Bonn y que contará con la aprobación del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, cuando se han encontrado con dirigentes extranjeros, no puede ocultar que las negociaciones no están siendo nada fáciles. 'Tengo que insistir en que, por el momento, no se ha tomado ninguna decisión firme', aseguró en Kabul el general británico John McColl, que llegó ayer a la capital afgana para preparar la llegada de esta fuerza internacional, que con toda seguridad será liderada por Gran Bretaña.

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Todos los representantes afganos aceptaron durante la Conferencia de Bonn el despliegue de estas tropas extranjeras. Pero una cosa es dar el visto bueno sobre el papel y otra muy diferente hacerlo sobre el terreno. El problema es que el tiempo se viene encima. En teoría, la fuerza internacional, en la que habrá soldados españoles, tiene que estar aquí antes del sábado; pero el proyecto lleva varias semanas en pañales.

No se sabe cuándo llegarán los soldados, ni cuántos serán, ni quién los dirigirá, ni cuál será su misión precisa. Ni siquiera el Consejo de Seguridad ha autorizado todavía el despliegue. Eso sí, ya tiene nombre: Fuerza Internacional de Asistencia y Seguridad (ISAF, según las siglas en inglés).

Traslado de uno de los tres <i>marines</i> heridos por la explosión de una mina en el aeropuerto de Kandahar, durante una operación de desminado.
Traslado de uno de los tres marines heridos por la explosión de una mina en el aeropuerto de Kandahar, durante una operación de desminado.REUTERS

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Sobre la firma

Guillermo Altares
Es redactor jefe de Cultura en EL PAÍS. Ha pasado por las secciones de Internacional, Reportajes e Ideas, viajado como enviado especial a numerosos países –entre ellos Afganistán, Irak y Líbano– y formado parte del equipo de editorialistas. Es autor de ‘Una lección olvidada’, que recibió el premio al mejor ensayo de las librerías de Madrid.

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