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Una epidemia en Europa

Crece en Francia la psicosis por la distribución de carne sospechosa

Los 'hiper' retiran los productos de vacuno y exigen mayores controles

La psicosis por el mal de las vacas locas crece en Francia. Y con motivo. Ocho toneladas de carne sospechosa fueron distribuidas la semana pasada por un matadero de Villers-Bocage, en Normandía, a distintas cadenas de comercialización de Francia. Una parte fue vendida y otra parte fue retirada a tiempo. Nadie afirma que todos esos productos estuvieran contaminados, pero se sabe que entre las partidas figuraba carne de una vaca enferma de encefalopatía espongiforme bovina (EEB), enfermedad de las vacas locas.

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Procesamientos

El goteo de malas noticias no hace sino aumentar la psicosis. Dos personas han muerto hasta ahora en Francia por la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob, la variante humana de la enfermedad de las vacas locas, y una tercera, que sobrevive, sufre síntomas que hacen sospechar de la misma enfermedad, según datos confirmados ayer a este periódico de fuente oficial. Francia asegura haber puesto en pie el "programa más importante" del mundo para el control de la epidemia. Ayer mismo, se anunció el descubrimiento de siete vacas enfermas que elevan a 78 el total de bovinos infectados por el mal desde el comienzo de este año.Las autoridades interpretan la detección de estos casos no como una extensión del problema, sino como la prueba de la eficacia de una búsqueda "activa" de posibles animales enfermos en las regiones del oeste del país, en las que el riesgo parece mayor. Francia mantiene también un embargo total sobre la importación de vacuno británico, incluso en contra del criterio de la Comisión Europea.

A pesar de todo, el Gobierno se ve señalado con el dedo. En primera línea de la protesta figuran las cadenas de distribución, después de que al menos medio centenar de supermercados e hipermercados distribuyeran la carne sospechosa procedente de Normandía. Un tratante de ganado, de 66 años; su esposa, de la misma edad, y su hijo, de 35, son los únicos procesados, por el momento. Se les imputa haber incluido el animal enfermo en un lote de otras reses que entregaron al matadero. Según las normas francesas, el descubrimiento de un animal enfermo implica la destrucción de todo el rebaño.Con anuncios a toda página publicados en la prensa, Carrefour, que recibió la mayor parte de la carne, exige al Gobierno que se practiquen "pruebas sistemáticas" de EEB en todos los mataderos y promete llevar a cabo ese control sobre quienes le suministran la carne. También pide la retirada de antibióticos de la alimentación animal y que "la prohibición total" de harinas animales, ya vigente para la alimentación del vacuno, se extienda a la de cerdos, aves y pescados.

En medio de esta oleada de inquietud, el propio presidente de la República, Jacques Chirac, exige que se hagan pruebas sistemáticas a todas las reses "en el plazo más breve posible". Una medida difícil de poner en práctica, según el ministro francés de Agricultura, Jean Glavany, quien explica que Francia hace 48.000 pruebas al año, "más que ningún otro país". Pasar de ahí a cinco o seis millones de pruebas, puesto que Francia mata cinco o seis millones de reses de vacuno anuales, "exigiría un dispositivo material que actualmente no somos capaces de poner en servicio". El ministro sí ha anunciado "controles aleatorios" en los mataderos.

Pese a todo, la opinión pública no se fía. Aunque está prohibida, desde 1996, la utilización de harinas animales en la alimentación del ganado vacuno, la semana pasada se descubrió que los servicios de represión del fraude aceptan un "margen de error" que implica "dosis ínfimas" (0,3%) de carne mezcladas entre los alimentos vegetales destinados a los rumiantes. Este descubrimiento dio origen a recriminaciones por parte de la oposición al Gobierno, frente a las cuales el ministro de Agricultura reiteró el criterio de aplicar la "tolerancia cero" de las harinas de origen animal en la alimentación de los bovinos.

Una encuesta encargada por la Federación del Comercio y de la Distribución, curiosamente limitada a las consumidoras, muestra que el 70% de éstas quiere que los embalajes de carne mencionen el origen de la misma, aunque todavía es mayor el porcentaje (88%) de las que creen prioritario conocer detalladamente los ingredientes y aditivos.

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