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OFENSIVA ALIADA CONTRA SERBIA

Macedonia quiere más protección de la OTAN ante el temor a las revueltas internas

Enric González

El Gobierno macedonio quiere más protección de la OTAN. Y garantías de que la organización militar velará por la integridad de sus fronteras, pese a no ser todavía un país miembro, y por su estabilidad interna. El ministro de Asuntos Exteriores de Macedonia, Alexandar Dimitrov, voló ayer a Bruselas para negociar con el secretario general de la OTAN, Javier Solana, la inclusión de cláusulas adicionales en el tratado por el que el pequeño país balcánico se integró en la Asociación para la Paz de la Alianza. Las tropas occidentales estacionadas en Macedonia siguen, mientras tanto, recibiendo refuerzos.

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La frágil alianza de ex comunistas, socialistas, centristas y representantes de las minorías albanesa y gitana que gobierna Macedonia no teme una invasión: teme una desestabilización interna que podría conducir en cuestión de días a un conflicto del tipo del yugoslavo. Por eso, reclama todo tipo de garantías a la OTAN. El Gobierno ya sofocó una revuelta albanesa hace cinco años, pero ahora no se siente capaz de atajar una crisis.Varios centenares de refugiados albanokosovares entraron ayer en Macedonia, la mayoría de ellos a través de pasos de montaña. Aunque el flujo es muy inferior al que se registra en la frontera con Albania, Naciones Unidas y Cruz Roja se mantienen en la máxima alerta. "Si los serbios quisieran complicar la situación en Macedonia, les bastaría con enviar una oleada de albaneses: la mayoría de la población tolera mal a la minoría albanesa y la rechazaría con violencia", opina uno de los observadores de la Organización para la Cooperación y la Seguridad en Europa (OSCE).

La OTAN y la OSCE son, en general, poco populares en Macedonia. Sólo la minoría albanesa aprecia la presencia de tropas extranjeras en el país y se muestra conforme con los bombardeos de la OTAN sobre Yugoslavia. La minoría albanesa ve a los extranjeros como protectores; la mayoría, por el contrario, los considera intrusos o invasores.

"En los pueblos albaneses nos saludan y nos invitan a café. En otras localidades, en cambio, nos insultan y nos apedrean", comenta el teniente francés Carlos de Orleans, uno de los 10.000 soldados de la OTAN estacionados en Macedonia a la espera de penetrar en Kosovo para garantizar un hipotético acuerdo de paz. "A estas alturas, sabemos por qué pueblos podemos pasar y cuáles debemos esquivar", añade el teniente De Orleans.

Los casi 10.000 soldados de la OTAN (3.700 británicos, 2.800 alemanes, 2.500 franceses, 600 italianos y 250 holandeses) están distribuidos por 10 campamentos más o menos próximos a la frontera con Kosovo. "Hemos tratado de esparcirnos y actuar discretamente para no parecer una fuerza de ocupación", explica un portavoz militar. El Ejército macedonio es de reemplazo, ronda los 10.000 efectivos y está dotado con un material muy inferior al de la OTAN. La policía cuenta con 12.000 miembros y es la auténtica fuerza armada del país.

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La intensificación de los bombardeos junto a la frontera entre Macedonia y Kosovo ha obligado a las tropas de la OTAN a tomar precauciones. En los últimos días han recibido radares y defensas antiaéreas, en prevención de un hipotético ataque del Ejército serbio. También han procurado disgregarse aún más para no ofrecer un blanco fácil. En caso de sufrir un ataque de cualquier procedencia -desde Kosovo o desde el interior de Macedonia-, tienen orden de no responder.

La Embajada de Estados Unidos, tras los ataques sufridos el pasado jueves, ha reforzado su seguridad con un centenar de marines armados hasta los dientes. El destacamento de la OTAN espera contar también en los próximos días con dos millares de soldados estadounidenses. Su fuerza dista mucho, sin embargo, de ser la suficiente para entrar en Kosovo en el caso de que el mando de la Alianza Atlántica decidiera apoyar los ataques aéreos con una operación terrestre: "Eso sería una historia totalmente diferente, que por ahora no se contempla siquiera", afirma un oficial holandés.

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