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OFENSIVA ALIADA CONTRA SERBIA

La pérdida de un hombre capaz de dialogar

El asesinato de Fehmi Agani, de 66 años, supone la pérdida de uno de los pocos políticos kosovares con capacidad de diálogo y talante negociador. Al mismo tiempo, el crimen pone de manifiesto, de forma palpable, los niveles de barbarie y degeneración moral que han logrado alcanzar sus autores.Tenía Agani un cierto aire de maestro de escuela antiguo y bueno, de aquellos que se preocupan por sus alumnos. Siempre se mostraba dispuesto a responder a las preguntas de los periodistas extranjeros que llegaban a Pristina, aunque fuese a toda prisa en el dintel de la casucha que albergaba la sede de la Liga Democrática de Kosovo (LDK), que preside Ibrahim Rugova. A Agani no se le habían subido los humos a la cabeza, como a otros políticos de Kosovo, al verse cortejado por periodistas, diplomáticos y emisarios de los grandes de la Tierra. Para todos ellos, el contacto con Agani era una cita obligada en Pristina, porque siempre tenía un punto de vista digno de tener en cuenta y proporcionaba elementos para analizar la compleja realidad kosovar y moverse en medio de la sopa de letras de los grupos y grupúsculos kosovares.

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Inercia estratégica

Procedía Agani de las filas comunistas, como no podía ser de otra manera durante la dictadura del mariscal Tito, y no se avergonzaba de reconocer que había entrado en el partido ya en 1948. Agani enseñaba sociología en la Universidad de Pristina, de la que fue expulsado en 1982, y después siguió con sus clases en la universidad paralela que fundaron los kosovares.

En la lucha de tendencias dentro de la LDK de Rugova, Agani ocupó posiciones moderadas y, tras desempeñar durante dos mandatos el cargo de vicepresidente, perdió su puesto. Rugova le tomó como consejero y en esa condición participaba en casi todas las negociaciones. Su última aparición pública de importancia se produjo durante las negociaciones de Rambouillet y París, en las que Agani participó como miembro de la delegación kosovar. Tenía fama Agani de ser un negociador duro y directo, que no se perdía por vericuetos verbales.

En la última conversación que mantuvo con el enviado de EL PAÍS, el pasado octubre, con motivo del acuerdo entre Milosevic y el emisario norteamericano Richard Holbrooke, Agani daba una vez más muestras de su realismo político y trataba de ver los aspectos positivos del pacto.

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