Aznar y Gil-Robles discrepan sobre el futuro inmediato de la Comisión

La crisis que se ha abierto en la UE con la dimisión de la Comisión Europea ha hecho aflorar divergencias entre el presidente del Gobierno español, José María Aznar, y el presidente del Parlamento Europeo, José María Gil-Robles, con quien se especula como posible cabeza de lista del Partido Popular (PP) en las elecciones europeas. Aznar defiende la necesidad de mantener a la actual Comisión en funciones, mientras que Gil-Robles es partidario de un cambio rápido.

A escasa horas de la llegada a Madrid del canciller alemán, Gerhard Schröder, presidente de turno del Consejo Europeo -que explicará a Aznar sus propuestas para alcanzar un acuerdo sobre la Agenda 2000 en la cumbre de Berlín de la próxima semana-, la crisis de la Comisión sigue planeando sobre la UE, y sobre los grupos políticos europeos que, en general, defienden antes posiciones nacionales que líneas ideológicas. Una excepción a esta tendencia es la diferente posición que mantiene Gil-Robles respecto a la mayoría de los miembros del PP español, con su presidente a la cabeza que el martes expresó su confianza en que siga "en funciones" hasta final de año.Para el Gobierno español, el periodo de interinidad que se ha abierto con la dimisión del colegio de comisarios no es un obstáculo para que la actual Comisión defienda en Berlín su propuesta de Agenda 2000, y se mantenga en funciones hasta que se proceda, sin prisas, a la elección de un nuevo presidente y de una nueva Comisión, una vez que Francia, Portugal y Grecia presenten los instrumentos de ratificación del Tratado de Amsterdam.

Sin embargo, tanto la presión del Parlamento Europeo como la de su presidente, Gil-Robles, que ayer reclamaba "el nombramiento inmediato de una nueva Comisión para el tiempo que resta de mandato, es decir, hasta enero del año 2000", va contra los intereses españoles para la cumbre de Berlín. Ayer, en la comisión de Asuntos Exteriores del Congreso de los Diputados, el Gobierno y el PSOE coincideron en defender a la actual Comisión, al subrayar la honorabilidad del comisario socialista, Manuel Marín, y del actual ministro de Asuntos Exteriores, Abel Matutes, tras el informe del Grupo de Sabios.

En abierto contraste con las ácidas acusaciones que se cruzan habitualmente socialistas y populares en el Congreso, Rafael Estrella, portavoz del PSOE, expresó su plena confianza en la "honorabilidad" personal de Matutes en su ejecutoria como comisario europeo. Por su parte, Ramón de Miguel, secretario de Estado de Política Exterior, agradeció la mención de Estrella y dijo que tampoco se pueden hacer reproches a su sucesor, Manuel Marín, por la gestión de la política mediterránea de la UE que, en su opinión, llegó a un nivel que nunca tuvo antes en las relaciones exteriores de la UE.

En medios diplomáticos españoles no se considera probable que los Quince se pongan de acuerdo en la cumbre de Berlín de los próximos dias 24 y 25 sobre el nombre del nuevo presidente de la Comisión Europea, cuya designación por los jefes de Estado y de Gobierno debe ser, después, ratificada por el Parlamento Europeo tras la entrada en vigor del Tratado de Amsterdam.

La solución más probable es que la Comisión, una vez aprobada la Agenda 2000, permanezca en funciones hasta las elecciones al Parlamento Europeo del 13 de junio, lo que daría tiempo al Consejo Europeo para elegir al sucesor de Jacques Santer.

Esta alternativa permitiría separar, como siempre ha defendido España, la negociación sobre el futuro financiero de la UE del paquete de nombramientos. Obligaría, sin embargo, a los jefes de Estado y de Gobierno a pactar en la cumbre de Berlín un calendario preciso para designar a la nueva Comisión, a fin de evitar que se prolongue el periodo de interinidad. La composición de la nueva Comisión Europea, que gobernará la UE hasta el año 2005, es muy importante dada la batalla política que se avecina una vez que se apruebe la Agenda 2000. Con una marco financiero estable hasta el año 2007, la UE debe embarcarse en su reforma institucional, imprescindible para acomodar a los nuevos miembros del centro y el este de Europa.

La Gobierno español considera que la Comisión debe seguir desempeñando un papel crucial en el equilibrio institucional europeo, y que su debilitamiento puede cuartear toda la construcción europea y hacer más difícil el proceso de ampliación.

Para la oposición, el actual marasmo que padece Europa se debe a la falta total de liderazgo político, una vez que ha entrado en vigor el euro.

Juan Manuel Eguiagaray, portavoz de Economía del grupo socialista, señaló ayer que la discusión se limita a "ver cómo se reducen las facturas". Es, añadió, como si "se discutiera sobre las cuotas del club sin saber para que sirve ese club".