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ADIÓS AL GRAN SEDUCTOR DE LAS LETRAS

Buenos Aires llora a Bioy Casares

La cultura argentina espera que se publiquen los diarios del escritor, enterrado ayer en el cementerio de La Recoleta

Un centenar de amigos y familiares despidieron ayer en la intimidad a Adolfo Bioy Casares en el cementerio de La Recoleta, de Buenos Aires, donde la familia Casares tiene un panteón. Por deseo expreso del fallecido, no hubo velatorio. Bioy ha sido calificado desde diversos sectores como uno de los grandes autores de la literatura hispanoamericana, el aristócrata de las letras argentinas o, sencillamente, el mejor escritor de Argentina desde la muerte de Jorge Luis Borges. Sus lectores esperan ahora que algún día se publiquen sus diarios inéditos, que empezó a escribir a partir de los 40 años. La difusión de estos textos está en manos de Daniel Martino, albacea del escritor y autor, a su vez, del libro ABC de Bioy Casares, que recoge a modo de diccionario fragmentos de la obra.La muerte de Bioy ha conmocionado a un país probablemente cada vez más alejado de los valores que representaba el autor de La invención de Morel (1940), su obra más aclamada. La escritora María Esther Vázquez lo resumía con estas palabras: "Con la muerte de Bioy, Argentina pierde una gran cantidad de valores que hoy parecen estar ausentes. La cortesía, la humildad, el desprecio a los soberbios y a los imbéciles. Bioy odiaba el exhibicionismo y era un optimista. Representaba la distinción criolla que todavía se conserva en el norte del país, de gente noble, sencilla". Con Bioy, añadía la escritora, queda un poco menos del humanismo que brilló en Argentina a mediados de este siglo. "Hemos perdido la reflexión humanista".

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Los amantes de la figura de Bioy lamentan "la pérdida de un estilo de vida". Argentina ha quedado un poco más sola. Se ha ido el escritor que recogió el testigo del patriarca de las letras argentinas, Borges, su amigo, su colaborador y, de alguna manera, el fantasma que planeó hasta los últimos días de su vida.

Reconocimiento tardío

Paradójicamente, Borges tuvo algo que ver con el tardío reconocimiento del talento de Bioy. No fue hasta la muerte de aquél, en 1984, cuando se produce la eclosión del escritor Adolfo Bioy Casares. Llenó el vacío dejado por su amigo y compañero de tertulias literarias. Pero antes, en el boom de la literatura hispanoamericana de los años sesenta, el nombre de Bioy no figuraba junto a los de García Márquez, Vargas Llosa, Fuentes, Cortázar, Onetti o Borges.Tras la muerte de Borges, el mundo se dio cuenta de que existía otro escritor argentino, 15 años más joven, y con un buen número de libros publicados, entre ellos, La invención de Morel, La trama celeste (1948) o El sueño de los héroes (1954). La popularidad fue en aumento y sus libros fueron traducidos hasta a 19 idiomas. En vida de Borges, la obra de Bioy apenas era conocida en Francia e Italia. Bioy se ha ido sin haber escrito un libro sobre su gran amigo Jorge Luis Borges, a pesar de hablar de él en todas las conversaciones y entrevistas. "Yo fui una de las personas que mejor lo conoció y me gustaría tratar de comunicar eso a mis lectores", dijo en una ocasión. Sólo en sus Memorias, publicadas en 1994, le dedica algunos párrafos. "Yo creo que Borges retoma la tradición de los grandes novelistas y cuentistas; o, dicho más claramente: la tradición de los contadores de cuentos", escribió.

Reacciones

Las reacciones a la desaparición de Bioy se suceden desde las figuras de las letras. Abel Posse señaló: "La obra de Bioy está vivificada por un secreto encantado irónico, especialmente en su descripción de los barrios porteños y su pequeña burguesía, como ocurre en la inolvidable primera parte de El sueño de los héroes y en Diario de la guerra del cerdo. Isidoro Blaisten definió a Bioy como "hombre elegante y fino que ha hecho del uso de la ironía una forma de piedad". Para Abelardo Castillo, "según el antiguo y saludable procedimiento de Poe, Bioy inventaba un suceso y se proponía un efecto y dejaba que la escritura fuese revelando sus epifanías. Se ha calificado La invención de Morel de novela fantástica. Yo tiendo a pensar que es, además, una de las más conmovedoras fábulas de la literatura contemporánea".Ernesto Sábato, cuya relación con Bioy estuvo marcada por la indiferencia, escribió unas breves líneas en el diario La Nación después de conocer la noticia de la muerte del escritor: "Recuerdo aquellas noches en su casa, donde comíamos con Borges y con Pepe Bianco, durante las que se hablaba casi exclusivamente sobre los libros que amábamos y también sobre los que detestábamos. Eran largas conversaciones sobre literarura, a veces muy serias, otras divertidas, irónicas o grotescas. En esas interminables reuniones en lo de Bioy y de Silvina que, dicho sea de paso, Silvina detestaba, de algún modo celebrábamos el entusiasmo compartido por la literatura". Sentía horror a la muerte -"arrastro esa falencia desde chiquito. No me parece nada simpática"- y sostenía que el mejor lugar para despedirse de este mundo era en casa, con los amigos. Morir en soledad era de una gran tristeza, decía, y recordaba la muerte de Borges en su casa de Ginebra, lejos de su gente. Sus últimos años estuvieron marcados por el golpe durísimo que recibió en 1993, cuando en el intervalo de días fallecieron su esposa, Silvina Ocampo, y su única hija, Marta, que murió atropellada por un autobús en La Recoleta.

Bioy nunca se sintió vencido, a pesar de que la muerte llamaba con insistencia desde hacía semanas. "Espero morirme creyendo que voy a seguir escribiendo, que venga la muerte de un momento a otro. Me gustaría decir, segundos antes de la muerte, lo mismo que un personaje de un libro que estoy leyendo: "Rápido, cochero; a todo galope, al cielo".

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