Los hijos de Ruskín
Las opiniones de un utopista inglés del siglo XIX, John Ruskin, se han convertido en objeto de litigio. Su libro Seven lamps of architecture (Siete lámparas de la arquitectura) es obra de lectura obligada para los letrados que intervienen en el caso de la rehabilitación del teatro romano de Sagunto. El argumento de autoridad empleado por el abogado Marco Molines para fundamentar su recurso contra el proyecto se basa en interpretar la Ley del Patrimonio Histórico a la luz de las opiniones de este británico, nacido a principios del XIX, que defendió las técnicas arquitectónicas de la Edad Media y se mostró profundamente crítico con la estética de la sociedad industrial.Al igual que Ruskin, Marco Molines pretende que las restauraciones defiendan a ultranza la autenticidad histórica y la conservación biológica de las ruinas que, como arquitectura muerta, deben ser consideradas lecciones históricas. El abogado del Ayuntamiento de Sagunto, Martínez Morales, no comparte la afición de su oponente hacia Ruskin, cuyas teorías califica de "cultura de relicario" y considera contrarias al fomento del uso y disfrute del patrimonio.
Así las cosas, el ponente del Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana, José Díez, tendrá que diferenciar en este proceso qué afecta a la legalidad y qué al gusto cultural o estético de cada época.
La cuestión reside en la imposibilidad de introducir en la ortodoxia jurídica problemas más propios de la vida cultural y académica que de una sala de lo contencioso administrativo. Ningún fallo judicial puede zanjar el debate en este terreno. Menos aún cuando la discusión pública suscitada por el proyecto de los arquitectos Giorgio Grassi y Manuel Portaceli ha servido de excusa para acciones tan poco reflexivas como la realización de pintadas en latín y con signos fascistas sobre las gradas rehabilitadas del teatro romano.
Babelia
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