Japón escatima la ayuda económica a Gorbachov
Mijail Gorbachov puso ayer por la noche término a una escasamente fructífera visita a Japón, la primera que realiza un presidente de la Unión Soviética, con una breve parada significativa en Nagasaki, la ciudad que sufrió la segunda bomba atómica norteamericana, días después de la que cayó en Hiroshima y que supuso la rendición japonesa y el final de la II Guerra Mundial. El dirigente del Kremlin viajó desde allí por vía aérea hasta la isla de Cheju (Corea del Sur), donde hoy tiene previsto entrevistarse con el presidente surcoreano, Roh Tae Woo, antes de emprender regreso a Moscú.
"Debe estar usted cansado", le dijo poco antes de las diez de la mañana Akihito en la breve y protocolaria reunión de despedida que ofrecieron el emperador y la emperatriz Michiko a Gorbachov y a su esposa, Raisa. El líder soviético apenas durmió la noche anterior debido a que después de la ceremonia de la firma del comunicado conjunto con el primer ministro japonés, Toshiki Kaifu, afrontó dos horas de conferencia de prensa sin dramáticas señales de cansancio, a diferencia de muchos componentes de su delegación y de no pocos informadores.Akihito le deseó los mayores éxitos para la perestroika, algo que no ha dejado de escuchar Gorbachov durante los cuatro días de estancia en Japón, pero que no se ha traducido, como era su esperanza, en un respaldo económico.
Fuentes oficiales japonesas indicaron, ayer que Gorbachov regresa a Moscú con sólo un préstamo de 100 millones de dólares para ayuda alimentaría urgente que el Gobierno de Kaifu había aprobado el pasado diciembre, pero que fue congelado semanas después, a raíz de los violentos sucesos acaecidos en las repúblicas bálticas.
Japón ha hecho saber que no tiene previsto de momento conceder ayuda económica a la URSS, hasta que los dos países no firmen un tratado de paz y no se resuelva el contencioso territorial de las cuatros islas del sur de las Kuriles (Etorofu, Kunashiri, Shikotan y Habomai), ocupadas por los soviéticos en 1945 y cuya soberanía reclaman los japoneses.
Durante la conferencia de prensa de Tokio, Gorbachov comentó que se sentía como si hubiera sido secuestrado durante tres días, encerrado siempre en reuniones y sin poder mezclarse con el pueblo japonés. Un importante almuerzo con dirigentes empresariales y políticos de la región de Kansai que tenía que haberse celebrado en Osaka, la segunda ciudad del país, tuvo que ser llevado a Kioto por dificultades de programa. El presidente soviético reconoció durante el discurso pronunciado que aún quedan serios obstáculos para que los dos países normalicen plenamente sus relaciones, y reiteró el llamamiento hecho en Tokio al empresariado japonés para que contribuya al desarrollo de la perestroika.
Por la tarde, el matrimonio Gorbachov viajó por vía aérea hasta Nagasaki, en la punta suroriental de la isla de Kyushu, la más meridional del archipiélago, que fue destruida en el bombardeo atómico norteamericano del 9 de agosto de 1945 y en el que murieron más de 70.000 personas. La visita a la llamada puerta occidental de Japón, por la que entraron portugueses, holandeses y españoles hace cuatro siglos, fue una petición expresa del propio Gorbachov, que deseaba también ir a Hiroshima.
Reticencia
El Gobierno japonés aceptó al final a regañadientes, por los problemas de seguridad que acarreaba y el simbolismo que podía tener con respecto a Es tados Unidos. Ninguno de los presidentes norteamericanos que ha viajado a Japón después de la guerra ha visitado Nagasaki.Un problema adicional es que la ciudad está durante estos días en plena campaña para la elección de alcalde. El actual, Hitoshi Motoshima, apoyado hasta ahora por el gobernante Partido Liberal, se presenta a la reelección como independiente. El nombre de Motoshima, que es de religión católica, como otros muchos de los habitantes de la ciudad, se hizo mundialmente famoso cuando en vísperas de la muerte del emperador Hirohito dijo que éste había sido de alguna manera responsable de las atrocidades cometidas por Japón durante la II Guerra Mundial.
Gorbachov no pudo ser recibido por Motoshima como era su deseo para no interferir en la votación que se celebrará mañana. Permaneció algo más de dos horas en la ciudad y visitó un cementerio ortodoxo en el que están enterrados cerca de un millar de soviéticos.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Archivado En
- Nagasaki
- Hiroshima
- Mijail Gorbachov
- Viajes
- URSS
- Bombas atómicas
- Japón
- Armas nucleares
- Bloques políticos
- Bloques internacionales
- Segunda Guerra Mundial
- Ofertas turísticas
- Política exterior
- Asia oriental
- Armamento
- Turismo
- Gobierno
- Defensa
- Asia
- Historia contemporánea
- Guerra
- Conflictos
- Historia
- Administración Estado
- Administración pública