El mercado único europeo englobará a la Alemania unida
El canciller Helmut KoHl rescató ayer un latiguillo que había utilizado abundantemente cuando a mediados de noviembre puso el tema de la unificación alemana sobre el tapete con su famoso plan de 10 puntos. "La experiencia nos indica que los calendarios no sirven dijo, al ser preguntado por el ritmo de la unión de las dos Alemanias. Lo que sí dejó claro es que la unión política de los dos Estados no se producirá este año, ni tal vez el año que viene. "El año próximo, en algún momento, se planteará esta cuestión", dijo, "pero cuando entre en vigor el mercado único europeo, el 31 de diciembre de 1992, tendremos una Alemania unida".Según Kohl, cuando presentó su plan había calculado que la segunda fase -la de la confederación entre la RDA y la RFA- tendría lugar durante 1991. "Pero Modrow (el ministro presidente saliente de la RDA) no ha sido capaz de estabilizar el país", añadió el canciller, "y se ha estado produciendo una emigración masiva". Kohl explicó que en lo que va de año más de 150.000 alemanes orientales han llegado a la RFA. "El equivalente a una ciudad de tamaño mediano", apostilló. "Esto nos ha obligado a cambiar los planes y a hacer la oferta de la unidad monetaria", dijo el canciller, "porque lo importante ahora es que se queden en su país". Pero si la unidad política ha quedado aparcada momentáneamente, no sucede así con la unidad económica, monetaria y social. Tres conceptos que están íntimamente relacionados.
Para proceder a la sustitución del marco de la RDA por el deutsche mark occidental, el Gobierno de Kohl considera imprescindible desmantelar completamente el viejo sistema económico dirigista de Alemania Oriental, algo que, pese a las correcciones introducidas por el Gobierno de Modrow en los últimos meses, sigue básicamente en pie, incluso apuntalado. Por ejemplo, pocos días antes de las elecciones, el Parlamento saliente votó una ley en la que se protegen los derechos sociales adquiridos por los ciudadanos de la RDA, algunos de los cuales chocan con la llamada "economía social de mercado", que el Gobierno de Bonn -y el Bundesbank- exige para promover la unión monetaria.
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