González pide a Kohl ahondar en la unidad europea
El presidente Felipe González se esforzó ayer por convencer al canciller alemán, Helmut Kohl, de que sortee los riesgos que conlleva para Europa la unificación de Alemania, ahondando a marchas forzadas la construcción europea. Tan sólo 48 horas después de que las elecciones celebradas en Alemania Oriental arrojasen una holgada victoria de la coalición democristiana, allegada a Kohl, González fue ayer el primer estadista extranjero en entrevistarse con el pletórico canciller alemán, al que felicitó por el resultado de los comicios.
La sexta cumbre hispano-alemana empezó a las cinco y media de la tarde, con una primera entrevista entre los dos jefes de Gobierno, a bordo del barco Graf Zappelin, que durante hora y media cruzó el lago Bodensee, desde el pequeño puerto de Friedrichshafen hasta Constanza, donde el presidente español fue acogido por un centenar de manifestantes del grupo ecologista Greenpeace, que denunciaban los vertidos tóxicos españoles en el mar del Norte. A González y a su anfitrión no les acompañan esta vez sus respectivos ministros de Asuntos Exteriores, que se encuentran en Namibia, pero sí forman parte del séquito del presidente español los titulares de Economía, Industria y el secretario de Estado para la CE.Hasta el último momento, la delegación española temió que un canciller con los ojos puestos en los acontecimientos de la RDA anulase el encuentro previsto a orillas del lago, pero Kohl se empeñó en mantenerlo para demostrar, acaso, que seguía siendo fiel a sus compromisos europeos.
Diálogo fluido
Entre los estadistas europeos, González es, probablemente, ahora el que mantiene un diálogo más fluido con un canciller al que los jefes de Gobierno británico e italiano, y en menor medida el presidente francés, François Mitterrand, reprochaban sus ambigüedades sobre la futura frontera oriental de Alemania y siguen aún criticando su impaciencia por absorber a la RDA sin consultar, además, con el grueso de sus socios comunitarios.
Alejada geográficamente de Centroeuropa, España no ha visto con la misma prevención la rapidez del proceso de unificación, y el Gobierno se ha preocupado, ante todo, de sus repercusiones sobre la buena marcha de la Comunidad Europea. De ahí que la relación de un Kohl que describió ayer mismo a González como " un buen amigo" sea más cordial que la que el canciller mantiene ahora, por ejemplo, con Mitterrand.
La inquietud del Gobierno español se centra, fundamentalmente, en dos cuestiones, y en ellas hizo hincapié ayer González. La primera es que la unidad alemana no perjudique a la unión monetaria de la CE, que, a largo plazo, significará la creación de una moneda única. La conferencia intergubernamental que sentará las bases de esta unión se iniciará, en principio, en diciembre, pero a Madrid, París, Roma y a la propia CE les hubiese gustado que se adelantase esta fecha para que no hubiese un excesivo desfase entre la absorción de la RDA por la RFA y la acentuación de la integración europea. Por motivos de política interna, Kohl no ha querido dar su brazo a torcer.
El segundo motivo de preocupación es que el ingreso de Alemania Oriental, cuando forme parte de la RFA, en el club de los doce no suponga una desviación hacia Centrocuropa de los llamados fondos estructurales, que intentan atenuar en la CE las diferencias de desarrollo entre regiones pobres y ricas. Hasta 1992, los reglamentos que reparten esas ayudas están pactados, aunque los responsables españoles no descartan que se cree un fondo adicional, que financiaría, esencialmente, el Gobierno de Bonn.
A su llegada a Friedrichshafen, Kohl se esforzó por apaciguar los temores españoles declarando que "todos se beneficiarán de la apertura al Este", porque se dará "un gran impulso al crecimiento económico como consecuencia de la unificación". "González y yo hemos hecho muchas cosas juntos en la CE y las seguiremos haciendo", añadió.
La tendencia a efectuar la unión monetaria entre las dos Alemanias equiparando el marco oriental con el occidental tranquiliza, sin embargo, al flanco sur de la CE, porque además de restar competitividad a la industria germanooriental, la renta de la RDA será así lo suficientemente elevada como para que tenga derecho a menos fondos estructurales.
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