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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La guerra de las alcaparras

EL PRINCIPIO de acuerdo en materia de exportaciones agrícolas al que llegaron el pasado domingo el negociador norteamericano Clayton Yeutter y el comisario europeo de Relaciones Exteriores, Willy de Clercq, parece haber traído, al menos teóricamente, una cierta paz al contencioso comercial en el que se encontraban metidos de lleno las dos principales potencias económicas mundiales. Por el momento, la Comunidad ha decidido dar su visto bueno a la primera parte de este acuerdo, lo que equivale, básicamente, a eliminar las barreras que los norteamericanos habían aplicado a las importaciones de pasta procedente de Europa, mientras que los comunitarios han hecho lo propio con las compras de limones y nueces del otro lado del Atlántico. Precisamente los productos implicados en el compromiso -nueces, almendras, alcaparras, etcétera- ha llevado a los comentaristas más jocosos a denominarlo el acuerdo del guateque.

Pero el ambiente no es precisamente de guateque. Los países europeos, por el momento, han decidido dejar pasar un cierto tiempo para tomar una decisión sobre las otras dos fases del compromiso, que son las que más pueden afectar precisamente a España (reducción de aranceles para la entrada de almendras, limones y naranjas norteamericanos en Europa, entre otros productos). De esta forma, los doce, y especialmente España, Italia y Grecia, que son quienes más directamente van a verse afectadas por el acuerdo, pueden tener algo más de tiempo para analizar a fondo las condiciones de un acuerdo cuya conclusión ha sorprendido incluso en algunos de los países comunitarios.

Aunque nadie duda que, globalmente, la solución es satisfactoria, puesto que encarrila por la vía de la negociación un problema que amenazaba con desembocar en un imprevisible aumento de las prácticas proteccionistas entre ambas partes, la letra pequeña del acuerdo esconde, como ya se han aprestado a destacar las autoridades españolas -apoyadas también por italianos y griegos-, algunos puntos oscuros que, si no se corrigen a tiempo, pueden ocasionar desequilibrios económicos importantes para las economías de estos tres Estados de la Europa mediterránea. Nuestro país, a causa del acuerdo entre comunitarios y estadounidenses, va a ver -si el Consejo de Ministros de los doce lo ratificacómo empieza a entrar una serie de productos norteamericanos, directamente competitivos con los españoles, con un arancel sensiblemetne más bajo que el que tenían hasta ahora.

Eso, en la práctica, equivale a ocasionar un fuerte revés a los intereses de esos sectores. Un caso claro, por poner sólo un ejemplo, es el de las almendras, terreno en el que España es precisamente el mayor competidor de Estados Unidos, y que podrá verse sensiblemente afectado.

Lo más curioso del caso es que los principales beneficiarios de este acuerdo, que puede devolver una cierta paz a las últimamente turbias relaciones entre la CE y Estados Unidos, van a ser países terceros del área mediterránea con los que la Comunidad mantiene un trato preferencial desde hace años, y cuyas economías dependen, en buena medida, de las exportaciones que son capaces de canalizar a través de la Comunidad Europea.

Pero, sensu contrario, para otros Estados de la propia Europa comunitaria, como es el caso de España, el reconocimiento de los derechos de esos países añade nuevas dificultades para su agricultura. No hay que olvidar que el hecho de conceder preferencias a terceros en el marco de la política mediterránea europea incrementa el número de los competidores para las exportaciones agrícolas españolas. Y, al mismo tiempo, han sido precisamente esas preferencias europeas a los productos agrícolas de esos países lo que, en buena medida, ha originado las represalias norteamericanas contra las exportaciones agrícolas europeas.

Así pues, esta es la paradójica situación en la que se ha visto implicado nuestro país y que, por sus especiales características, es necesario ahora estudiar con calma para evitar que el visto bueno a un acuerdo globalmente satisfactorio pueda ocasionar daños innecesarios para los intereses españoles.

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