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Peces y naranjas

( ... ) La historia es vieja y harto conocida. Cada vez que hay que negociar la prórroga de los sucesivos acuerdos trimestrales hispano-marroquíes, a falta de la ratificación por el Parlamento de Marruecos del tratado de 1977, Rabat captura masivamente pesqueros españoles.Lo curioso es que Madrid también niega la jurisdicción marroquí sobre las aguas al sur del cabo Nun, pero al mismo tiempo las Cortes Españolas ratificaron un acuerdo, el de 1977, según el cual Marruecos concede derechos de faena a España en esas aguas. Al aceptar el acuerdo, el Gobierno español dice que sí a la jurisdicción marroquí, al tiempo que su doctrina sobre el tema del Sahara occidental dice que no.

Esta absoluta ambigüedad se mantiene, lo que conduce a los pescadores españoles a ser apresados por unos y por otros. Obviamente, para los armadores españoles de pesca tanto Marruecos como el Frente Polisario ejercen presión y recurren a la fuerza. Sin embargo, el Gobierno no parece compartir este sentido común de los hombres de mar. Con el Polisario no se negocia bajo presión. Con Marruecos, sí.

Los hechos ayudan, sin embargo, a clarificar este aspecto oscuro de la política exterior de la Administración. Mientras los camiones españoles son atacados por agricultores franceses irritados con los alimentos de este lado de los Pirineos, el Gobierno admite el tránsito de iguales productos marroquíes por territorio español.

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Aquí la única víctima es la agricultura y la pesca españolas, que reciben golpes de todos lados, mientras se mantiene un apolítica pesquera y exterior que, como mínimo, puede decirse que carece de orientaciones precisas.

, 17 de junio

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