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“Iba en pijama. Lo mataron en el campo de tropas”

Confesiones a un falangista, antiguas fotografías aéreas y la hermana de Lorca señalan una nueva ubicación de la fosa del poeta

Natalia Junquera
Excavación el pasado noviembre en el paraje del peñón Colorado, donde un equipo de expertos cree haber ubicado la fosa de Lorca.
Excavación el pasado noviembre en el paraje del peñón Colorado, donde un equipo de expertos cree haber ubicado la fosa de Lorca.M.ZARZA

Estaban ilusionados, convencidos de sus posibilidades de encontrar en un paraje llamado el Peñón Colorado, en Alfacar (Granada), la fosa del poeta español más universal. Bebían de fuentes directas, de los testimonios de los supuestos asesinos de Federico García Lorca en la madrugada del 17 de agosto de 1936. Su desconcierto fue total cuando, en noviembre del año pasado, cumplieron 20 días de excavación sin rastro de la fosa. El equipo de 18 expertos dirigidos por el arqueólogo Javier Navarro y el investigador Miguel Caballero revisó toda su documentación durante cinco meses y tras encargar un nuevo estudio de georadar, concluyó que se habían equivocado por solo 20 metros. Incapaces de desistir después de haber estado tan cerca, iniciaron una campaña de crowdfunding para reunir los 33.117 euros que necesitaban para volver a intentarlo. Creen que esta es la definitiva. ¿Por qué? Estos son sus argumentos.

“Federico iba en pijama. Era el segundo por la izquierda”. La ubicación de este nuevo intento se basa en un libro publicado en 1983 de forma póstuma: Los últimos días de Federico García Lorca. Su autor, Eduardo Molina Fajardo, era falangista. Caballero ha dedicado años a contrastar, uno a uno, los 48 testimonios recogidos por Molina Fajardo con la premisa de que “las personas que participaron en la ejecución del poeta estarían mucho más dispuestas a contar la verdad a un colega [otro falangista] antes que a un historiador”. Así, José María Nestares, mando militar en la zona por entonces le dijo en 1969 a Molina Fajardo: “Llamé a Manolo Martínez Bueso para que los vigilara y presenciara la ejecución. Después, me dijo que Federico [García Lorca] iba en pijama y que los habían matado en el campo de instrucción de las tropas, a la derecha de la carretera. Me dijo que, de los que enterraron, Federico era el segundo por la izquierda”. Nestares entregó a Molina Fajardo un croquis del lugar de enterramiento y uno de los hijos del militar acudió posteriormente a la zona acompañado por dos guardias de asalto que dijeron haber sido testigos del fusilamiento. Años más tarde, otro falangista, Pedro Cuesta, le señaló ese mismo lugar y añadió que no sería difícil identificar al poeta ya que había sido fusilado y enterrado junto a dos banderilleros [Francisco Galadí y Joaquín Arcollas] y un maestro cojo, Dióscoro Galindo. “Sí, allí tenía la muleta, encima de ellos, estará ya podrida...”, dijo.

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La carta de la hermana. También Isabel García Lorca pensaba que este era el lugar donde estaba enterrado su hermano. Lo revela la indignada carta que escribió en 1998 al alcalde de Alfacar y que recogió incluso The New York Times. “Ha llegado a mis oídos el plan del Ayuntamiento de hacer un campo de fútbol justo donde fueron a caer miles de hombres asesinados, muchos de ellos correligionarios suyos, socialistas. También está ahí mi hermano”, decía Isabel García Lorca, que entonces tenía 87 años. El campo no llegó a construirse, pero sí fueron removidos 12.000 metros cúbicos de tierra de ladera para generar la explanada.

Contar árboles uno a uno. El terreno sufrió múltiples transformaciones a lo largo de los años: albergó un campo de instrucción militar, una pista de motocross, un copioso olivar y casi un campo de fútbol. El equipo de expertos buscó antiguas fotografías aéreas para retratar esa evolución y averiguar dónde se habían equivocado. En el Archivo General Militar de Ávila encontraron 124 imágenes realizadas en octubre de 1938 por el Ejército Popular de la República, pero la zona quedaba fuera de la foto “por escasos metros”. Localizaron entonces imágenes aéreas de vuelos americanos entre 1944 y 1957 en las que sí se apreciaba el olivar completo y se dedicaron a contar uno a uno los árboles para comprobar dónde estaban los pocos que quedan ahora. De periódicos de la época extrajeron, además, fotos de las obras del campo de fútbol. Todas estas referencias fueron cartografiadas e introducidas en un SIG (Sistema de Información Geográfica) para proyectarlas sobre la imagen del terreno en la actualidad.

Los pozos. El catedrático emérito de Geografía Física José Luis Peña elaboró un nuevo estudio de georradar para localizar anomalías del terreno que señalaran los pozos a los que fueron arrojados Lorca, Arcollas, Galadí y Galindo. Todo este trabajo señaló un área de 100 metros cuadrados a solo 20 metros del segundo intento y a un kilómetro del primero (el paraje señalado por el supuesto enterrador del poeta, Manuel Castilla, al hispanista Ian Gibson).

Cronología de un misterio

1955. Manuel Castilla, El Comunista, que asegura ser el hombre que enterró a Lorca, señala al investigador estadounidense Agustín Penón la fosa en un paraje de Alfacar (Granada).

1966. Castilla lleva al mismo lugar al hispanista Ian Gibson, biógrafo del poeta.

2008. El juez Baltasar Garzón ordena exhumar 19 fosas, entre ellas la que se creía el punto de entierro de Lorca. La Audiencia Nacional lo paraliza.

2009. En septiembre, comienza la excavación en la zona señalada por Castilla. Tras mes y medio de trabajos y una subvención de 70.000 euros de la Junta andaluza, solo se encuentra una roca.

2014.Un nuevo equipo excava en noviembre en el Peñón Colorado, con 16.500 euros de financiación de la Junta de Andalucía. Los trabajos concluyen sin éxito 20 días después.

Marzo de 2015.El equipo elabora un nuevo estudio de georradar y ubica la fosa a 20 metros de la anterior excavación. Solicita un total de 33.117 euros para volver a excavar.

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Sobre la firma

Natalia Junquera
Reportera de la sección de España desde 2006. Además de reportajes, realiza entrevistas y comenta las redes sociales en Anatomía de Twitter. Especialista en memoria histórica, ha escrito los libros 'Valientes' y 'Vidas Robadas', y la novela 'Recuérdame por qué te quiero'. También es coautora del libro 'Chapapote' sobre el hundimiento del Prestige.

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