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Tres de cada cuatro hombres españoles tendrán exceso de peso en 2050

Un estudio prevé que más de la mitad de los adultos y un tercio de los niños y adolescentes del mundo tendrán sobrepeso u obesidad en 25 años. España estará entre los 10 países ricos con las tasas más altas en hombres

Bajo un cartel que reza "Come tanto como quieras", varias personas se sirven comida en un buffet libre de un restaurante chino en Londres.
Bajo un cartel que reza "Come tanto como quieras", varias personas se sirven comida en un buffet libre de un restaurante chino en Londres.Mike Kemp (In Pictures/Getty Images)
Jessica Mouzo

Una pandemia global de sobrepeso y obesidad ha puesto al mundo contra las cuerdas. Dos estudios publicados este lunes en la revista The Lancet han concluido que, en los últimos 30 años, el exceso de peso aumentó más del doble en todo el globo hasta alcanzar unas cifras sin precedentes: en 2021, había más de 2.110 millones de adultos y 493 millones de jóvenes y niños con sobrepeso u obesidad. Lo peor de todo es que los pronósticos para las próximas décadas son poco halagüeños y no hay rincón del planeta que se salve de un incremento en la prevalencia de estos cuadros. Sendas investigaciones estiman que, si no se toman medidas urgentes, alrededor del 60% de los adultos y un tercio de los niños del mundo sufrirán exceso de peso en 2050. Los niveles más altos se prevén en islas de Oceanía y en Oriente Medio, pero España también figura entre los 10 países ricos con las tasas más elevadas en los hombres (hasta el 77% en población masculina mayor de 25 años).

Los cálculos de los dos estudios no dejan lugar a dudas: las estrategias para frenar el sobrepeso y la obesidad —puerta de entrada a decenas de enfermedades, como el cáncer, la diabetes o los problemas cardiovasculares—, han fracasado. El exceso de peso crece cada vez más rápido y la obesidad surge antes, de forma que las dolencias asociadas también aparecen a edades más tempranas. Los autores advierten de que el impacto de la inacción global puede ser “devastador” para la humanidad. “Si se cumplen estos pronósticos globales, las repercusiones no solo serán abrumadoras para las personas, sino que la carga resultante será devastadora para los sistemas sanitarios, sociales, planetarios y económicos”, señalan.

En 2021, algunas islas del Pacífico, como Nauru, Islas Cook, Samoa o Tonga, tenían tasas de obesidad y sobrepeso por encima del 70% en población infantil y rondaban el 90% en los adultos. Para 2050, los cálculos extreman todavía más el problema en esas zonas y en otros países de Oriente Medio, como Egipto, Kuwait o Siria, donde casi toda su población adulta (la prevalencia supera el 94%) tendrá exceso de peso. “La epidemia mundial sin precedentes de sobrepeso y obesidad es una tragedia profunda y un fracaso social monumental”, afirma la autora principal del estudio en adultos, la profesora Emmanuela Gakidou, del Instituto de Métricas y Evaluación de la Salud (IHME) de la Universidad de Washington (Estados Unidos), en un comunicado.

Los resultados de las investigaciones publicadas en The Lancet —donde analizan el exceso de peso en adultos y niños durante las últimas tres décadas en más de 200 países y desgranan también las proyecciones para los próximos 25 años— siguen la estela de estudios previos que avanzaban que la obesidad ya es la forma de malnutrición más común en la mayoría de los países. Estos nuevos hallazgos ponen cifras al fenómeno a largo plazo y calculan que, si la tendencia se mantiene, 3.800 millones de adultos y 746 millones de niños sufrirán exceso de peso.

El exceso de peso es la llave que abre la puerta a decenas de enfermedades graves. Es peligroso en la edad adulta, pero es mucho más complejo todavía si ese pestillo se descorre en la infancia. Sobre todo, por la complejidad de revertir esa situación con los años y también por el riesgo de aparición de enfermedades propias de mayores en población infantojuvenil. Unas dolencias, por cierto, que muy probablemente se acabarán perpetuando en el tiempo. “La obesidad rara vez se resuelve después de la adolescencia y surgen más riesgos en la edad adulta, como infertilidad, cáncer, enfermedades cardiovasculares y enfermedades del hígado y los riñones”, exponen los autores.

La huella en la infancia

A pie de consulta, de hecho, ya se ha empezado a ver esa huella mecánica, metabólica y psicológica que deja la obesidad en críos cada vez más pequeños. Albert Goday, jefe de sección de Endocrinología en el Hospital del Mar de Barcelona, pone el ejemplo de la diabetes tipo 2, una enfermedad tradicionalmente diagnosticada en adultos mayores y ahora cada vez más frecuente en población joven: “El daño que puede hacer una enfermedad asociada la obesidad depende, probablemente, del tiempo de exposición a esa lipotoxicidad. Si aparece en gente más joven, la exposición es mayor”, abunda.

En los cálculos de la evolución del exceso de peso en menores de 25 años, los investigadores señalan que el sobrepeso se está estabilizando, pero la obesidad no. La obesidad crece. De hecho, no hay indicios de que se frene en ninguna región del mundo antes de 2050. Y las previsiones apuntan a que la transición a la obesidad será especialmente rápida en el norte de África y Oriente Medio, así como en América Latina y el Caribe.

Goday, que no ha participado en esta investigación, tilda las cifras de “muy alarmantes”, especialmente en los países de bajos y medios ingresos. “Esta epidemia, hasta ahora, no la estamos pudiendo contener. En Europa aumenta y es preocupante, pero no es tan escalofriante como en otras regiones del mundo. Está creciendo más en países con menos recursos sanitarios y para ellos puede ser devastador”, valora.

En el grupo de los países desarrollados, Chile, Australia, Nueva Zelanda, Grecia, Groenlandia y Estados Unidos (todos con tasas por encima del 35%) son, actualmente, algunos de los 10 territorios con las cifras más altas de niños y jóvenes con obesidad y sobrepeso. Para 2050, esos países seguirán en la parte alta de la tabla, aunque, para entonces, también se sumará España, que llegará al 48% de prevalencia en el caso de la población infantojuvenil masculina. En los adultos, los cálculos prevén que, dentro de 25 años, tres de cada cuatro hombres españoles (el 77%) tendrán exceso de peso (sobrepeso u obesidad). Las mujeres españolas, por su parte, aparecen también en lo alto de las tablas específicas de obesidad: una de cada cinco niñas y adolescentes y el 45% de las mayores de 25 años padecerán este cuadro.

Obesidad más rápido y antes

Uno de los fenómenos que han certificado los investigadores es que las generaciones recientes están aumentando de peso más rápido que las anteriores y la obesidad está apareciendo antes. Un ejemplo: en los países ricos, los hombres de 25 años que tenían obesidad en la década de los sesenta, apenas eran el 7%; entre los nacidos en los noventa, en cambio, esas cifras ascendieron al 16% y los cálculos estiman que se llegará al 25% entre los nacidos en el 2015.

Los científicos consideran, eso sí, que “no es demasiado tarde para detener la transición hacia la obesidad de la mayoría de los niños y adolescentes del mundo”, pero hay que intervenir de forma urgente. Aseguran que los próximos cinco años son “cruciales” para tomar medidas y adelantan que no bastará con intervenciones individuales. “Sin estar acompañadas de acciones políticas colectivas, las estrategias aisladas de cambio de comportamiento basadas en el estilo de vida y orientadas individualmente no producen un cambio significativo o sostenible, a menos que sean muy intensivas”, puntualizan. Y enfatizan que “son los gobiernos, en lugar de las personas”, los que tienen que tomar las riendas con medidas efectivas, también sobre los precios, el marketing y la influencia de la industria alimentaria.

Los autores ponen el foco, además, en la obesidad adolescente durante los años fértiles y recalcan las graves consecuencias para la salud que pueden perpetuarse de generación en generación si no se toman medidas: “A menos que se proporcionen tratamientos e intervenciones urgentes a estos adolescentes, las altas tasas de obesidad no solo desencadenarán epidemias graves de enfermedades (por ejemplo, cáncer) durante la adolescencia, subfertilidad y complicaciones del embarazo y perinatales (por ejemplo, aborto espontáneo, preeclampsia), sino que la exposición a un entorno intrauterino obeso predeterminará la salud de la próxima generación”, alertan.

Dudas con la estrategia de los fármacos revolucionarios

A propósito del papel de los revolucionarios fármacos contra la obesidad, como el Ozempic u otros similares, los autores admiten que su potencial es “prometedor”, pero mantienen la cautela respecto a su impacto global y reivindican el potencial de las estrategias de salud pública. “Los medicamentos contra la obesidad parecen tener el potencial de llegar a una población más amplia. Sin embargo, la naturaleza compleja y heterogénea de los mecanismos biológicos detrás de la obesidad significa que la eficacia del tratamiento varía entre individuos”, justifican. Y mencionan también el acceso y el coste de estos medicamentos como algunas trabas a tener en cuenta: “Los medicamentos contra la obesidad no están fácilmente disponibles en muchos países de ingresos bajos y medios, y el coste de los tratamientos es alto. Aunque la exclusividad comercial de varios [fármacos] pronto expirará y se espera que estén disponibles versiones genéricas de menor coste, lo que potencialmente ampliará el acceso, dada la incertidumbre en los resultados a largo plazo, la sostenibilidad y la escalabilidad de los medicamentos contra la obesidad como remedio a la epidemia mundial de obesidad son dudosas”, justifican los autores.

Andreea Ciudin, jefa de la Unidad de Tratamiento Integral de la Obesidad del Hospital Vall d’Hebron de Barcelona y miembro de la junta directiva de la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad, coincide con los autores en que los fármacos innovadores serán de ayuda, pero no solucionarán la crisis global. “No sé cómo podemos frenar tantos frentes abiertos. Se ha entrado en una espiral difícil de parar. No sé si seremos capaces de revertir todo esto llegados a esta prevalencia: los fármacos pueden ayudar, pero ningún sistema de salud puede sostener atender al 30% de su población”, admite la experta, que no ha participado en los estudios publicados en The Lancet.

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Sobre la firma

Jessica Mouzo
Jessica Mouzo es redactora de sanidad en EL PAÍS. Es licenciada en Periodismo por la Universidade de Santiago de Compostela y Máster de Periodismo BCN-NY de la Universitat de Barcelona.
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