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Cooperación y Desarrollo
Tribuna
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Los nuevos BRICS, ¿un Sur radial con China en el centro?

Los aspectos comerciales o la cooperación sur-sur se quedaron en el tintero de la anunciada cumbre de las economías nacionales emergentes más prometedoras del mundo

BRICS China
Los líderes de Brasil, China y Sudáfrica, en la XV cumbre de los BRICS, en Johanesburgo (Sudáfrica) el pasado 24 de agosto.YESHIEL PANCHIA (EFE)

La XV cumbre de los BRICS, celebrada hace pocos días en Johanesburgo, ha atraído una atención importante de medios de comunicación y analistas. No es para menos. Si el grupo original ya reunía algunas de las economías emergentes mayores y más dinámicas, con la anunciada incorporación de seis miembros más, los BRICS+ tendrán un importantísimo peso en lo económico (37% de la economía mundial, según datos del Banco Mundial) y, aún más, en lo demográfico (46% de la población mundial, según la misma fuente). Esto, combinado, no obstante, con una participación en el proceso de globalización sensiblemente menor (con algo más del 22% de la presencia global agregada, según el Índice Elcano de Presencia Global).

Mucha de la atención se ha puesto, naturalmente, en su ampliación y lo que supone desde el punto de vista geopolítico: si se conforma así un nuevo grupo de no alineados, si surge un nuevo reto o contrapeso a Occidente, o quién gana y quién pierde con ella, tanto en el grupo original (formado por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) como entre los nuevos miembros (Arabia Saudí, Argentina, Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Etiopía e Irán).

Es interesante, además, la declaración conjunta y la visión del desarrollo que desprende y a la que se dedican, directa o indirectamente, el conjunto del texto en sus apartados sobre el multilateralismo, la seguridad, el crecimiento y el desarrollo sostenible.

El texto abre con un alegato a favor del multilateralismo, que debería ser inclusivo. Se defiende contundentemente el sistema de Naciones Unidas pero también la Organización Mundial del Comercio (y, con ella, el libre comercio), el Fondo Monetario Internacional (en el centro de una eventual red de seguridad financiera mundial) y, evidentemente, otros espacios de gobernanza global de los que varios de los BRICS forman parte, como el G-20. No se deduce la voluntad de acabar con el actual orden mundial, lo que va muy en la línea de estudios recientes sobre la actitud de China ante las normas internacionales.

La agenda de desarrollo económico es, en realidad, una agenda de crecimiento (partnership for mutually accelerated growth, alianza para el crecimiento mutuamente acelerado). Un crecimiento que se sustenta en el comercio internacional. Esto, en un momento en que Europa y Estados Unidos hablan más bien de autonomía estratégica abierta o, directamente, de política industrial, lo que lleva indefectiblemente a un cierto control sobre la cantidad o variedad de importaciones.

Por su parte, la aproximación del texto al desarrollo sostenible se centra en el clima, la salud y la pandemia, o la carrera espacial, sin apenas mención a los modelos de desarrollo económico, con la única excepción de una mención a la necesidad de no utilizar la política climática como una barrera comercial encubierta. De nuevo, el libre comercio.

La aproximación del texto de los BRICS al desarrollo sostenible se centra en el clima, la salud y la pandemia, o la carrera espacial, sin apenas mención a los modelos de desarrollo económico

Por supuesto, no se pueden tomar todas y cada una de las ideas de la declaración en su literalidad, como si estas fueran parte de una hoja de ruta común. En este sentido, hay que tener en cuenta que las referencias a la libertad, la equidad de género, o la democracia son frecuentes. Sin embargo, esta visión del desarrollo como fruto del comercio internacional vía la explotación de las ventajas comparativas de los países que integran la alianza puede comprenderse en el marco del patrón comercial entre los miembros del grupo.

Según datos de la UNCTAD, China es el primer socio comercial de cinco de los BRICS+ (Arabia Saudí, Brasil, Irán, Rusia y Sudáfrica); el segundo de otros tres (Argentina, Emiratos, India). Estados Unidos, por su parte, es primer o segundo socio comercial de seis de estos países, China entre ellos. A China se exportan productos agrícolas (Argentina, Brasil) y energéticos (Arabia Saudí, Emiratos, Rusia), metales preciosos (Emiratos, Sudáfrica). Además, también se comercializan productos químicos para la manufactura con plásticos (Irán) o servicios de telecomunicaciones (India), de modo que China pueda ser el primer productor y exportador mundial de productos de consumo y otras manufacturas que el conjunto del planeta, en general, y sus socios BRICS+, en particular, necesitan.

Desde esta óptica, un sistema multilateral, garante del libre acceso a mercados de exportación, estaría en el interés de los BRICS+. Sin embargo, esta lógica, de un Sur quizás más radial que global, con China en el centro, también cristaliza capacidades productivas y exportadoras de mayor valor añadido en el gigante asiático que en el resto de sus socios y, con ello, limita en estos últimos las posibilidades de un desarrollo económico basado en la creación de mayores y mejores capacidades productivas. Si la declaración hace 37 referencias a aspectos comerciales, la industria o los procesos de industrialización, se mencionan solo 11. En definitiva, la declaración de Johanesburgo no termina de abordar la necesaria autonomía estratégica de muchos de los BRICS+.

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