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Máximo Torero: “Este año hay alimentos caros, pero hay. El próximo puede haber muchos menos”

El economista jefe de la FAO alerta de que la inseguridad alimentaria en el mundo, agudizada por la pandemia, la guerra de Ucrania y el cambio climático, puede desencadenar más tensiones sociales y movimientos migratorios de países pobres a ricos

Máximo Torero, economista jefe de la Agencia de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
Máximo Torero, economista jefe de la Agencia de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).�FAO/Giuseppe Carotenuto
Lola Hierro

En los dos últimos años, la covid-19 generó una crisis económica mundial con consecuencias devastadoras. En último término, los ciudadanos vieron mermada su capacidad de comprar alimentos y eso ha derivado en un aumento de la desnutrición crónica en 150 millones de personas y ha dejado a 193 millones en situación de inseguridad alimentaria. Para Máximo Torero (Lima, Perú,1967), economista jefe de la Agencia de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la guerra en Ucrania no hace sino agravar una situación que ya no era buena. El experto se muestra moderadamente optimista ante la reciente estabilización del índice de precios de las materias primas, que en marzo de 2021 llegó máximos históricos, y el acuerdo alcanzado el pasado julio entre los países enfrentados con la mediación de Turquía y la ONU para sacar de Ucrania barcos cargados con cereal, pero ni de lejos atisba el fin del problema.

Pregunta. Veníamos de una situación muy delicada por la covid-19 y, sin haberla solucionado, Rusia invade Ucrania… ¿Cómo impacta la guerra?

Respuesta. Ucrania y Rusia suponen el 30% de las exportaciones mundiales de cereales, y el 60% de las de aceite de girasol. Al dejar de vender, el mundo se ve afectado porque un tercio del grano desaparece y los precios suben en un momento en que ya estaban altos. Por otra parte, la Federación Rusa es uno de los mayores proveedores de nitrógeno, componente principal de los fertilizantes químicos. Al no exportarlo y al dejar otros países de producirlo debido al elevado coste de la energía –para fabricar nitrógeno hace falta gas natural– su precio sube más rápido que el del los alimentos, y la capacidad de los productores de comprar esos fertilizantes se ha reducido enormemente. Esto puede afectar a las plantaciones de la próxima temporada.

P. ¿Entonces cómo ve el futuro?

R. El próximo año se espera una reducción de la producción de Ucrania de alrededor del 37% en cereales, y del 6% al 7% en aceite de girasol. Hay que sumar que los ucranios están cambiando el cultivo de cereales por el de girasol, porque es más rentable. Por todo ello, puede darse una caída de las exportaciones de más del 50%. Así, vamos a encontrar un problema no solo de acceso a alimentos, que es cuando no los puedo pagar, sino también de disponibilidad, que es cuando no hay. Este año hay alimentos caros, pero hay. El próximo puede haber muchos menos y más caros.

P. Sin embargo, el precio de las materias primeras ahora está a niveles anteriores a la guerra. ¿Por qué?

R. Cuando empezó la guerra ya se había dado salida al 70% de las exportaciones en Rusia y Ucrania, y faltaron por llegar al mercado ocho millones de toneladas métricas de trigo y 12 millones de maíz. Hoy, la brecha es de tres millones de toneladas métricas de trigo y ocho de maíz porque algunos países respondieron: India vendió cinco millones más que antes, Argentina y Estados Unidos también produjeron más… Además, algunos alimentos se están movilizando gracias al acuerdo que se ha firmado con Turquía. Pero eso no te soluciona el problema de acceso, solo te dice que va a haber más disponibilidad.

Hay países que no tienen capacidad de endeudamiento y están pagando un coste de importación mucho más alto que antes. Si quieres que esos alimentos lleguen a los más vulnerables, tienen que adoptarse medidas
Máximo Torero, economista jefe de la FAO

P. ¿Por qué no se soluciona el problema de acceso?

R. Porque los precios siguen altos. Y, además, hay países que no tienen capacidad de endeudamiento y están pagando un coste de importación mucho más alto que antes. Si quieres que esos alimentos que están saliendo lleguen a los más vulnerables, tienen que adoptarse medidas.

P. ¿Qué medidas? ¿Qué opciones tienen los países más vulnerables?

R. La primera es la propuesta de utilizar los Fondos de Intermediarios Financieros del Banco Mundial (FIF), que dice que apoyemos a los 62 países más vulnerables para los que el coste de sus importaciones ha aumentado en 24,5 millones de dólares con respecto al año pasado. El Fondo Monetario Internacional debe implementar esta idea con préstamos u otros mecanismos para apoyar a esos países.

Ahora bien, hay un riesgo: si se mueve más producción de la que faltaba, los precios pueden bajar incluso más, y esta mayor caída puede afectar también a los productores. Por un lado, los consumidores pueden estar mejor, pero, por otro lado, los productores, sobre todo los pequeños, pueden estar peor porque acaben recibiendo precios muy bajos cuando ya han invertido en fertilizantes caros.

El segundo elemento es, en vez de sacar toda la producción al mercado, destinar una parte a una reserva mundial de emergencia, a la cual, por ejemplo, el Programa Mundial de Alimentos pueda acceder. Así, el grano que va al mercado no afectaría necesariamente a los productores, porque el precio no caería tanto. Otro elemento es propiciar que los fertilizantes fluyan más, lo cual ayudaría a la siguiente temporada de cultivo.

En vez de sacar toda la producción al mercado, se puede destinar una parte a una reserva mundial de emergencia, a la cual, por ejemplo, el Programa Mundial de Alimentos pueda acceder

P. ¿Hasta qué punto pueden aliviar la crisis alimentaria mundial los barcos que están saliendo de Ucrania?

R. El acuerdo es bueno porque ha ayudado a asegurar que los productores ucranios reciban sus ingresos, ya que habían invertido y no habían recuperado su inversión. También ha evitado que haya una congestión de almacenaje, porque ahora ya se ha producido la nueva cosecha y unos 26 millones de toneladas métricas no se habrían podido almacenar; eso habría tenido una consecuencia crítica.

En tercer lugar, ayuda porque da una señal al mercado de que el grano se está moviendo. Pero eso no quiere decir que esté yendo a los países más necesitados; por eso es central complementar ese buen acuerdo con medidas que permitan que los países más vulnerables también puedan comprar.

P. ¿Cuál es la materia prima que más preocupa?

R. El arroz. Hasta ahora ha habido mucha producción, pero por el incremento del precio de los fertilizantes, para los productores ya no resulta tan rentable cultivarlo y están plantando menos. Por eso el precio ha subido un poco. Y el arroz es problemático porque el principal importador es África subsahariana [donde se concentra la mayor inseguridad alimentaria mundial].

P. La inseguridad alimentaria afecta a la salud, pero también contribuye al descontento social y al riesgo de que se produzcan desórdenes sociales. ¿Han notado un aumento?

R. La situación se está poniendo bastante compleja, fundamentalmente en Latinoamérica, porque la inseguridad alimentaria ha subido mucho. Y también en algunas partes importantes de África y el sureste de Asia. ¿Cómo evitamos las tensiones sociales? Creo que los recursos que hay se pueden asignar de tal forma que se apoye a los países con mayores dificultades.

P. Con la vacuna de la covid-19 no nos preocupamos mucho de que llegara a los más pobres, y los ricos acaparamos. ¿Por qué iba a ser diferente?

R. A Europa le conviene apoyar a los países con mayores dificultades porque quiere reducir la migración. Si hay un conflicto en esos países, se va a ver muy afectada. Hay que actuar rápidamente y esperar a que las cosas mejoren para que haya comida el próximo año.

P. ¿Así de grave es la situación? ¿Puede que el año que viene no haya comida?

R. No… Hace un mes, habría sido más pesimista, pero ahora hay movimiento de fertilizantes y de alimentos, y los precios están estabilizándose. El futuro va a depender de cuánto se va a ver afectada la producción mundial de alimentos por el problema de los fertilizantes, algo que no está claro, y de que no empeore la situación climática. Los tres principales causantes de la situación de inseguridad alimentaria en un país son el conflicto interno, la recesión económica y el cambio climático. Y no hemos corregido nada de eso; simplemente, tenemos una guerra que ha agudizado la crisis.

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Sobre la firma

Lola Hierro
Periodista de la sección de Internacional, está especializada en migraciones, derechos humanos y desarrollo. Trabaja en EL PAÍS desde 2013 y ha desempeñado la mayor parte de su trabajo en África subsahariana. Sus reportajes han recibido diversos galardones y es autora del libro ‘El tiempo detenido y otras historias de África’.

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