Discriminación en Cataluña
La defensa de los derechos lingüísticos es una causa no solo de la izquierda, sino de cualquier proyecto heredero de la Ilustración
El Parlamento Europeo ha rechazado esta semana el sistema de inmersión lingüística en Cataluña. Con el voto en contra de nacionalistas y socialistas, y con votos a favor del Partido Popular Europeo, Renew (que integra a Ciudadanos) y el grupo de Conservadores y Reformistas (donde está Vox), la Comisión de Peticiones del Parlamento ha aprobado el informe de la misión que visitó Cataluña en diciembre. Dice que ninguna de las lenguas oficiales puede excluirse como lengua vehicular y que las dos deben emplearse en las materias troncales. Señala la necesidad de que los estudiantes conozcan bien el español y el catalán, y sostiene que la promoción de las lenguas regionales debe hacerse respetando los derechos individuales. Critica que no se aplique la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña y pide a “las autoridades regionales y nacionales competentes que garanticen que no se discrimina a los niños por ningún motivo, incluyendo el de ser hispanohablante”.
La revista Social Science Research ha publicado un trabajo de Mariña Fernández-Reino y Mathew J. Creighton titulado Who is the majority group?, que analiza la discriminación laboral en Cataluña. El paper, que combina dos estudios, identifica la influencia de los nombres en el proceso de contratación y “evalúa las asociaciones entre nombres y percepciones de origen geográfico, clase social y competencia lingüística”. Tener un nombre catalán confiere ventajas en el mercado laboral en esa comunidad a través de tres mecanismos. En primer lugar, se asocia a una percepción del dominio del lenguaje. Dicen los autores: “Los solicitantes [de uno de los estudios] no se consideraban igualmente productivos a causa de prejuicios preexistentes de los empleadores sobre el dominio del idioma catalán de diferentes perfiles de nombres”. La mayoría de la población catalana es bilingüe: el 36,1% prefiere el catalán y el 48,6% el castellano, una diferencia influida por los orígenes familiares. En segundo lugar, los apellidos catalanes indican una clase social más elevada (los 10 apellidos más comunes de Cataluña son “castellanos”). En tercer lugar, los investigadores apuntan que se premia a aquellos que se consideran “de dentro”. El enfoque adoptado en este artículo, explican, se puede comparar con otras investigaciones sobre discriminación étnica en contextos multilingües. La lucha contra la discriminación y la defensa de los derechos lingüísticos son causas no solo de la izquierda, sino de cualquier proyecto heredero de la Ilustración. Pero ya sabemos que estos son tiempos confusos.
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