La Cataluña monocroma de Jordi Turull
No está claro es si el secretario general de Junts sabe que los inmigrantes también proceden de territorios con una lengua y unas costumbres propias, tan dignas y orgullosas como las catalanas
A Jordi Turull le preocupa mucho que los inmigrantes que llegan a Cataluña sepan que arriban “a un territorio con una lengua y unas costumbres propias”. Como si no lo supieran ya. Muy ciegos y sordos deben de estar los inmigrantes para que no les afecte la matraca eterna de los partidos en los que milita Turull (cargo público convergente desde 1987, y de las reencarnaciones sucesivas de CiU desde 2016). Ni los youtubers andorranos, que no salen ni para comprar el pan, son ajenos a la lengua y a las costumbres propias del territorio. No hay ermita, montaña, fosa marina, cámara hiperbárica o torre de marfil a la que no lleguen noticias de la idiosincrasia lingüística, cultural y de costumbres de Cataluña. Puede perder cuidado el señor Turull: los inmigrantes son conscientes.
Lo que no está claro es si el secretario general de Junts sabe que esos inmigrantes también proceden de territorios con una lengua y unas costumbres propias, tan dignas y orgullosas como las catalanas, y nadie en la historia de las migraciones se ha desprendido de su cultura natal como quien se quita una ropa vieja. Gracias a esa querencia extraña e irresistible que cada uno siente por su pueblo y por la lengua en la que le enseñó a hablar su madre, las naciones se han mezclado, se han abierto, han evolucionado y se han enriquecido en muchos sentidos. También en el financiero, pues si los inmigrantes llegan a Cataluña en una cantidad mayor que a otras comunidades se debe a la catalanísima costumbre de tener una renta per capita superior al resto del país.
Seguro que el pecho patriótico de Turull se hincha cuando escucha una frase en catalán dicha en otro huso horario. Seguro que se emociona con los libros de Jordi Soler y de otros catalanes de ultramar, y le llenará de orgullo cuatribarrado saber que el bastón de mando del presidente de Argentina es obra de una familia de emigrantes catalanes en Buenos Aires, los Pallarols, plateros con taller en el barrio de San Telmo. A los muchos Turulls que campean por la Europa chillona y xenófoba de hoy les encanta descubrir primos en los confines del planeta, pero cuando se encuentran en su barrio a gente de esos confines que intenta ganarse la vida en este más acá, les exigen que olviden lo que son, lo que hablan y hasta lo que sienten, para integrarse en la Cataluña una, grande, libre y monocroma con la que sueñan. Si el Gobierno cede, España también será un país más pequeño y en blanco y negro.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.