Junts, los de Putin
Las investigaciones de un juez barcelonés sobre las relaciones del Govern de Carles Puigdemont con el Kremlin arrojan nuevos datos
Junts per Catalunya acelera su homologación al modelo del grupo/partido de Vladímir Putin: por su sesgo corrupto, su autocracia rampante y por sus relaciones secretas con... el dueño del Kremlin.
El último episodio corrupto es la dimisión obligada de la secretaria general del Parlament, Esther Andreu (nombrada por la presidenta, Laura Borràs), al no abstenerse por escrito en la contratación de su hijo como conserje de la casa, una “inadecuada gestión” de su “conflicto de interés” denunciada por la Oficina Antifraude. Andreu era la palanca de Borràs para someter a los letrados de la Cámara independientes, no independentistas.
Bajo Borràs ha continuado el viejo (y ocultado) mecanismo corrupto de “licencias” de no trabajar a 21 altos funcionarios no jubilados pero mayores de 60 años: una mordida legalizada de 1,7 millones anuales. Hasta que el Ara lo denunció, Borràs nada hizo. En cambio, intensificó sus gestiones para desfigurar el reglamento de la Cámara en beneficio propio. Su artículo 25 prevé la “suspensión” de los diputados procesados por corrupción (su caso) cuando hay auto de apertura de juicio oral. Arguye que España la persigue por sus ideas, y no el juez por los 18 contratos despiezados —para darlos a dedo— que concedió a un íntimo.
Borràs acaba de ser elegida presidenta de Junts, reemplazando a Carles Puigdemont en un congreso “a la búlgara”, como con tino lo ha descrito Andreu Claret. En su primera fase se han repartido ya los cargos; en la segunda, a celebrar en julio, se definirán filosofía y estrategia. En la merienda de poltronas, Borràs cosechó el tercer puesto en votos (29% del censo), y no el primero. Y afines como el aspirante a secretario de Organización, David Torrents (15% del censo), no alcanzaron el mínimo requerido. Porfió, con patada al Estado de derecho interno, al final frustrada. Uso frecuente: ya el secretario general cesante, Jordi Sànchez, había ascendido a presidente de la Assemblea Nacional tras quedar cuarto en votos, revés corregido por su cooptación para el liderazgo por la cúpula neoconvergente.
Mientras, las investigaciones del juez barcelonés Joaquín Aguirre sobre las relaciones del Govern de Puigdemont con el Kremlin arrojan nuevos datos. Como que la persona de confianza del president, Elsa Artadi, recién retirada de la política por algo parecido a un estrés, se reunió dos veces con los enviados rusos en sendas jornadas clave para la tormenta de octubre de 2017. Así que el caso no afecta solo a Waterloo, sino al partido. Artadi era entonces secretaria general interdepartamental del Govern. Y pronto, consellera, portavoz y alcaldable. Por Junts.
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