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Laura Borràs asume la presidencia de Junts prometiendo “estorbar” al Estado y a ERC

Puigdemont se despide del liderazgo del partido acusando al Gobierno de “castigar” a Cataluña con la inversión

Camilo S. Baquero
Argelès-sur-Mer (Francia) -
El expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont, durante su intervención en el congreso de Junts
El expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont, durante su intervención en el congreso de JuntsGLORIA SÁNCHEZ (Europa Press)

Laura Borràs ya es la presidenta de Junts per Catalunya. La líder del Parlament ha sido elegida este sábado en el congreso que la formación ha celebrado en Argelès-sur-Mer (Francia), donde también ha sido ungido como secretario general el exconsejero Jordi Turull. Pese a que ambos habían pactado una lista única (para evitar que las dos sensibilidades que ambos representan llegaran divididas a las urnas) los resultados muestran que la herida sigue intacta y que coserla es el primer reto que tendrá la nueva dirección. Ambos, sin embargo, han coincidido, junto con el expresident Carles Puigdemont, en un discurso beligerante contra el Estado (al que acusa de “castigar” usando la inversión), ERC y la vía del diálogo.

La imagen de unidad que ambos sectores habían querido cuidar hasta último minuto ha sufrido un fuerte golpe una vez se conocieron los datos de los votos militantes. En la urna para elegir la presidencia, Borràs recibió 1776 votos, el 78% del total. En la de secretario general, Turull alcanzó el 92%, con 1854 apoyos. Los afiliados a Junts fueron muy duros con dos nombres de confianza de la nueva presidenta y que optaban por lugares clave: ni Aurora Madaula (vicepresidenta) ni David Torrents (secretario de organización) superaron el umbral del 50% (988 votos en la urna de la ejecutiva). Madaula podrá ocupar su cargo por un pacto interno pero el reglamento técnicamente impedía a Torrents asumir el cargo.

De entrada, la primera Ejecutiva del próximo martes tendrá que definir la situación de Torrents y de otra de las candidatas a ocupar un sitio, Ester Vallès, que tampoco obtuvo los votos requeridos. Pero más allá de asuntos técnicos, quedan dos grandes preguntas tras la elección de la nueva cúpula. La primera es cómo una dirección claramente bicéfala conjugará las ideas más confrontaciones de Borràs con una voluntad más posibilista de Turull. La segunda, cuál será el papel que asuma Puigdemont y al que ambos líderes le han reconocido la paternidad moral y política de la formación.

“En el contexto en el que estamos es muy necesario estorbar. En el último ataque a la lengua hemos visto la capacidad que tenemos para arrastrar a otros partidos a nuestras posiciones, que son más ambiciosas. Haremos lo mismo con la independencia”, ha dicho una exultante Borràs. La nueva presidenta sabe que ERC jugará un papel clave en su futuro judicial, de acuerdo a la posición que asuma en el Parlament sobre si ha de dejar el acta o no una vez se le abra juicio por un presunto delito de prevaricación. Y también por ello le ha enviados dos mensajes: que, a diferencia de ellos, su partido no “entierra el 1-O y que presionará para que el Govern sea “más ambicioso nacionalmente”.

Otro de los puntos en que ambas sensibilidades pueden chocar es en el tema de los pactos. Borràs siempre ha criticado los acuerdos con socialistas, por ejemplo, en la Diputación de Barcelona. “Si para avanzar nos hace falta pactar, pactaremos. Pero que quede clara una cosa: Pactos sí, al servicio de la gente y del país. Nunca el país al servicio de los pactos”, ha dicho por su parte Turull.

La despedida del ‘expresident’

Puigdemont se ha despedido del cargo con un alegato en contra del Gobierno, al que acusó de usar las inversiones en Cataluña para “castigar” que se siga votando mayoritariamente a formaciones independentistas. “Nos está diciendo que, mientras votemos mal y no votemos al candidato correcto, no invertirá lo que nos merecemos”, ha dicho, asegurando que eso busca beneficiar al socialista Salvador Illa. Solo ha hecho una petición: “Ante tantas confusiones y desmovilización, a Junts se nos tiene que reconocer, estando en el Govern o en la oposición, como la herramienta política que, pese a tenerlo todo en contra, se mantiene comprometida y útil para culminar el proceso de independencia”. El hasta hoy secretario general, Jordi Sànchez, también se ha ido cargando contra la vía dialogada entre PSOE y ERC: . “Ha llegado el momento de decir ‘así no’, eso no es diálogo, es humillación sistemática, continuada y permanente”.

Junts ha escogido la población francesa para celebrar su segundo congreso porque así se garantizaba la asistencia de Puigdemont, huido de la justicia española desde 2017, cuando se instaló en Bruselas. Y el ahora eurodiputado ha usado esa situación “anormal” de reunirse fuera de Cataluña para hilvanar una intervención muy dura contra el Gobierno y, de fondo, contra la apuesta por desinflamar la situación política que defiende ERC. “Es un gobierno que miente. Se puede escoger cualquier ejecutivo español al azar y el resultado será que a los catalanes se les considera ciudadanos de segunda o de tercera. Nos castiga porque mantuvimos la mayoría independentista”, ha dicho Puigdemont, recordando las cifras oficiales sobre la baja inversión en Cataluña respecto a Madrid. “¡Un 36% contra un 184%, cojones! ¡Ya está bien!”, ha espetado entre los aplausos de los asistentes.

Pero Puigdemont ha ido más allá y ha acusado directamente a Pedro Sánchez de corrupto, dejando caer que el Gobierno utiliza la inversión para intentar beneficiar electoralmente a Illa. “Nos está diciendo que, mientras votemos mal y no votemos al candidato correcto, no invertirá lo que nos merecemos”, ha advertido. También, sin nombrarlos, ha cargado contra sus socios de Esquerra, a los que ha dejado entrever que defienden el discurso de la mejora en la situación política por intereses partidistas: “No es normalidad si lo que algún partido busca es el bienestar de sus cuadros”.

El eurodiputado también ha aprovechado para reivindicar “el exilio” como una vía útil para el independentismo. Una idea que ha utilizado para cargar contra el republicano Gabriel Rufián, que hace unos días criticó a Jaume Asens por ir a Bélgica a ver a Puigdemont. “No es normal tener que ir a visitar a alguien a Waterloo. Pero lo normal y decente es irlo a visitar, para que no se sienta solo, para que se sienta bien acompañado”, ha dicho en otro momento que ha hecho que todo el auditorio se pusiera de pie. La situación del catalán también ha planeado el congreso, y el expresident ha criticado que una justicia “que parece una extensión del grupo parlamentario de Vox” trabaje para hacer del catalán una lengua de “uso doméstico”.

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Sobre la firma

Camilo S. Baquero
Reportero de la sección de Nacional, con la política catalana en el punto de mira. Antes de aterrizar en Barcelona había trabajado en diario El Tiempo (Bogotá). Estudió Comunicación Social - Periodismo en la Universidad de Antioquia y es exalumno de la Escuela UAM-EL PAÍS.

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