La vergüenza de quienes nos decimos demócratas radica en ceder el control y renunciar a cualquier impulso ético a cambio de ser entretenidos. Nuestra pasividad como espectadores anticipa nuestra pasividad como ciudadanos
Este es el relato de la camaradería entre un puñado de hombres buenos. Durante la gran prueba de remo en los Juegos Olímpicos de Berlín de 1936, en presencia de Adolf Hitler, nueve muchachos estadounidenses arrebataron la medalla de oro al Führer en sus narices. Una hazaña que destila toda la épica, emotividad y belleza del deporte.