Ángela Buitrago: “México no dejará que el ‘caso Iguala’ quede impune”
La fiscal colombiana forma parte del grupo de expertos de la OEA que investiga la desaparición de los 43 estudiantes en Guerrero
Ángela Buitrago ha hecho necropsias y levantado cadáveres. La fiscal de hierro, como le conocen en Colombia, ha demostrado no tenerle miedo a nada. Ni a ver la muerte de frente ni a investigar casos hasta pisar ampollas que resulten molestas para algunos. Sobre todo para los que se creen intocables. Después de 20 años logró destapar y encontrar nuevas pruebas en uno de los casos más emblemáticos y oscuros de la historia reciente de su país. Puso contra las cuerdas a los militares que, con un acción desproporcionada, al intentar recuperar en noviembre de 1985 el Palacio de Justicia que había sido tomado a sangre y fuego por la guerrilla del M-19, desparecieron y torturaron personas, civiles y guerrilleros.
Buitrago fue la pieza clave en esa investigación, que llegó a sus manos en 2005 por orden del entonces fiscal general, Mario Iguarán. Desde ese momento hasta el año 2010, cuando un nuevo fiscal la despidió del cargo, logró demostrar que muchas de las personas que habían salido vivas del edificio donde ocurrieron los hechos fueron desaparecidas por la fuerza pública. Armó un caso sólido que terminó en una condena a uno de los más altos rangos del Ejército de la época, el excoronel Alfonso Plazas Vega. Una decisión que, según se especuló en aquel momento, le costó su salida de la investigación.
“Las presiones siempre existieron. Aún puedo decir que están”, asegura en su despacho del centro de Bogotá, donde alista un nuevo viaje a México. Buitrago es una de las cuatro personas seleccionados por la Organización de Estados Americanos (OEA) para hacer seguimiento a la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa. Su primera misión allí ya la cumplió. Hace unas semanas el grupo de expertos del que hace parte entregó el primer informe sobre el caso. En él se cuestionó la versión oficial sobre los hechos que ocurrieron el 26 de septiembre del 2014. Entre los nuevos hallazgos, ella destaca que, pese a lo que se ha sostenido, los jóvenes no fueron incinerados en el basurero de Cocula y resalta la evidencia de la existencia de un quinto bus. “Logramos esas conclusiones gracias al trabajo juicioso de José Torero, un perito en el que confiamos plenamente, y también de lo que se conoce como ‘testigo silente’, que son las cámaras de seguridad y los registros audiovisuales”. Buitrago confiesa que si desde el principio de la investigación se hubieran tenido en cuenta las “versiones” de las cámaras y fotos, el caso estaría más avanzado.
La investigadora asegura que aunque la Procuraduría General de la República de México (PGR) ha accedido a sus peticiones y las de sus colegas, lamenta que se haya negado de forma rotunda la posibilidad de entrevistar a los militares del 27 batallón de Infantería de Iguala. “Hemos insistido y nos han dicho que no. Sin ninguna razón, el no ha sido reiterativo. Creemos que de ahí podemos obtener información clave para saber hacia dónde se fueron los muchachos, qué pasó con ellos”. Es esa la pregunta que esperan resolver. Por eso, aunque su trabajo fue encomendado inicialmente por tan solo seis meses, les anunciaron una prórroga. La próxima semana se sabrá por cuánto tiempo y bajo qué parámetros. “Nos han llamado para decirnos que continuaremos. Quieren que sigamos trabajando en el caso”, cuenta esta mujer de 52 años que ha encontrado en México una “solidaridad y clamor de justicia” que, lamenta, ya no existe en Colombia.
“La sociedad civil mexicana aún es sensible, se mueve, se pronuncia. Los mexicanos no van a dejar que un caso así quede en la impunidad. Exigen justicia. En Colombia dejamos que las cosas pasen, a nadie le importa”, dice Buitrago, quien muchas veces escuchó decir “dese eso así”, cada vez que encajaba una pieza del más rompecabezas en que se convirtió el caso del Palacio de Justicia. “Vi muchas veces cómo las decisiones políticas tumbaban decisiones judiciales”.
En México apenas empieza. En seis meses ella y el equipo que la acompaña rescataron videos que no habían sido tenidos en cuenta y tumbó verdades que parecían inquebrantables. Ahora tienen el reto de llegar al fondo, como ella misma dice: “Tenemos que saber dónde están los desaparecidos”.
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