Monólogo de don Juan Manuel
El presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, reflexiona sobre política y América en una conversación con Juan Luis Cebrián
Siempre me acuerdo de Thomas Jefferson, autor de la primera enmienda de la Constitución americana, la que garantiza la libre expresión, antes de ser presidente sostenía que no puede haber buen gobierno sin absoluta libertad de prensa, pero luego de serlo opinaba que no puede haber buen gobierno con absoluta libertad de prensa, o sea que nunca he creído a los que dicen que los periodistas no deben dar el paso a la política activa, todos los periódicos del mundo se fundaron defendiendo causas políticas, haciendo política, la supuesta incompatibilidad entre ambas profesiones es relativamente reciente y a mi me ha ayudado muchísimo comenzar en las redacciones, dirigir periódicos, entiendo que hay contradicciones o conflictos de interés en la puerta giratoria, y que a veces informaciones que no han sido responsablemente elaboradas hacen mucho daño, pero ese es un precio que hay que pagar y a la larga trae muchos beneficios porque las críticas le mantienen a uno todos los días pendiente de mejorar, también comprendía a quienes no opinaban lo mismo que yo en este asunto, toda mi familia estaba en contra de que me dedicara a la política, me cerraron las puertas del periódico y uno de los que más me criticó fue mi hermano mayor Enrique, con el que había ganado el premio Rey de España de periodismo, siendo un columnista influyente no se dignó a escribir un perfil mío, nunca me apoyó ni me elogió en sus artículos o editoriales, ahora reconoce que se equivocó, ojalá lo reconozca también el presidente Uribe, no entiendo su actitud hacía mi, he sido fiel a sus legados que expuso de muchas formas y de manera insistente, la seguridad democrática, la confianza inversionista, la cohesión social, lo que él llamaba los tres huevitos que había que cuidar, en los dos últimos años así lo he hecho y los resultados han sido espectaculares, de modo que no llego a entender su postura, se ha vuelto un crítico de lo humano y de lo divino, nada de lo que hace el gobierno le parece bien, no reconoce ninguno de nuestros éxitos… me decía un amigo suyo que lo que pasa es que todavía no ha asimilado que dejó el poder, pues para bien de él y para bien mío y del país espero que lo asimile pronto, aunque yo ya estoy vacunado, al principio todo esto me afectaba pero después de treinta twitters diarios me he vuelto inmune, le presto poca atención, hay cosas más importantes que atender, con motivo de la cumbre de las Américas en Cartagena de Indias acabamos de protagonizar sucesos verdaderamente históricos, esa reunión ha roto los parámetros habituales de las cumbres, se ha celebrado en un ambiente de diálogo y sinceridad no habitual e independientemente de algunas críticas fue todo un éxito, nadie en su sano juicio podía pensar que se fueran a solucionar en ella los casos de Malvinas o Cuba, ¿cómo olvidar que Canadá es un país cuyo jefe de Estado es la Reina de Inglaterra, o cómo suponer que de la noche a la mañana iba a modificarse la política estadounidense respecto a la isla?, pero no hubo temas tabú, se habló de todo, también de esas dos cuestiones, se superó la práctica de buscar solo consensos formales, establecimos un diálogo franco, hubo acuerdos y mandatos concretos muy importantes para la región, sobre integración social, acceso a nuevas tecnologías, políticas de seguridad, lucha contra la pobreza, prevención de desastres naturales…
Llevamos cien años de lucha contra las drogas y tenemos que indagar alternativas más eficaces
Me preocupa que si algo le sucede a Chávez la estabilidad de Venezuela pueda venirse al traste
....En lo que respecta a la droga obtuvimos lo que queríamos, que era iniciar un debate, lo ha aceptado el presidente Obama de manera explícita, aclarando que no es que vaya a aprobar la legalización porque está en contra de ella, pero yo espero que a partir de este debate el mundo comience por fin a discutir el tema con verdaderos elementos de juicio, con cifras sustentadas por los expertos, preguntándose si lo que estamos haciendo es lo mejor que podemos hacer, desde que en 1912 hubo la guerra del opio llevamos ya cien años de lucha contra la droga y tenemos que indagar alternativas más eficaces y menos costosas si las hay, entre lo que podríamos llamar el modelo asiático, cárcel y hasta pena de muerte para los consumidores, hasta el otro extremo, que sería la legalización de la cadena de producción y distribución, puede haber diferentes formulas que esbocen, por ejemplo, una despenalización del consumo, tratándolo como un problema de salud pública, también otros piensan que el tráfico es lo que alimenta el crimen organizado y que legalizarlo sería una forma de controlarlo, de modo que el debate tiene que darse de forma objetiva y racional, no como hasta ahora ha sucedido, porque es un tema muy sensible para los ciudadanos y las opiniones públicas, quién sabe si llegaremos a la conclusión de que lo que estamos haciendo es lo mejor que podemos hacer, o de pronto concluimos que legalizar no es tan grave o que puede tener un costo menor…sin embargo mientras no se llegue a un consenso global entre los diferentes países no tenemos alternativa a nuestra actual política, que es el combate contra el narcotráfico en todos sus eslabones, para Colombia se trata de un problema de seguridad nacional y no vamos a cejar en la lucha, pero sí fomentar la discusión, tenemos autoridad moral para ello, Colombia ha sufrido más que nadie en esta guerra y hemos sido relativamente exitosos, aunque yo, que estoy en esto desde hace mucho tiempo, de pronto me pregunto si no estamos dando pedales en una bicicleta estática y, por más que nos esforzamos, siempre seguimos en el mismo sitio, no hay avance, he venido coordinando estas reflexiones mías con el presidente de México y los gobernantes centroamericanos, él está alineado totalmente con la postura que esbocé durante un viaje a Inglaterra, en Europa tuvo un gran impacto mi opinión y a España le convendría mucho ser parte del debate, es uno de los países más afectados, todos debemos entender que es preciso defender a las víctimas, que son los drogadictos y las familias destruidas por la droga, los que sufren por la corrupción, y también los presos, millones de presos, ¿sabrá la gente que los reclusos por narcotráfico en las cárceles de Estados Unidos superan en número a toda la población penal de la Unión Europea?, de modo que ojalá lleguemos a una alternativa mejor si es que existe, aunque mientras tanto no podemos bajar la guardia, tampoco vamos a hacerlo en el caso de las FARC, siento que podemos estar en el preámbulo de un cambio definitivo después de cincuenta años de guerra, pero para nada quiero pecar de ingenuo y pretendo actuar con mucha cautela, dando pasos sobre seguro, lo peor que podría suceder es que nuevamente nos metiéramos en un proceso de diálogo para obtener la paz y que hubiera un fracaso, prefiero ser como Santo Tomás, meter el dedo en la llaga para creer, constatar la verdadera voluntad de las FARC de terminar con el conflicto, solamente entonces, cuando tenga esa certeza, estaré dispuesto a iniciar un proceso negociador, sabiendo de antemano que no puede haber amnistías ni indultos generalizados, la mayoría de nuestro pueblo quiere la paz pero hay que ser sensibles a la opinión de quienes reclaman justicia, ¿dónde traza uno la línea entre ambas?, esa es una de las preguntas más difíciles de responder, quizás podamos encontrar fórmulas de justicia transicional que nos permitan tirar dicha línea y cuyo resultado último sea precisamente la paz, en esa política se encuadra nuestro programa de restitución de tierras a las víctimas del conflicto, hemos entregado en solo tres meses más de ochocientas mil hectáreas a unos noventa mil titulares, y tenemos que darles ayudas adicionales para que exploten las tierras y generen unos ingresos dignos, todo el proyecto tiene un costo financiero muy alto, también es muy complejo desde el punto de vista jurídico, pero si la ley funciona cambiará totalmente la ecuación del conflicto colombiano que tiene un origen fundamentalmente rural, solo por eso me habría valido la pena ser Presidente de mi país, naturalmente que seguimos teniendo grandes desafíos, problemas inmensos de inequidad, de pobreza, América Latina es el continente más desigual del planeta, nuestras estructuras fiscales no son las mejores para reducir esa desigualdad y hay que cambiarlas, tanto en ingresos como en la focalización del gasto, estoy convencido de que la mejor manera de hacerlo es aplicando lo que se llamó la "tercera vía", la defendí cuando era liberal y cuando fundé el partido de la U con el presidente Uribe, describe muy bien lo que yo pienso, el mercado hasta donde sea posible, el Estado hasta donde sea necesario, muchos de los países que más han prosperado recientemente en el mundo han aplicado esa fórmula, la España de Felipe González, los Estados Unidos de Clinton, el Brasil de Fernando Enrique Cardoso y Lula, la Inglaterra de Tony Blair, el Chile de la concertación, todo eso era tercera vía e igualmente creo que Humala busca en Perú un equilibrio entre el mercado y el estado que le puede llevar a la tercera vía…
"¿Qué se siente al verse uno en la portada del Time Magazine?" Le hice la pregunta al presidente de Colombia, Juan Manuel Santos Calderón, en un acto público en Bogotá, el mismo día que el prestigioso periódico norteamericano inmortalizara su efigie en la primera página y le eligiera como uno de los cien personajes más influyentes del mundo. "Reconocimiento y humildad" fue, más o menos, su respuesta, junto con el añadido: "Llamé enseguida a mi hija María Antonia para que fuera al quiosco a comprar la revista". María Antonia Santos, que el próximo mes se graduará en la prestigiosa universidad americana de Brown, se llama igual que Antonia Santos Plata, hermana de un tatarabuelo de Juan Manuel, heroína de la guerra de la independencia, fusilada por las tropas realistas españolas en 1816. Desde hora tan temprana como aquella la familia Santos, durante muchos años propietaria del más importante diario colombiano, El Tiempo, hasta que fuera vendido a la editorial Planeta, ha estado estrechamente vinculada a la política del país. Un tío abuelo del actual presidente fue también jefe del Estado y un primo suyo, periodista lo mismo que él, vicepresidente con Alvaro Uribe.
Conocí a Juan Manuel hace más de tres décadas, cuando fungía como redactor jefe del diario familiar, y a lo largo de estos años he compartido con él no pocas horas de debate y consenso, en muchas ocasiones junto a Gabriel García Márquez y Carlos Fuentes, que fue profesor suyo en Harvard. Desde siempre mostró una irrefrenable vocación política y dio muestras de su espíritu modernizador, pero su aspiración a ocupar la más alta magistratura de su país nunca le cegó en la administración de su activo más evidente: el sentido común. Adscrito desde sus convicciones liberales a las fórmulas socialdemócratas, fue Ministro de Comercio Exterior con Gaviria, aunque no dudó en colaborar como titular de Hacienda con el gobierno del conservador Andrés Pastrana, haciendo frente con éxito a una de las situaciones económicas más desastrosas que se recuerda en su país. Responsable de la Defensa en el gabinete Uribe, cosechó numerosos triunfos en la lucha contra el terrorismo de las FARC, lo que le valió una popularidad que refrendó en las últimas elecciones presidenciales, de las que salió vencedor con el 69 por ciento de los votos emitidos, porcentaje jamás alcanzado por ningún otro candidato en la historia de Colombia. A pesar de su aplastante mayoría se ha esforzado en practicar una política de consenso y pragmatismo que le ha llevado entre otras cosas a revisar por completo las relaciones con la Venezuela de Chávez. Recientemente organizó la VI cumbre de las Américas en Cartagena de Indias, a la que acudieron treinta mandatarios del Continente y en donde se planteó un debate sobre la eventual legalización de la droga como alternativa a la lucha contra el crimen organizado del narcotráfico. Santos es reconocido hoy como uno de los principales líderes de América Latina, quizás el más sobresaliente de todos después de que la enfermedad de Lula apartara a éste de la esfera pública. Así es estimado al menos dentro de su país, en el que mantiene una abrumadora popularidad. Este monólogo, en realidad resumen de una larga conversación, pretende simular su íntima meditación sobre los temas de la política.
....Por lo demás hay que tener en cuenta que el mundo está cada vez más globalizado, somos interdependientes unos de otros, nuestra competencia no es tanto por los mercados sino por atraer la inversión que genera puestos de trabajo y riqueza, por eso nosotros no expropiamos, no es una palabra que esté en nuestro vocabulario, a todos los inversionistas extranjeros que vienen a Colombia les doy la bienvenida, son nuestros socios, si a ellos les va bien, a los colombianos y a su gobierno nos irá bien, este es un país con seguridad jurídica y solo les exijo dos condiciones, responsabilidad social y seguridad ambiental, también que actúen con total transparencia, pero nuestras reglas de juego son estables, la estabilidad me parece primordial no solo en esto, la estabilidad interna en Venezuela, por ejemplo, es importante para toda la región, no voy a opinar sobre lo que suceda en las elecciones de aquel país, no voy a intervenir en sus asuntos internos, pero me preocupa que si algo le sucede a Chávez esa estabilidad pueda venirse al traste, una situación de anarquía sería desastrosa para toda la región, le dije incluso a Chávez la última vez que lo encontré en Cuba, con cierto sentido del humor, claro, “¿quién iba a pensar que yo estaría rezando algún día por su salud?”, yo había sido un gran crítico suyo, el propio presidente Uribe me pedía que no fuera tan duro con él, una vez me resistí incluso a saludarle en una reunión aquí en Colombia, en su hacienda de Hato Grande y solo lo hice porque Uribe me pidió el favor, pero eso cambió después, como jefe de Estado mi responsabilidad es el bienestar de los colombianos y en su interés era preciso establecer unos niveles adecuados de relación con un país con el que tenemos 2.200 kilómetros de frontera y no había ningún trato diplomático ni apenas comercial, hasta estábamos hablando de guerra, en el peor de todos los mundos, cuando lo que debe hacer América Latina es coordinarse entre sus países, desde luego Brasil, por su tamaño, tendrá un peso específico en ese entorno, pero a veces se comporta de una manera un poco aislada cuando debe darse cuenta de que jugando con América Latina va a ser mucho más significativo y eficaz, deberíamos por eso acordar nuestras posiciones en el G-20, para muchos ese es un escenario crucial, superior en importancia a cualquier otra organización internacional, pero hay que ver si es capaz de resolver algo, de tomar decisiones frente a lo que está pasando en el mundo, y no parece tan fácil, no lo ha hecho hasta ahora, si sigue sin hacer nada puede convertirse en irrelevante, pero de lo que estoy convencido, y así lo vimos en la cumbre de Cartagena, es de que las Américas coordinadas comenzarían a mandar.
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