Dónde comer bien y a un precio ajustado sin tener que pedir menú del día
Pedimos a expertos que confiesen cuáles son sus restaurantes y bares favoritos para ponerse las botas sin que sufra el bolsillo
Cuando pensamos en comer barato, porque tenemos prisa, porque estamos en ruta o simplemente porque nos apetece, lo que suele venirnos a la mente son lugares de menú, a veces bares que sirvan un par de tapas con las que salir del paso. Pero además de estos, hay otros locales en los que se puede comer por no demasiado dinero y que, con frecuencia, encierran sorpresas interesantes.
Las casas de comidas tradicionales son muchas veces un filón que vale la pena explorar, pero junto a ellas bares de barrio, ventas de carretera y restaurantes gestionados por comunidades migrantes -al fin y al cabo, lo que sirven no es más, muchas veces, que cocina tradiciona y casera, aunque de otros lugares- pueden ser también una gran opción. Convocamos al comité Comidista para consultar cuáles son sus preferidos en esta gama, y estas son sus recomendaciones.
Madrid
La autora gastronómica Claudia Polo nos traslada al madrileño barrio de Lavapiés para su primera recomendación: Rambal, “un sitio que todos los días entre semana ofrecen una ensalada con escabeche casero y un potaje. Te sacan la fuente antigua al centro -patatas a la riojana, cocido, repollo con patatas, lentejas con chorizo- y sírvete lo que quieras”. Como ir a comer a casa de la abuela, pero sin que nadie te deslice después un billete “para que te tomes algo”.
Preguntamos al periodista gallego afincado en Madrid y compañero comidista Raúl Novoa por sus lugares favoritos para ejercer la triple B del cliente satisfecho y nos regala una batería de sugerencias. Empezamos con Achuri: “El bar más punki de Lavapiés: no es la gastronomía más elitista; de hecho, es lo contrario. Puedes degustar su buenísima milanesa a la napolitana o sus croquetas caseras rodeado de banderas feministas, propalestinas y con todas las reivindicaciones sociales de izquierdas que te imagines”. Siempre con precios populares y sin pagar más de 10 euros por plato.
Su segunda sugerencia es Anda Jaleo, un lugar en pleno centro de Madrid en el que puedes comer de calidad sin dejarte más de 15 euros. “Su nombre viene de un poema de Lorca y principalmente tienen comida típica andaluza, asiática y platos con los que van experimentando. Se come de tapas, por lo que si puedes ir con alguien mejor. ¡Así pruebas más!”. Novoa recomienda fervorosamente las setas con salsa de ajo negro, la ensalada de tomates con wakame y anchoas y el lomo alto con pico de gallo.
Continúa con El lugarcito, en el que hacen comida de toda la vida. “Tienen platos fijos todos los días como la ensaladilla rusa (buenísima); pero sin duda su plato estrella es la carne de cerdo desmechada con boniato, que puedes sustituir por arroz, pero el toque dulce del boniato combina genial con la carne”. Te aseguras que por no más de 15 euros has ingerido comida casera con una bebida, y además apoyas a un negocio local que tuvo que desplazarse gracias a la especulación inmobiliaria. “Antes estaban en Noviciado tenían jardín, pero les subieron el alquiler y tuvieron que cambiarse”, apunta Novoa.
Su siguiente sugerencia nos trae memorias de África, como la película. “DaaraJi es el más barato de todos, pero para nada el peor. Preparan comida senegalesa y, aunque tienen entrantes muy buenos, su plato estrella no podía ser otro que el mafe”. Si estás en el centro de Madrid, vas con hambre y no quieres dejarte más de 10 euros es sin duda la mejor opción. “Eso sí, la variedad de sabores no es la más amplia”, matiza Novoa, mientras se va a comer porque se ha dado hambre a sí mismo con tanta sugerencia sabrosa.
Barcelona
Mònica Escudero, la editora y coordinadora de esta casa, recomienda dos direcciones en Barcelona, empezando por el Gelida. “Aunque es conocido por sus esmorzars de forquilla, también puedes comer platillos de bacalao de diferentes maneras con patatas fritas o seques, garbanzos, cap i pota, callos, fricandó, galta y otros suculentos guisos. También hay algún plato del día que va cambiando, pero sean unas habas a la catalana, fideos a la cazuela o croquetas, estarán ricos y serán caseros”, nos chiva Escudero.
Su segunda apuesta es por el Bar Olimpiada 92, que ofrece primeros y segundos platos caseros a precios muy competitivos. “Para empezar puede haber arroz a la cubana o un potaje de legumbres con verdura por 3,50, ensaladilla o gazpacho a 3,75 y unos caracoles en salsa buenísimos por poco más. Los segundos suelen costar alrededor de 6,50, y hay desde bacalao a la llauna o merluza a la plancha hasta ‘chuletón ibérico’ o milanesa de pollo crujiente”. Difícil decantarse por uno.
Mikel López Iturriaga, el ProtoComidista, se anima con una recomendación más en la ciudad: La Fame. “Ha sido uno de los descubrimientos más agradables del año”, cuenta. “Este restaurante italiano pequeñito, de barrio, amable y sin pompa ni pretensión de ningún tipo, se sale de lo de siempre con algunas especialidades sardas como la fregola. Comida casera sencilla y digna a buen precio: un tesoro difícil de encontrar en la carísima ciudad de Barcelona”.
Valencia
Vamos con una recomendación propia, un sitio que conocí en algún viaje y al que volvería mañana: el Bar Marvi, en Valencia, donde Tino es capaz de explorar las raíces gallegas que tiene por parte de padre sin renunciar a la esencia del bar valenciano. De la sepia a la plancha al caldo gallego, de las habas con calamares y ajetes al chorizo al Ribeiro, del lacón cocido a los buñuelos de bacalao. Sin desmerecer sus almuerzos, si pasas por la mañana, imbatibles.
Zaragoza
Saltamos a Zaragoza, donde Claudia Polo nos regala su segunda recomendación, el Bar Amblas, “un bar/bodega de toda la vida en el barrio Delicias donde se pueden encontrar cabecicas de cordero, fritada con huevos o judías verdes con patatas; un sitio de siempre, donde echar un vermut y una buena salmuera”. Por cosas como esas -y sus anchoas en vinagre, y las madejas- llevan 58 años abiertos (y de momento no piensan jubilarse).
Asturias
Para orientarnos por esta comunidad recurrimos a Sandra Kilani, organizadora de eventos en su faceta profesional y disfrutona gastronómica en la personal, que nos recomienda tres sitios. Empieza con Casa Segundo, a las afueras de Gijón, “un bar-merendero familiar que conserva la cocina de carbón. Tiene un comedor sencillo, pero prestoso como decimos en Asturias y si el tiempo lo permite, se puede disfrutar del merendero, con mesinas y bancos corridos, tomando una tortilla, un jamón asado o unos huevos con chorizo de casa, acompañados de una botella de sidra, es una gozada”. Tal cual suena.
De camino al oriente asturiano propone Casa Rula (Selorio). “Como ellos dicen, es una casa a la puerta de la playa de Rodiles. Su carta está basada en las recetas tradicionales locales, de raciones generosas y a precio dulce: ñocla (buey de mar) guisada, arroz con berberechos o albóndigas de merluza”.
Sandra termina sus recomendaciones en la cuenca del Nalón, muy cerca de Langreo, proponiendo el Llagar Alonso “Aquí hay mano de cocinera experta, de las de siempre, que cocina para el bar como ella cocina en casa. Tienen una carta corta, pero siempre ofrecen algún fuera de carta al que hay que decir que sí, regado todo con la mejor sidra elaborada en su propio llagar”.
Orense
En Galicia pedimos pistas a Miguel González, el cocinero del restaurante homónimo de O Pereiro de Aguiar (Ourense), un gran conocedor de la cocina de su provincia. Estos son los sitios a los que nos llevaría: O Enxebre (Ourense). “Una taberna en pleno casco viejo. Su terraza está pegada a la Catedral. Mención especial a la tortilla, a los tomates de casa, a los pimientos fritos; un obligatorio en los atardeceres de la ciudad”, asegura (y nosotros apuntamos).
Respecto al restaurante Portovello, González explica que “es un ejemplo de gastronomía desenfadada, fresca y al mismo tiempo estacional y de producto de proximidad. Para compartir, para disfrutar y para no perdérselo: carnes autóctonas, producto de cosecheros cercanos y técnica actual”.
A Coruña
Ya que estamos en Galicia, y dado que vivo aquí, no me resisto a añadir un lugar en la costa. Oliva Bar e Levar (Ferrol) es uno de los bares más interesantes del Casco Vello ferrolano, un local de los de siempre, que cambió de gerencia hace pocos años, pero mantiene su esencia: clientela de proximidad y una pizarra de sugerencias, de esas que huelen a cocina de casa, que cambia a diario y en la que puedes encontrar caldo gallego, lentejas, caballa a la plancha o una buena tortilla de patatas a precios muy ajustados.
Badajoz
En Extremadura nos guía en esta ocasión Isabel Sánchez, la persona detrás de La Dicha, un nuevo espacio en el centro de Mérida desde el que organiza a medida eventos, caterings y lo que surja, y que empieza sus sugerencias sin salir de la ciudad. “En Mérida suelo aconsejar la Terraza del bar Salas. No pagamos nunca más de 20 por persona y tienen riquísimo limón natural (que no limonada), cojonudo (carne muy bien adobada) y una buena lengua al limón además de tortilla, gazpacho, mejillones tigres o migas con huevo”.
Saliendo de la ciudad, pero en la provincia de Badajoz, Sánchez propone otros dos sitios. El primero por el que se decide es La Barca del Tío Vito, en Peloche, por sus “raciones sencillas pero abundantes de carne a la brasa, escarapuche -ensalada extremeña de carne asada- o rejos. Migas en temporada y postre con vistas de excepción y posibilidad de baño posterior”. En Medellín, se decanta por El Arca de Noé, “Una terraza con cero pretensiones a pie de río, con vistas al castillo. Carta sencilla y más o menos variada, muy rico el pollo, los rejos bien fritos y es difícil pasarse de 20 por persona”. Eso sí, dada la proximidad del agua, insiste en que es aconsejable llevar antimosquitos.
Huelva
Ya fuera de la provincia, Sánchez se anima con otra recomendación costera: “El Margallo, en Ayamonte. Conocer este barecito mínimo, con solo tres platos, no ha hecho sino aumentar nuestro cariño por esta zona, que está también en la raya, como Badajoz, y eso une tela. Pescaíto frito, delicioso choco frito y rico tomate con un aliño secreto en el que adivinamos comino”. Si son tres platos, pero son esos, ¿para qué mas?
Málaga
Desde Málaga la periodista y comidista Esperanza Peláez Navarrete propone otros tres lugares de esos a los que apetece irse antes incluso de que acabe de contártelos. El primero es Base 9, para Peláez “un ejemplo perfecto de buena relación calidad-precio. Christian Fernández y Pablo Zamudio son dos chavales de veintipocos años que hacen cocina de la abuela con producto de mercado, todo en medias raciones para poder probar muchas cosas y compartir. En Málaga la gente empieza a apodarlos Base 10 porque la cocina es un diez y la relación calidad-precio, también”.
Continúa su selección sin salir de la ciudad: “Taberna Uvedoble sigue estando siempre llena y es, por méritos propios, uno de los sitios más clásicos del centro de Málaga. Tras pasar por algunos de los restaurantes gastronómicos más reputados de España, Willie Orellana optó para su proyecto por la fórmula de un bar donde se pueden comer en formato de tapa, media ración o ración, platos que beben de la tradición pero con un estilo personal y moderno. Los fideos tostados con calamaritos, el ajoblanco con caballa y brevas, el morrillo de pez espada en manteca o la premiada ensaladilla rusa son algunos de sus hits”.
Termina con una recomendación en las afueras: “Otro sitio con precios aún más económicos -por las dimensiones de los platos- es la Venta el Túnel, en las afueras de Málaga”. Solamente por su arroz con pollo -con o sin sangre- ya vale la pena el viaje (por algo lleva tres años en la lista de las 100 mejores recetas con pollo del mundo según la web Taste Atlas).
Canarias
Otro de estos lugares es el Bar El Barquillo, más conocido como El Sótano, en La Santa, Lanzarote, al que llegué por la fama (merecida) de sus gambas del puerto local, pero del que destacaría también platos sencillos como el rejuntado de pulpo y calamares o la morena frita. Cero modernidades o florituras y buenísimo producto, siempre en nuestro equipo.
Baleares
Termino en Menorca, en S’Arravaló (Es Castell), cuya pizarra de sugerencias es siempre tentadora, pero en donde no puedes dejar de probar el crujiente de careta de cerdo, la cazuela de caracoles o la tupina de conejo. Es muy recomendable terminar la comida con el lingote de chocolate con aceite y sal.
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