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Espinacas salteadas con garbanzos y huevo duro

 Más garbancera que Galdós / EL COMIDISTA
Más garbancera que Galdós / EL COMIDISTA

Hoy, como la Pantoja, quiero confesar. Pero no precisamente que estoy enamorada ni que tengo unos milloncejos por blanquear, sino algo peor: que soy una angurrias que a media temporada de verano ya está pensando en que sea invierno (y al revés, claro). Como las vacaciones de verano a los niños, las estaciones me duran demasiado, y a principios de agosto tengo ganas de que llegue el frío y poner las mantas, ansias de potaje y caldo y en marzo muero por cerezas, gazpacho, melón y por ir medio en culos por la vida.

Todo este rollo es para contaros que el otro día uno de mis proveedores de fruta y verdura, un payés con un huerto bastante completo que cada día se planta debajo de un toldo en uno de los muros del Mercat de la Llibertat, me dijo que tenía "las primeras espinacas majísimas" de la temporada, un poco prontas porque "este año no ha hecho demasiado calor". Prácticamente se las arranqué de las manos y me fui a casa pensando en garbanzos con espinacas tan fuerte que seguro que se me oía. Pero a la mañana siguiente, oh sorpresa, había llegado a traición el verano a la ciudad, estábamos a 35 grados a mediados de septiembre y no daban muchas ganas de ponerse a estofar, así que tocaba improvisar un plan B.

Teniendo la mente puesta en esa maravilla que son las espinacas a la sevillana (o la andaluza, depende del sitio), se me ocurrió hacer una versión más ligera –sin freír el pan del todo, sino más bien tostándolo un poco untado en aceite–, más rápida, porque los garbanzos y huevos que usé ya estaban cocidos y todo el proceso apenas me llevó 10 minutos, y que además funcionó perfectamente como plato único al ponerle un poco de huevo duro. ¿Se podría hacer con espinacas congeladas hervidas? Seguro. ¿Se puede poner todo el ajo al principio para que quede bien cocido y no afecte a los ajofóbicos? También. ¿Y si a alguien no le gusta en huevo duro? Puede ponerle gambas, lacón a tiras, bacalao desalado o el mismo huevo versión mollet. ¡Ale, a cocinar!

Dificultad: Necesitas unas espinacas más bien jovenzuelas.

Ingredientes

Para cuatro personas

  • 750 g de garbanzos cocidos (en casa, de bote o de cocedero)
  • 600 gramos (2 manojos, aproximadamente) de espinacas frescas
  • 1 cebolla
  • 2 dientes de ajo
  • 4 rebanadas de pan de víspera
  • 2 huevos duros
  • Vinagre de vino blanco
  • 1/4 de cucharadita de comino en polvo
  • 1/2 taza de caldo de verduras, pollo o carne (opcional)
  • 1 cucharadita de pimentón (preferiblemente picante)
  • 1/2 cucharadita de semillas de cilantro
  • Sal
  • Pimienta

Instrucciones

1.
Poner un poco de aceite en un plato y mojar las rebanadas por los dos lados (no hace falta que empapen). Ponerlas en una sartén a fuego medio sin dejar de vigilarlas y, cuando estén doradas y crujientes, sacar y reservar.
2.
En otra sartén –o en la misma, si el pan no ha dejado restos que se puedan requemar y fastidiar el plato– con un poco de aceite, saltear la cebolla pelada y cortada en tiritas. Cuando esté dorada añadir un diente de ajo, y un par de minutos después el pimentón, con cuidado de no quemarlo.
3.
Poner las espinacas directamente en la sartén y saltearlas –a lo mejor tenéis que hacerlo en dos veces– removiendo a menudo. Mientras, poner el otro diente de ajo en el mortero junto a las semillas de cilantro, el comino y un poco de sal. Majar bien y añadir un buen chorro de vinagre (unas 3 cucharadas soperas, tiene que quedar alegre).
4.
Mojar el pan frito con esta mezcla, romperlo a lo bruto –lo suyo es que queden trozos más empapados, otros menos, algunos crujientes...– y llevarlo a la sartén. Rehogar todo un par de minutos más, añadir los garbanzos cocidos y, si se quiere, el caldo. Cuando los garbanzos estén bien calientes, servir con el huevo duro picado por encima y un poco de pimienta recién molida.

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