Casa Manteca, la taberna gaditana que recibe a 275.000 clientes cada año, y no solo por su comida
Ferran Adrià ha pedido que se nombre a este emblemático local del barrio de la Viña patrimonio cultural de la ciudad


Pocos visitantes entran en el popular barrio de La Viña, en Cádiz, sin hacer una parada —o al menos intentarlo— en Casa Manteca. Hay que tener paciencia: la taberna es pequeña y muy demandada. El gerente del local, Javier Murga, calcula que por este negocio, abierto en 1953, pasan cerca de 275.000 personas al año. Peregrinan hasta una de las tabernas más emblemáticas de la ciudad, que cuenta con dos locales —el Freidor, abierto en 2019, “para sacar una buena tortillita de camarones”, apunta Murga, y ArtePuro, inaugurado en 2023— al lado de la casa madre, dentro de un barrio de pescadores —hoy repleto de apartamentos turísticos— a escasos metros de la playa de la Caleta. Solera, bullicio, alegría en este rincón de la calle Corralón de los Carros.
Dentro, en las paredes, no cabe un adorno más: carteles de toros, fotografías de personajes famosos de todo tipo de disciplinas —actores, escritores, estrellas del flamenco...— conviven con botellas de vino antiguas, latas de conservas y hasta el molinillo de café de los inicios. Se mantiene la esencia y la personalidad de José Ruiz Calderón, conocido como Pepe El Manteca. Inquieto, con una personalidad arrolladora —así le recuerdan quienes le trataron— tuvo varios oficios, desde torero a vigilante en un matadero, o botones en un hotel de Alemania. Imbuido por el ambiente del barrio, decidió continuar con el negocio familiar. Falleció en 2021, a los 86 años, después de una vida entregada a este ultramarinos que heredó de su padre, Lorenzo Ruiz Manteca, originario del Valle del Pas (Cantabria), quien puso los cimientos de este emblemático local, que dirige ahora la tercera generación —Pepe y Tomás Ruiz—, y a la que se va incorporando la siguiente hornada de la familia.
El secreto, afirma Murgas, es el trato que se da por parte de las 37 personas que trabajan en el negocio, al cliente. “Es lo que lo mantiene en lo alto, el cariño que se le da a todo viene a esta casa”.

Todo sigue tal cual, incluso el cuerpo central de una carta sin complicaciones. Si algo funciona, ¿para qué cambiarlo? La gente se apiña en la barra y en las baldas de los laterales. Hay madera, mármol, vistosos azulejos. El metro cuadrado se cotiza alto. Lo sabe bien el equipo, que trabaja a destajo para que el ritmo no decaiga y la clientela —llegada de todos los rincones del planeta, además de los locales, que también se dejan caer por allí— quede satisfecha. Incluso hay cocineros, como Ángel León, con el restaurante Aponiente, en El Puerto de Santa María, que recomienda ir a tomar el aperitivo a Casa Manteca.




Van en busca de sus famosos papeles, donde sirven chicharrones de Chiclana aliñados con limón y sal, tortillitas de camarones (2,70 euros); también las hacen de verduras (2,20 euros), o sus famosas chacinas, a base de chorizo, morcón, salchichón, lomo o paletilla, todo de ibérico de bellota (entre 4,90 y 9,50 euros la ración). Obligadas también son sus papas aliñadas (2,90 euros), el atún en manteca (11,90 euros), el pescado en adobo (7,60 euros la ración, 3,90 la tapa), las croquetas de cocido, de jamón (8,80 euros; 4,50, la tapa) o de carabineros (12,80 euros y 6,50), y el guiso del día (9,50 euros la ración; 4,90, la tapa), que puede ser menudo con garbanzos con langostinos, albóndigas o atún guisado.
Algunos de estos platos los tomó el pasado año Ferran Adrià, que visitó la ciudad para participar en las jornadas Blue Zone Forum–Innovazul 2024, celebradas en el Palacio de Congresos de Cádiz. Durante su ponencia, se vino arriba y propuso que Casa Manteca fuera nombrada patrimonio cultural de Cádiz. “Es algo que no se puede tocar. Y si pasase a otras manos, no dejéis que cambie”. Será difícil, porque, salvo el suelo —que hubo que renovarlo por desgaste—, pocas novedades han entrado por la puerta.
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